Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú?Mario Vargas Llosa, "Conversación en La Catedral"
Entre
1980 y 2000, la llamada época del terrorismo en Perú se cobró la
vida de cerca de 70.000 personas en la lucha entre el Estado y los
grupos subversivos Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Túpac
Amaru (MRTA). Fue un número de muertos superior al de cualquier
guerra sufrida por Perú desde su independencia.
Uno
de los colectivos más perseguidos por el grupo terrorista maoísta Sendero Luminoso y el MRTA, de inspiración castrista, fue el
LGTB. En la madrugada del 31 de mayo de 1989, seis miembros armados
del MRTA irrumpieron en la discoteca Las Gardenias, en la ciudad de
Tarapoto, porque se rumoreaba que funcionaba como bar gay
clandestino. Sacaron a ocho personas gays y travestis y las mataron a
tiros. El propio MRTA justificó el crimen tachando "la
drogadicción, prostitución y homosexualismo" de "lacras
sociales que eran utilizadas para corromper a la juventud". Para
los terroristas, los homosexuales eran "indeseables".
Las
persecuciones a personas LGTB por parte de Sendero Luminoso y el MRTA
se enmarcaban dentro de sus políticas de "limpieza social".
Se cree que asesinaron a unas 500 personas por su condición sexual.
Para conmemorar la "Noche de las Gardenias", cada 31 de mayo se celebra en Perú el Día Nacional de Lucha Contra la Violencia y los Crímenes de Odio hacia Lesbianas, Trans, Gays y Bisexuales. Pero la vida sigue sin ser fácil para el colectivo LGTB en aquel país.
Aparte de asesinar a decenas de miles de personas, Sendero Luminoso mató a más de dos millones de animales a lo largo de dos décadas. Practicando un socialismo muy poco respetuoso con la fauna, los terroristas opinaban que los animales formaban parte del sistema capitalista, que eran simples instrumentos del imperialismo. Así, masacraban ganado de todo tipo, perros e incluso peces. Con los perros en concreto se ensañaron la noche del día de Navidad de 1980 de una forma tan surrealista como brutal. La mañana del 26 de diciembre, las calles de Lima aparecieron con varios perros ahorcados como protesta por las reformas económicas que estaba llevando a cabo Deng Xioaping en China. El fundador de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, era maoísta radical, y por lo visto prefería que en China la gente siguiera muriendo en masa de hambre o en las purgas de la Revolución Cultural, como en tiempos de Mao, antes que aceptar una economía de mercado. Y por eso mataba a los perros peruanos.
Para conmemorar la "Noche de las Gardenias", cada 31 de mayo se celebra en Perú el Día Nacional de Lucha Contra la Violencia y los Crímenes de Odio hacia Lesbianas, Trans, Gays y Bisexuales. Pero la vida sigue sin ser fácil para el colectivo LGTB en aquel país.
Aparte de asesinar a decenas de miles de personas, Sendero Luminoso mató a más de dos millones de animales a lo largo de dos décadas. Practicando un socialismo muy poco respetuoso con la fauna, los terroristas opinaban que los animales formaban parte del sistema capitalista, que eran simples instrumentos del imperialismo. Así, masacraban ganado de todo tipo, perros e incluso peces. Con los perros en concreto se ensañaron la noche del día de Navidad de 1980 de una forma tan surrealista como brutal. La mañana del 26 de diciembre, las calles de Lima aparecieron con varios perros ahorcados como protesta por las reformas económicas que estaba llevando a cabo Deng Xioaping en China. El fundador de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, era maoísta radical, y por lo visto prefería que en China la gente siguiera muriendo en masa de hambre o en las purgas de la Revolución Cultural, como en tiempos de Mao, antes que aceptar una economía de mercado. Y por eso mataba a los perros peruanos.
Y
quiero terminar citando un artículo escrito por un psiquiatra acerca
de este tema, algo que me parece de lo más apropiado teniendo en
cuenta que todo lo que concierne al terrorismo peruano es ciertamente una historia de locos:
"Las
creencias. Las creencias asesinas. José Ortega y Gasset tiene un
libro breve y delicioso titulado Ideas y creencias. Para Ortega, las
personas tienen un conjunto de ideas diversas, que va desde las
ocurrencias a las verdades científicas. Dichas ideas conviven e
interactúan con un estrato más profundo: las creencias, a las que
no llegamos como llegamos a las ocurrencias. Para Ortega, las ideas
se tienen o se dejan de tener, pero las creencias «nos tienen», son
«ideas que somos». Las ideas, incluso las científicas, se
discuten y hasta se muere por ellas, pero no se puede vivir de ellas.
La propia vida, en cambio, se sostiene sobre un profundo plano
creencial que no elaboramos nosotros, ni cuestionamos, sino que
estamos en ellas, en las creencias. Nosotros sostenemos las ideas,
pero son las creencias las que nos sostienen a nosotros. Las ideas se
tienen, en las creencias se está. Por ejemplo, como ejemplifica José
Lázaro: «aunque usted tenga una cirrosis terminal no debe aceptar
un trasplante de hígado porque la resurrección de los muertos
devolverá ese hígado a su donante». Hay una idea, la cirrosis y su
tratamiento, y una creencia que nos impide desarrollar ideas. De ahí
el famoso deseo orteguiano: «más pensantes y menos creyentes», o
esa exquisitez einsteniana: «es más fácil creer que pensar».
Cierto
que no todos los creyentes son fanáticos violentos porque no todas
las creencias tienen la misma capacidad mortífera, pero hay una
pendiente muy inclinada que une a las creencias con la barbarie. Hay
un proceso mediante el cual ciertos creyentes se convierten en
dogmáticos, los dogmáticos en fanáticos y los fanáticos en
genocidas. Lázaro narra con detalle este proceso: «hay una
afirmación cada vez mayor de las convicciones propias, que van
ganando afectividad y haciéndose cada vez más refractarias a la
crítica racional; esas creencias emocionales se identifican con el
grupo al que se pertenece; se designan grupos próximos como
competidores y enemigos peligrosos y, finalmente, se decide
exterminar al enemigo ante de que él pueda llevar a cabo su secreta
intención de eliminarnos a nosotros. No hay terrorista que no esté
convencido de que actúa en defensa propia». Y prosigue: «Todos los
grandes asesinos son creyentes. Y todos actúan por amor. Los grandes
asesinos, no los pequeños. Stalin mató a millones de personas por
amor al proletariado; Bin Laden mataba por amor al islam; Franco por
amor a España; De Juana Chaos por amor a Euskal Herria, el Che por
amor a las masas oprimidas; Bush por amor a la democracia y a la
libertad». Y Abimael Guzmán, Elena Iparraguirre y los miembros de
Sendero Luminoso mataban por amor al pueblo peruano. Tal vez esto sea
lo que confunde a Santiago Roncagliolo tras tantas entrevistas con
los senderistas presos: que no hay un gran asesino que no tenga una
inmensa capacidad de amar".