Antes de nada, hay que tener en cuenta que existe una primera parte.
"Bolchevismo sin máscara": propaganda nazi sobre el mito judeobolchevique
Con
sus crímenes de masas, los soviéticos ofrecieron a los nazis la ventaja
de la promesa de una guerra de liberación. La trágica coincidencia fue
que cuando los soviéticos tuvieron a punto los trenes para llevar a cabo
sus masivas deportaciones, los alemanes tenían dispuestos los suyos
para invadir la URSS. Cuando los germanos cruzaron la frontera el 22 de
junio, hacía solo una semana que los soviéticos habían perpetrado una
oleada de deportaciones, pero tenían preparada otra aún mayor para
finales de mes, de modo que sus cárceles estaban repletas. Tanto Hitler como Stalin eran muy conscientes de que la alianza que habían
firmado en 1939 tendría fecha de caducidad más pronto que tarde, pero el
primero se adelantó en finiquitarla. De hecho, Stalin se empeñó en creer que todas las
informaciones que había recibido acerca de la invasión alemana no eran
más que una sarta de mentiras, de modo que no se había podido preparar
una evacuación ni una defensa. En tal caso los prisioneros eran la
última prioridad, así que muchos fueron asesinados por sus guardianes
justo antes de huir. Cuando los alemanes llegaron a los países bálticos
contemplaron los cadáveres frescos, igual que en Ucrania occidental.
Así, el proyecto soviético de destrucción del Estado coincidió con el
nazi en espacio y en tiempo.
-El Manifiesto Comunista, del dúo socialdemócrata Marx y Engels, va dirigido a todos los trabajadores del mundo. Un libro de autoyuda, en principio, va dirigido a todo el mundo, trabaje o no.
-El Manifiesto Comunista anima a los individuos a formar parte activa de un colectivo. Un libro de autoayuda anima a los miembros de un colectivo a remarcar su individualismo.
-Ambos son farragosos de leer.
-Ambos pretenden explicar cómo funciona el mundo, nada menos.
-Ambos pretenden ser salvíficos: prometen el paraíso si se siguen correctamente sus indicaciones.
-Ambos van más allá de la utopía: son imposibles de poner en práctica de forma satisfactoria.
En mayo de 1942, el alcalde ruso, el destacado jurista soviético Boris Menshagon, sugirió a los alemanes que la limpieza del gueto mejoraría las condiciones de vida de los rusos. Pocas semanas más tarde, los policías locales rusos ayudaron a los alemanes a asesinar al remanente de judíos de Smolensk.
Timothy Snyder
Hace 75 años, en el verano de 1941, Alemania invadió la Unión Soviética en la llamada Operación Barbarossa. Comenzó así lo que los soviéticos denominarían Gran Guerra Patria, una de las mayores, más brutales y más duraderas campañas terrestres de la historia. También en aquel verano, los nazis empezaron a asesinar en masa a los judíos, y lo hicieron precisamente en los territorios que iban ocupando de la URSS. Es decir, en ese momento empezó el Holocausto propiamente dicho. La coincidencia en tiempo y lugar de ambos trágicos acontecimientos no fue nada casual.
En vano insisten en decirnos que el hombre está determinado por el placer; reconocen así, sin darse cuenta, la libertad; puesto que hacer lo que causa placer es ser libre.
Voltaire
¿Libertad para qué?, decía Lenin. Para poder hacer grandes cosas, se le podría responder. Para ser felices. Para tocar el cielo. Pero la libertad puede ser un regalo con trampa. Qué fácil es despegar hacia el infinito. Pero qué difícil es ser como Lindbergh, quizá porque él tenía un camino trazado.
Entre 1939 y 1945, Polonia se convirtió en un lugar de muerte, pero en el mal sentido. Fue invadida primero conjuntamente por los nazis y los soviéticos, luego completamente por los nazis, y luego completamente por los soviéticos. A los muertos en combate, o por causa directamente de la guerra, se sumaron en aquellos años millones de personas asesinadas allí por motivos de clase, raza o ideología. Los nazis asesinaron primero a los polacos "prominentes", luego a los judíos (de Polonia y también procedentes de otros lugares) y a cualquiera que les mostrara algún tipo de resistencia. Los soviéticos deportaron a cientos de miles de polacos, muchos de los cuales murieron, siguiendo criterios de clase o étnicos (de hecho, la NKVD había ejecutado a más de cien mil polacos étnicos en la propia URSS antes de la guerra). No pocos de ellos, además de polacos, también eran judíos.
Los judíos estaban muy presentes en la Polonia anterior a la guerra. Eran cerca del 10% de la población (más de tres millones), pero aportaban más de un tercio de los impuestos y sus empresas representaban casi la mitad del comercio exterior. Al acabar la Segunda Guerra Mundial había desaparecido casi el 90% de los judíos polacos.
Si en aquella época era difícil de por sí sobrevivir en Polonia, mucho más aún lo era para los judíos: por judíos y por polacos.
Sin embargo, hubo algunas personas -pocas, muy pocas- que se arriesgaron a ayudar a los perseguidos, a sabiendas de que les podía salir muy caro.
En su libro sobre el Holocausto, Tierra negra, Timothy Snyder cuenta la historia de Josel Lewin, un judío polaco que seguía vivo en noviembre de 1943. Después de que hubieran asesinado a su familia, Lewin vagaba perdido, sin rumbo, hasta que se refugió en el granero de un campesino conocido, en la aldea de Janowo. El campesino lo descubrió y se sobresaltó, como es lógico. Por entonces, los polacos que vivían en el campo pensaban que ya no quedaban judíos, y en todo caso prestar algún tipo de auxilio a un judío vulneraba las órdenes alemanas.
Cuando el campesino iba a hablar, Lewin le interrumpió y le pidió un singular favor: que esperara media hora antes de hacer nada, y que transcurrido ese tiempo volviera al granero. Entonces Lewin le diria algo. Así lo hizo el campesino, y cuando regresó, Josel Lewin le dijo lo siguiente: "No quiero seguir viviendo; voy a suicidarme y usted me enterrará".El campesino le contestó que la tierra estaba congelada y que sería difícil cavar en ella. Quizá fue una forma de decirle a Lewin que reconsiderara su decisión. Escribe Snyder:
Si Josel no le hubiese dado tiempo al campesino para que se calmase, quizás el campesino habría reaccionado de otra manera. Si el campesino no hubiese hecho aquel comentario sobre el suelo helado, puede que Josel se hubiese suicidado. El campesino le proporcionó techo y comida durante los siguientes ocho meses, y Josel sobrevivió.