Esta entrada y las que le seguirán están dedicadas a Ana Cepeda Étkina: por su vitalidad, por haber recuperado la memoria de su padre y por ser una amiga de verdad.
Gracias, Ana.
Hay momentos en que los pueblos no quieren mandar ni obedecer, sino solo escapar
Denis Diderot
Conocí a mi amiga Ana Cepeda casi de casualidad, allá por el año 2010, gracias a la magia de internet.
Siempre he sido aficionadillo a la historia contemporánea, y hace unos cuantos años descubrí que hubo españoles exiliados en la URSS tras la Guerra Civil que acabaron en los campos de concentración soviéticos, es decir, en el Gulag. Lo chocante del asunto -españoles republicanos, de izquierdas, represaliados en la patria del proletariado- me llamó la atención, así que me hice con algo de información sobre el tema y lo comenté en un foro de internet en el que entonces participaba: Debatalia (hoy sucedido por Chisland). Después de leer lo que escribí, se registró en el foro una tal Ana que decía ser hija de Pedro Cepeda Sánchez, un niño de la guerra malagueño que tuvo la desgracia de pasar ocho años en el Gulag, aunque sobrevivió para contarlo.
O para que nos lo contara su hija, mejor dicho.
Este va a ser el primero de unos artículos en los que vamos a hablar de los cientos de españoles republicanos que, como Pedro Cepeda, pasaron por el Gulag. Tengo que decir que la historia de Cepeda en concreto la conozco bien porque gracias a aquel foro conocí a su hija, Ana. Y porque ella la ha contado en un libro que publicó el año pasado: “Harina de otro costal”. Un libro en el que tengo el honor de figurar entre los agradecimientos de su autora y cuya portada encabeza este artículo.
A través de internet también entré en contacto con otros autores de libros sobre el mismo tema: Miguel Marco Igual (autor de “Los médicos republicanos españoles en la Unión Soviética”) y Luiza Iordache Cârstea (autora de “En el Gulag”), a quien conocí en persona el año pasado.
Denis Diderot
Conocí a mi amiga Ana Cepeda casi de casualidad, allá por el año 2010, gracias a la magia de internet.
Siempre he sido aficionadillo a la historia contemporánea, y hace unos cuantos años descubrí que hubo españoles exiliados en la URSS tras la Guerra Civil que acabaron en los campos de concentración soviéticos, es decir, en el Gulag. Lo chocante del asunto -españoles republicanos, de izquierdas, represaliados en la patria del proletariado- me llamó la atención, así que me hice con algo de información sobre el tema y lo comenté en un foro de internet en el que entonces participaba: Debatalia (hoy sucedido por Chisland). Después de leer lo que escribí, se registró en el foro una tal Ana que decía ser hija de Pedro Cepeda Sánchez, un niño de la guerra malagueño que tuvo la desgracia de pasar ocho años en el Gulag, aunque sobrevivió para contarlo.
O para que nos lo contara su hija, mejor dicho.
Este va a ser el primero de unos artículos en los que vamos a hablar de los cientos de españoles republicanos que, como Pedro Cepeda, pasaron por el Gulag. Tengo que decir que la historia de Cepeda en concreto la conozco bien porque gracias a aquel foro conocí a su hija, Ana. Y porque ella la ha contado en un libro que publicó el año pasado: “Harina de otro costal”. Un libro en el que tengo el honor de figurar entre los agradecimientos de su autora y cuya portada encabeza este artículo.
A través de internet también entré en contacto con otros autores de libros sobre el mismo tema: Miguel Marco Igual (autor de “Los médicos republicanos españoles en la Unión Soviética”) y Luiza Iordache Cârstea (autora de “En el Gulag”), a quien conocí en persona el año pasado.