viernes, 1 de mayo de 2020

Aprender de la historia




Expertos cargan contra el doctor Cavadas por su alarmante aviso sobre el coronavirus


Así que era necesario enseñar a la gente a no pensar y no formarse opiniones, obligarla a ver lo que no existía y sostener lo contrario de lo que resultaba obvio para todos.

Boris Pasternak, "Doctor Zhivago"


El ayer llegó de repente.

Paul McCartney


Durante el otoño, un tipo desconocido de coronavirus originó un brote en China que fue silenciado inicialmente por las autoridades de aquel país, las cuales además ofrecieron un menor número de casos que el realmente existente. El resto del mundo tuvo noticias del problema gracias a que un médico dio la alerta por su cuenta.

¿Os suena? Pues es lo que ocurrió entre noviembre de 2002 y abril de 2003 con la epidemia del síndrome respiratorio agudo grave (SARS según sus siglas en ingles). Pero es que, puestos a buscar hechos semejantes en la historia, podemos irnos aún más atrás. 



Hoy todos conocemos a Valery Alekséyevich Legásov, el científico soviético encargado de investigar y frenar los daños causados por la explosión de la central nuclear de Chernóbil ocurrida hace ahora 34 años, en abril de 1986. Legásov hizo su trabajo e informó públicamente sobre el mismo de una forma excesivamente honesta, tanto que a partir de entonces fue censurado y condenado al ostracismo por las autoridades de su país, a pesar de la glásnost de Gorbachov. Es normal, puesto que responsabilizó al propio sistema soviético del accidente y una de las características fundamentales de dicho régimen era el secretismo. Afectado por todo ello y por la radiación, Legásov se suicidó dos años después dejando grabada en unas cintas su versión de lo sucedido.



El abril de 2003, el doctor Jiang Yanyong logró contactar con los medios occidentales y denunciar el encubrimiento de la epidemia del SARS por parte de las autoridades de su país, lo que hizo que el Gobierno chino reconociera la situación y que el mundo fuera consciente del problema. Es bastante probable que la actuación de Jiang Yangyong evitara una pandemia.

En 2004 Jiang fue más lejos y emplazó a su Gobierno a que diera explicaciones por la masacre de Tiananmén. El médico, que por entonces tenía ya 72 años de edad, estuvo detenido durante más de mes y medio y fue sometido a un lavado de cerebro.



En diciembre del año pasado, el doctor Li Wenliang alertó a otros médicos sobre un creciente número de pacientes infectados por un tipo de coronavirus y con síntomas similares a los del SARS. En consecuencia, Li y otros siete médicos fueron castigados por "difundir rumores". Para "salvaguardar la seguridad del Estado", el Gobierno chino no comunicó públicamente la gravedad del problema hasta el 20 de enero, cuando ya se le había ido de las manos. De nuevo, el secretismo oficial contribuyó a agravar una catástrofe que ha afectado a la salud del mundo entero. Y mientras tanto, el 7 de febrero de este año el doctor Li Wenliang murió infectado por coronavirus.

El doctor Jiang Yangyong sigue vivo, aunque por lo visto permanece en arresto domiciliario desde el año pasado.

Ya es casualidad, ¿verdad?

Dicen que es importante conocer la historia para no repetirla. Pues a ver si es verdad, porque hasta ahora parece que no aprendemos. Y eso que las autoridades chinas hacen hoy lo mismo que llevan haciendo desde hace décadas.



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