viernes, 21 de julio de 2023

Sumar... mutaciones

 


Están al caer las elecciones del 23 de julio y la "gran esperanza blanca" para solucionar por fin todos los problemas del país según unos cuantos es la coalición Sumar de Yolanda Díaz, aunque en realidad no tenga nada de novedosa. Y no es solo porque Yolanda lleve de hecho varios años en el Gobierno, sino porque el supuesto mensaje tan renovador y seductor de su coalición no es sino una muestra más de la hipocresía a la que nos debería tener muy acostumbrados el Partido Comunista de España.


Y es que todos sabemos que en realidad hablamos del PCE, su fariseísmo y sus múltiples mutaciones para tratar de captar a los votantes incautos. Tras la muerte de Franco, el PCE, con Carrillo al frente y enarbolando la bandera del eurocomunismo para tratar de desligarse de su pasado estalinista, acudió a las primeras elecciones democráticas presumiendo de haber liderado la lucha contra la dictadura (una lucha que no dio demasiados frutos, ya que el dictador murió de viejo y en la cama), cosa que suponía le daba suficiente caché y popularidad como para salir vencedor. Sin embargo no alcanzó ni el 10% de los votos.

En los siguientes comicios, los de 1979, apenas si sobrepasó ese fatídico porcentaje en torno al cual oscilarían sus resultados electorales en los años posteriores.

En 1982, año de la victoria del PSOE de Felipe González, el PCE se pegaría el gran batacazo sacando poco más del 4% de los votos. Entonces Carrillo fue purgado, se olvidó el eurocomunismo y llegó la siguiente metamorfosis del PCE que se llamó Izquierda Unida y que en las elecciones de 1986, a pesar de todo, sacó un resultado bastante similar al anterior.

Como el cambio de nombre no parecía suficiente marketing, hubo también nuevo líder y a partir de 1989, con Anguita al frente, la coalición (o sea, el PCE), recuperó su porcentaje de votos cercano al 10% durante varias elecciones generales. Pero Anguita, ese gran orador, dejó su puesto diez años después por problemas de salud y fue sustituido por otros no tan buenos oradores, de manera que en los siguientes comicios IU se volvió a dar batacazo tras batacazo hasta que en 2008 no alcanzó ni el 4% de los votos. A la marca del PCE se la empezaba a conocer como "Izquierda Hundida", pero entonces llegó la crisis en su auxilio y subió algo en las elecciones de 2011, aunque no lo suficiente. A partir de ese momento la coalición empezó a disgregarse en diferentes grupos con etiquetas diversas (ecosocialismo, socialismo democrático, regionalismos o nacionalismos varios, feminismo...), siendo el más importante Podemos, surgido al calor del 15-M.

Gracias a la mutación Podemos (o Unidos Podemos) y a Pablo Iglesias, los comunistas españoles lograron en 2015 y 2016 superar el 20% de los votos y sacar 71 escaños en el Congreso. No consiguieron el ansiado "sorpasso" al PSOE, pero es el mejor resultado electoral que han obtenido en su historia.

Aquello fue flor de un día, como ya sabemos, y los resultados desde entonces han vuelto a acercarse tristemente al 10%. Así que ahora tocan de nuevo las purgas, el cambio de nombre y poner a una persona aparentemente brillante al frente renegando de otras, o sea, la enésima mutación. Pero es que todos hemos visto y oído los elogios dedicados no hace demasiado por Yolanda Díaz a Pablo Iglesias e Irene Montero. O a Chávez y Fidel Castro.




domingo, 5 de febrero de 2023

Diez años de blog

 



Por circunstancias de la vida, hace tanto que no lo hago caso a este mi blog que se me pasó el otro día (26 de enero) felicitarle por su décimo cumpleaños.

Diez años que han pasado como un suspiro. Por cierto, este año en que de nuevo amenaza la hiperinflación, se cumplen también un siglo desde el Putsch de Múnich y noventa años desde la subida de Hitler al poder.

Prometo pasarme más por aquí. 




domingo, 3 de julio de 2022

Ucrania y la importancia de la historia

 


El colapso de la Unión Soviética fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo.

Vladimir Vladimirovich Putin


Fue un error permitir a las repúblicas dejar la URSS.

Vladimir Vladimirovich Putin


El 24 de febrero de este año, la Rusia de Putin comenzó a invadir la parte de Ucrania que le quedaba después de que, en 2014, se anexionara impunemente Crimea y fomentara la secesión del Donbás, en el este del país, con la clara intención de incorporar también dicho territorio a la madre patria. A pesar de que eran un secreto a voces, durante los meses anteriores Rusia negó en reiteradas ocasiones sus intenciones de invadir (en realidad seguir invadiendo, ya digo) Ucrania, mientras su propaganda se burlaba de las informaciones al respecto proporcionadas por gobiernos y medios occidentales tachándolas de "histeria y teorías de la conspiración". Haciendo de la deshonestidad marca de la casa, el propio Putin negó al presidente francés Macron "toda intención ofensiva" sobre Ucrania solo unos días antes de atacar ese país.


La excusa esgrimida esta vez por la autocracia rusa para invadir un Estado soberano ha sido la de buscar la "desnazificación" de Ucrania. Como si su país vecino fuera un campo plagado de nazis que hubiera que desratizar y limpiar. Estos "argumentos" recuerdan de forma inquietante a los utilizados por ciertos genocidas y asesinos de masas en el pasado. Así, noventa años atrás, con el objetivo de querer hacer desaparecer a los kulaks (supuestos campesinos acomodados, "enemigos del pueblo") de la URSS, Stalin asesinó a millones de personas (sobre todo en Ucrania, por cierto). Hace ochenta años, con el objetivo de "limpiar" Europa de judíos y otros grupos, los nazis asesinaron a millones de personas. Hoy Putin dice querer "desnazificar" Ucrania, de manera que, si gana la guerra, es presumible que la consecuencia de nuevo sean millones de asesinatos.

Ya que en una guerra la propaganda es tan crucial como el resultado de las batallas, para apoyar sus afirmaciones sobre el supuesto nazismo de los ucranianos, el ejército ruso se ha desplegado portando banderas soviéticas a tutiplén, como si quisiera revivir la victoria del Ejército Rojo sobre la Wehrmacht en 1945, e incluso está volviendo a levantar estatuas de Lenin en la Ucrania ocupada. El tema tiene su enjundia.  


Antes de nada, quiero recordar un discurso de Putin del 22 de febrero donde, supuestamente y según cierta izquierda, despotricaba contra la URSS y Lenin:



Lo que vino a decir es que Ucrania solo es una creación de Rusia, de la Rusia soviética, por decisión de Lenin. Y que Lenin, de puro bueno que era, en realidad fue tonto porque mira cómo se lo han agradecido los malditos ucranianos derribando sus estatuas e implementando la política de la descomunización en cuanto han podido. Y termina con una amenaza: ¿queréis descomunizaros? Pues tomad dos tazas. El motivo del discurso fue el reconocimiento de la independencia de las repúblicas separatistas de Donestk y Lugansk (el Donbás), pero lo cierto es que dos días después se lanzó a invadir toda Ucrania con la intención de hacerla desaparecer como Estado independiente.

Obviamente todo el discurso de este malnacido es más falso que un euro de madera. La República Socialista Soviética de Ucrania solo existió sobre el papel, no fue más que un paripé para hacer ver que los bolcheviques respetaban el derecho de autodeterminación de los pueblos y bla, bla, bla. En la práctica Ucrania no logró independizarse de Rusia tras la Primera Guerra Mundial (como sí ocurrió con Polonia, Finlandia y los países bálticos), y por tanto siempre fue parte integrante de la URSS, siempre estuvo sometida a Moscú por la fuerza de las armas. En tiempos de Stalin incluso se mató de hambre a millones de personas allí haciendo desaparecer cualquier atisbo de nacionalismo ucraniano. Por eso es normal que cuando Ucrania por fin logró independizarse de Moscú, tras la caída de la URSS, se tratara de borrar allí cualquier homenaje o reconocimiento a la época soviética, que es lo que les fastidia a Putin y sus propagandistas. Y por eso, entre ironías, en realidad lo que busca Putin es recomunizar o resovietizar Ucrania como forma de reincorporarla a Rusia. De dar un paso más hacia la reconstrucción de la Unión Soviética, vaya.

Como ya expliqué en su día (precisamente en 2014, a raíz de la anexión rusa de Crimea), en nuestra conciencia colectiva no valoramos de igual manera los crímenes nazis y los comunistas, a pesar de que ambos sistemas son responsables de múltiples barbaridades de todo tipo y de millones de asesinatos. Digamos que el nazismo sigue teniendo bastante peor imagen entre nosotros que su equivalente del otro extremo. No voy a volver a entrar en los motivos de esto porque creo que ya quedaron expuestos de forma más que suficiente en aquella entrada, pero sí en alguna de sus consecuencias, en concreto la que tiene que ver con la actual invasión de Ucrania.

Durante años, la Rusia de Putin ha tratado de sembrar toda la cizaña que ha podido entre sus rivales occidentales (básicamente la OTAN, la Unión Europea y EEUU) a través de una compleja tarea de propaganda, ciberataques, creación y difusión de bulos, etc. Los ejemplos son muchos y bastante conocidos: desde la injerencia en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, hasta el apoyo a grupos y partidos extremistas, populistas, euroescépticos y separatistas varios por el viejo continente. La identificación rusa de Ucrania con el nazismo también viene de años atrás, y está claro que busca el apoyo de buena parte de la sociedad occidental para la cual dicha ideología es sinónimo del mal absoluto, sin comparación con ninguna otra, tirando de una falsa dicotomía: si Ucrania y sus aliados son el mal, sus enemigos serán el bien. A la vez, la recuperación de la simbología soviética no ha ido encaminada solo a los nostálgicos de los tiempos gloriosos de la URSS que quedan en Rusia (y que no son pocos), sino también a esos izquierdistas que siguen haciéndole ojitos a la ideología de la hoz y el martillo, especialmente en Occidente. Este juego de la propaganda, las injerencias y el "divide y vencerás" ha tenido como objetivo básicamente privar a Ucrania de apoyos, así como minar la moral y la estabilidad de Occidente.

Afortunadamente parece que las cosas no le están saliendo como esperaba al autócrata ruso. El populista y aislacionista Trump ya no está en el poder, mientras que la UE y la OTAN se han mostrado más unidas que nunca y se han volcado en apoyar a Ucrania, incluso enviándole cantidades ingentes de armamento. De hecho, en el aspecto militar tampoco es que a Rusia le haya ido muy bien hasta ahora.

La otra excusa de Putin para justificar la invasión de su país vecino ha sido el avance de la OTAN por los países de la antigua órbita soviética tras la caída de la URSS. Dejando aparte que la supuesta entrada de Ucrania en la OTAN nunca ha sido un tema resuelto ni de lejos y que, en todo caso, cada Estado ha de ser soberano y libre en cuanto a sus decisiones sobre la pertenencia a organismos internacionales, sea la OTAN, la UE o cualquier otro, no hay más que echar un vistazo al mapa para comprobar que el supuesto acoso de la OTAN a Rusia, el país más grande del mundo, solo es un cuento chino (o ruso, mejor dicho). En rojo, las actuales fronteras entre la OTAN y Rusia:



Encima el asunto le ha salido rana a Putin, porque con la presumible entrada de Suecia y Finlandia (hasta ahora neutrales) en la OTAN tras sentirse amenazadas por la agresividad rusa, las fronteras entre Rusia y la Alianza Atlántica en realidad van a aumentar. Un plan sin fisuras, camarada Putin:



Vamos, que más que la respuesta a ningún acoso, las acciones de Putin parecen en realidad fruto del imperialismo ruso de toda la vida, ese que ha hecho que sus países vecinos teman a Rusia desde hace décadas.

Lo que parece claro es que a Ucrania le habría venido de perlas formar parte de la OTAN desde años atrás porque seguramente así habría evitado ser invadida. Y en mi opinión, Moldavía debería ponerse las pilas y solicitar su entrada en dicha organización ya mismo. 

Pero volvamos a la narrativa rusa de la invasión de Ucrania como una suerte de enfrentamiento entre soviéticos y nazis. Seguramente Putin pensó que al exhibir dicho relato, una especie de recreación de lo más fantasiosa del frente oriental de la Segunda Guerra Mundial, lograría el apoyo de buena parte de la opinión pública gracias a la no tan mala prensa de la que aún goza el comunismo, especialmente en contraposición al nazismo. Hoy sabemos que no ha sido así, salvo en lo que respecta a cierta izquierda desnortada, pero deberíamos preguntarnos qué le ha hecho pensar a Putin que podrían salir bien sus planes.

La Rusia de hoy no es técnicamente comunista, aunque sigue siendo un Estado autoritario que mantiene el control sobre ciertas áreas estratégicas de la economía, como la defensa y la energía. Se discute si en su reivindicación del pasado imperial ruso, Putin se centra más en el zarismo o en la URSS. La Rusia de Putin es sucesora de la Unión Soviética, no del zarismo. Todos los dirigentes que ha tenido en los últimos treinta años han sido antiguos miembros de la nomeklatura soviética, incluyendo por supuesto a Putin, que formó parte del KGB y la Stasi. El tipo fue incluso director del FSB, sucesor del KGB, y parece que ha mantenido los mismos modos y usanzas que cuando estaba en dichas organizaciones. De hecho podríamos decir sin lugar a dudas que desde que Putin se hizo con el poder en Rusia, el KGB pasó a controlar el país (en 2004, uno de cada cuatro puestos de la administración federal estaba ocupado por personal formado en el KGB). Esto explica que a lo largo de los últimos veinte años nos haya ido llegando desde aquel país una alarmante combinación de retórica patriótica y nostalgia por los tiempos del poder soviético. Es esa hegemonía lo que busca recuperar Putin. La Rusia zarista fue un imperio, pero el estatus de superpotencia solo lo consiguió la Unión Soviética y en tiempos de Stalin, por cierto, de ahí que se le reivindique cada vez más por aquellas tierras. Los intentos que se han llevado a cabo en Rusia para revisar el pasado soviético y sus crímenes se han visto obstaculizados cada vez más por Putin hasta que en el pasado diciembre se ilegalizó la conocida ONG Memorial. En realidad, el pueblo ruso nunca ha afrontado con seriedad los abusos de la época soviética. Por eso hoy la momia de Lenin continúa en su mausoleo de la Plaza Roja y los comunistas del mundo, de forma más o menos directa, terminan siempre apoyando a Moscú.



Ucrania, un país donde la extrema derecha obtuvo poco más del 2% de los votos en las elecciones de 2019 y cuyo actual presidente es de origen judío, desde luego no es un Estado nazi, pero el régimen de Putin insiste en lo contrario.

Como ya he dicho, desde hace ya bastante tiempo el fascismo y el nazismo se identifican con el mal absoluto, sin tapujos y sin parangón con ninguna otra ideología. Términos como "fascista", "nazi", "facha" e incluso "reaccionario" se emplean como insultos incluso por parte de gente de derechas. Si alguna actuación política resulta nefasta, perniciosa para la sociedad, irremediablemente para mucha gente será propia de "fachas", independientemente de las ideas que exhiban sus autores. No es de extrañar entonces que Putin pensara que al identificar a sus enemigos con la maldad absoluta, automáticamente lograría las simpatías de muchos en un mundo cada vez más dominado por la corrección política. Por otro lado, si en nuestra conciencia colectiva el nazismo se iguala con el mal, el estalinismo está lejos de hermanarse con el bien, cierto, pero no hay que olvidar que fue Stalin el gran vencedor del nazismo, y esa ha sido la excusa perfecta empleada por Putin para tratar de identificar a sus tropas con el Ejército Rojo.



Se suele aplicar al campo de la historia la manida frase de Santayana Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo. Sin embargo no basta con conocer la historia, de hecho lo más importante es saber interpretarla. Y lo digo básicamente porque los políticos son muy proclives a utilizarla, manipularla y tergiversarla en favor de sus intereses. Es lo que ha puesto en práctica precisamente el amigo Putin de forma exagerada y brutal. Ha tirado del hecho de que los nazis fueran derrotados por la URSS para tratar de justificar ante la opinión pública una acción criminal que, por otro lado, precisamente sería propia de la Alemania de Hitler. O de los soviéticos. Y es que cuando se habla de los crímenes de la Segunda Guerra Mundial evocamos en primer lugar los del Eje, obviando que Stalin también invadió países y también deportó y asesinó a la gente en masa, en algunos casos en colaboración con Hitler. Entre los grandes crímenes del siglo XX, los cometidos por los regímenes comunistas son tan monstruosos como los perpetrados por los nazis e incluso los superan en número de víctimas. Si nuestra sociedad tuviera asumido este hecho, seguramente los tanques de Putin no habrían tenido excusas para atacar un país enarbolando banderas soviéticas. Quizá el tirano ruso habría invadido Ucrania de todas formas, pero se habría tenido que buscar otro pretexto. Al hacerlo así, definitivamente se ha convertido en un auténtico heredero de la Unión Soviética. Las atrocidades cometidas hoy por el ejército ruso en Ucrania recuerdan irremediablemente a las llevadas a cabo en su día por los soviéticos, las hacen presentes. Esto al menos debería servir de toque de atención a quienes, de una u otra forma, continúan ciegos, sordos y mudos ante la memoria de los crímenes del comunismo.

Al final, la predicción de los Simpson parece que se ha cumplido en gran medida.



miércoles, 26 de enero de 2022

Nueve años de blog



Nueve años de blog y sigo sin tener los pies en la tierra. A ver si lo consigo antes de que cumpla diez.



sábado, 6 de marzo de 2021

Estalinismo cuqui

 



Dicen por ahí que Vox, e incluso el PP, e incluso Ciudadanos, son extrema derecha. 



Dicen que son fascistas e incluso nazis.



Lo que no se comenta tanto es el estalinismo del Partido Comunista de España (PCE), ese partido que forma parte de la coalición Unidas Podemos y que tiene miembros en el Gobierno de España. Y no hablo del estalinismo de antaño, sino del actual. Con ocasión del aniversario de la muerte de Stalin, ayer mismo las juventudes del PCE publicaban esto en Twitter:



Ignoro si Twitter lo considerará un mensaje de odio y estará valorando suspender la cuenta a la Juventud Comunista como ha hecho con Vox o Trump, por ejemplo, pero así está el tema. Y es que claro, de tanto reivindicar al Che, a Fidel Castro o a Lenin, la secuencia lógica es que se termine reivindicando a Stalin, que además de "teórico y dirigente marxista de la Unión Soviética" fue uno de los mayores asesinos del siglo XX.

Por otro lado Putin, que ya en su día defendió el Pacto Ribbentrop-Molotov por el que la Alemania nazi y la URSS se repartieron Polonia y zonas de influencia en Europa, está tratando ahora de prohibir en Rusia las equiparaciones entre Hitler y Stalin. Y es que no todos los asesinos de masas son iguales y por eso hay que crear una historia oficial que los diferencie.

Afortunadamente tenemos pruebas de sobra no solo de los numerosos crímenes que ambos dictadores cometieron, sino también de la buena sintonía que hubo entre ellos durante la temporada 1939-1941.







Una buena sintonía que es precisamente la que Putin quiere ahora hacernos olvidar. Pero no.



jueves, 4 de marzo de 2021

María Domínguez




Supe de María Domínguez Remón, la primera alcaldesa de la II República, por un artículo de Rosa Montero aparecido el 24 de abril de 2005 en EL PAÍS SEMANAL titulado Para honrar la memoria.

Hija de campesinos, María Domínguez nació en 1882 en un pueblo de Zaragoza, Pozuelo de Aragón. Aprendió a leer en contra del parecer de sus padres, pues para ellos eso de alfabetizarse no era cosa de mujeres.

Tras cumplir la mayoría de edad la obligaron a casarse con un tipejo que la humilló y maltrató durante siete largos años, hasta que se escapó “a pie por el monte”, según contaría ella después.

El marido encima la denunció y la policía la estuvo buscando, pero afortunadamente no la encontraron.

Estuvo trabajando de sirvienta en Zaragoza, compró una máquina de hacer medias y se puso a publicar artículos en la prensa, cosa absolutamente excepcional, ya que no era muy normal que una campesina publicase nada en los periódicos.

Volvió a su pueblo, siguió siendo pobre, recogía aceitunas y confeccionaba medias. Y además aguantaba a los vecinos: “Anda zorrón, después que te has cansado de correrla por el mundo, vienes aquí porque ya no vales”.

Con 44 años, tras morir su marido, se volvió a casar con Arturo Segundo Romanos, un esquilador viudo y socialista, y juntos se fueron a vivir al pueblo vecino de Gallur. María también decía ser socialista y daba conferencias en las que mostraba “un pensamiento moderado y bienintencionado, un deseo de concordia y de paz, una obsesión por la educación de todos y especialmente de las mujeres”.

En 1932 fue elegida alcaldesa de Gallur, con 50 años. Al parecer intentó sanear las cuentas del Ayuntamiento y construir escuelas, pero al año siguiente dejó la alcaldía y, como señala Rosa Montero, “siguió con su pequeña vida, dando clases a niños.”

El 7 de septiembre de 1936 fue fusilada por los sublevados en Fuendejalón. Su marido, Arturo, correría la misma suerte unos días después.

Dice Rosa Montero: “Quizá pensó, al morir, que sus ideales estaban siendo derrotados. Pero la emancipación de la mujer y el desarrollo de una sociedad más democrática son logros que se han ido consiguiendo gracias al arrojo de María y de otros hombres y mujeres como ella. Hay muchas personas en nuestro pasado que, como la alcaldesa de Gallur, fueron esforzadas pioneras de todo lo que hoy somos. Qué pena que no podamos recordarlas a todas, honrar su memoria, darles las gracias”.

Los restos de María Domínguez acaban de ser identificados.




domingo, 14 de febrero de 2021

Populismo





Sin proponérselo, Laclau se convirtió en un filósofo del poder. Con el tiempo su nombre se volvió sinónimo de política populista y del concepto mismo de populismo.

Federico Finchelstein, "Del fascismo al populismo en la historia"


Hoy se habla mucho del populismo, pero en ocasiones no tenemos muy claro en qué consiste. En líneas generales yo lo entiendo como un conjunto de actuaciones por parte de un político, o grupo político, para ganarse el favor y los votos del pueblo a toda costa. A los partidos  y líderes populistas se les podría definir como aquellos que, además de arrogarse la representación del pueblo, ofrecen soluciones sencillas a problemas complejos infantilizando así a la sociedad. El caso es que se me ha ocurrido hacer una lista de algunas de las que creo que son sus características, independientemente de que se trate de un populismo de derechas o de izquierdas:

-Visión dicotómica de la realidad. 

El país, o el mundo, se divide en buenos y malos. Los buenos, por supuesto, son el pueblo (o la patria), y los malos son un grupo más o menos definido: una élite poderosa y corrupta ("los de arriba"), un enemigo exterior, etc. 

En mayo de 2013, la presidenta de la organización independentista Asamblea Nacional Catalana (ANC) y futura presidenta del Parlamento de Cataluña, Carme Forcadell, dio un discurso en el que, aparte de otras cosas, diferenciaba claramente entre el auténtico pueblo catalán (conformado básicamente por los independentistas e izquierdistas) y quienes según ella no lo eran:

Nuestro adversario es el Estado español. Debemos tenerlo muy claro. Debemos tenerlo muy claro. Y los partidos "españoles" que hay en Cataluña, como Ciudadanos y el Partido Popular, que no se debería llamar Partido Popular "de" Cataluña, sino Partido Popular "en" Cataluña. Por tanto, estos son nuestros adversarios. El resto somos el pueblo catalán. El resto somos los que conseguiremos la independencia.

En 2017, durante su campaña para el fallido referéndum independentista celebrado el 1 de octubre de aquel año, la Candidatura de Unidad Popular (CUP) elaboró un cartel que animaba a barrer a los supuestos enemigos de los Països Catalans: "el capitalismo, el patriarcado, la corrupción y la monarquía", según sus palabras.


El cartel estaba claramente inspirado en un pasquín bolchevique en el que aparecía Lenin barriendo del mundo la monarquía, la religión y el capital. Curiosamente, en tiempos de la Guerra Civil el bando franquista elaboró otro cartel de similar inspiración, con un militar barriendo a los supuestos enemigos de España: el bolchevismo, la injusticia social, los politicastros, los masones, la FAI y el separatismo.


-Antagonismo hacia los medios de comunicación.

Los populistas no reconocen sus errores ya que se atribuyen el papel de legítimos representantes del pueblo, y este no puede equivocarse. Por tanto, cada fracaso es en realidad culpa del enemigo, del antipueblo, y cada crítica que se les hace no es más que una infamia, una calumnia inventada solo para perjudicarles ante la ciudadanía. En ese sentido, los populistas sienten aversión hacia la prensa libre (a la vez que, paradójicamente, se valen de los medios para darse a conocer).

Uno de los rasgos del partido Vox es el veto sistemático a varios medios de comunicación en sus ruedas de prensa:


Por otro lado, el líder de Podemos y actual vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, dejó claro en 2013 que, según él, "que existan medios privados, ataca la libertad de expresión":


Pablo Iglesias se ha caracterizado, entre otras cosas, por señalar a periodistas con nombres y apellidos. El año pasado incluso defendió "naturalizar" los ataques e insultos contra los profesionales de los medios de comunicación:


Eso sí, tanto él como su entorno no han dudado en acudir a los tribunales para reclamar cientos de miles de euros en demandas y querellas por defender su honor (de la misma manera que alguien que en su día defendió los escraches calificándolos de "jarabe democrático de los de abajo", más tarde -cabalgando contradicciones- haya rodeado de policía su chalé de Galapagar para protegerse del acoso de quienes acuden a los aledaños a protestar).

-Simpatía por las teorías de la conspiración.

Durante mucho tiempo, desde Podemos se ha hablado una y otra vez de una supuesta  trama (antes "la casta") conformada por las empresas del IBEX 35 (que en realidad no es más que un índice bursátil) las cuales, en colaboración con determinados políticos, medios de comunicación y hasta jueces, dirigirían todos los resortes del Estado desde hace décadas:




Por otro lado, desde Vox se ha dado pábulo a la disparatada teoría propagada por la administración de Donald Trump el año pasado acerca de que el coronavirus responsable de la actual pandemia de COVID-19 sería en realidad un arma biológica china creada en un laboratorio de Wuhan:





-Ataques a las instituciones democráticas y al Estado de derecho.

En lo que va de siglo, la mayor amenaza a lo que algunos han calificado despectivamente como el régimen del 78 ha sido el proceso soberanista catalán. En relación a eso, hace poco Pablo Iglesias equiparó en televisión a Carles Puigdemont, huido de la justicia, con los exiliados del franquismo:



Por si fuera poco, este mismo mes el ministro de Exteriores ruso, Lavrov, trazó un paralelismo entre los presos independentistas del "procés" y Aleksei Navalny, disidente ruso que antes de ser detenido en su país fue envenenado. Los índices internacionales de calidad democrática en el mundo coinciden en calificar a España de democracia plena y así lo recordó la ministra de Exteriores española, González Laya. Sin embargo, el vicepresidente Iglesias la contradijo otorgándole de esa forma la razón a Lavrov. Pablo Iglesias está en el Gobierno y sin embargo se comporta como si estuviera no en la oposición, sino contra el Estado por el que se supone que tiene que velar.

Mientras tanto, aunque Vox es un partido supuestamente defensor de la Constitución, muchas de sus propuestas, como la ilegalización de los partidos independentistas, la desaparición de las autonomías y la supresión del Tribunal Constitucional, son claramente anticonstitucionales.

-Demagogia.

Según la Wikipedia, la demagogia es una estrategia utilizada para conseguir el poder político que consiste en apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica, la desinformación, la agnotología y la propaganda política.

El mes pasado, en el programa "El Objetivo", de La Sexta, durante un debate sobre el trumpismo, José Manuel García-Margallo desmontó uno a uno los diversos argumentos demagógicos que fue exponiendo su rival, Íñigo Errejón. Por ejemplo sobre el mantra de que el Estado siempre tiene la razón frente al mercado:



Íñigo Errejón es uno de los fundadores de Podemos y permaneció en dicha formación hasta 2019. Sus ideas dualistas ("los de abajo" frente a "los de arriba", "democracia" frente a "la casta") están muy influidas por las del filósofo posmarxista argentino Ernesto Laclau, teórico del populismo, así como por el ejemplo de los populismos de izquierda latinoamericanos.

Este mismo mes, en el Congreso de los Diputados, el propio Íñigo Errejón desmontó los demagógicos argumentos de Vox contra la inmigración:



Las ideas de Vox (identitarismo, euroescepticismo, liberalismo económico, patriotismo -en realidad nacionalismo- frente a globalismo, populismo de derecha o nacionalpopulismo) están muy influidas por las de Steve Bannon, asesor de Donald Trump hasta 2017.

Por otra parte, Alberto Garzón ha criticado de esta forma la detención e ingreso en prisión del rapero Pablo Hasél:



Esto lo dice Garzón como si no fuera con él, a pesar de su condición no solo de ministro de Consumo, sino también de coordinador de Izquierda Unida (IU). La verdad es que los jueces se limitan a aplicar el Código Penal de 1995, aprobado con un gobierno socialista y con los votos de PSOE, IU, CiU, PNV, CC, ERC, PAR, EA y UV

-Defensa (más o menos directa) de autócratas.

Desde partidos como Unidas Podemos no solo se ha reivindicado sin tapujos a tiranos del pasado como Lenin o Fidel Castro, sino también del presente, como Nicolás Maduro:




En su día Pablo Iglesias comentó públicamente que la caída del Muro de Berlín "fue una mala noticia para todo el mundo":



Mientras tanto, Vox se opuso a la exhumación de Franco del Valle de los Caídos y su líder, Santiago Abascal, tachó el año pasado al Gobierno de Pedro Sánchez como el peor de los últimos ochenta años, dando a entender por tanto que el franquismo era preferible a la situación actual:



Otros rasgos de los populismos podrían ser que suelen cobrar fuerza en periodos de crisis o que a menudo tienen algún líder carismático al frente. Y sexy.



martes, 26 de enero de 2021

sábado, 19 de diciembre de 2020

Rapadas


"La Tondue de Chartres", de Robert Capa


Mi corazón es francés, pero mi culo es internacional.

Arletty


La foto está tomada el miércoles 16 de agosto de 1944, durante la liberación de Chartres, Francia, y fue publicada el 4 de septiembre de aquel año por la revista Life. La mujer del centro de la imagen se llamaba Simone Touseau y en ese momento tenía 23 años. En 1941, tras conseguir un trabajo como intérprete para los ocupantes alemanes, se había liado con unos de ellos llamado Erich Göz. El bebé que llevaba en brazos, una niña, era hija de ambos.



La fotografía ilustraba una reportaje titulado "La chica partisana de Chartres" cuyo texto hablaba en realidad de otra Simone sobre la que volveré más adelante.

Aquella mañana, después de la llegada de las tropas estadounidenses a Chartres, se procedió a reunir a los colaboracionistas. Tres de ellos fueron ejecutados de forma sumaria y más tarde un peluquero procedió a rapar a una decena de mujeres acusadas de "colaboración horizontal", es decir, de haber intimado con el enemigo.



En ese momento apareció Capa con su cámara y se puso a retratar a los sujetos humillados antes y durante su exposición a la turba ansiosa de venganza. La icónica foto que publicó Life fue tomada por la tarde, mientras la policía escoltaba a Simone Touseau y su familia rodeados por el populacho, en humillante procesión. Además de raparle la cabeza, a Simone le habían marcado la frente con un hierro candente. A su izquierda iba su madre, Germaine Touseau, también rapada, y delante caminaba su padre, Georges Touseau, con una bolsa de tela. Para la muchedumbre por lo visto el espectáculo era de lo más divertido.



Madre e hija fueron encarceladas y sometidas a un proceso, esta vez con garantías, que solo concluyó en 1947. La sentencia condenó a Simone a diez años de degradación nacional, una fórmula que privaba de derechos a los colaboracionistas convirtiéndolos en ciudadanos de segunda. En 1966 Simone murió alcoholizada con 44 años. Su padre murió tres años después y su madre en 1980. Erich, el padre de su hija, había muerto combatiendo a los soviéticos en 1944. Y aquella niña, Catherine, trató de permanecer en el anonimato cuando se hizo mayor. Ignoro si seguirá viva, pero de ser así hoy tendría 76 años.



lunes, 23 de noviembre de 2020

¿Qué nos ha dado la Primera Guerra Mundial?




El 28 de junio de 1914, Gavrilo Princip creó el siglo XX. Los orígenes de cualquiera de las tendencias geopolíticas que se desarrollarían a lo largo y ancho del globo durante las ocho décadas siguientes se remontan al día en que el terrorista serbio asesinó al heredero del trono del imperio austrohúngaro de los Habsburgo en la capital de la provincia de Bosnia-Herzegovina.

Matthew White, "El libro negro de la humanidad"


"UNA GUERRA QUE NADIE QUERÍA Y UNA CATÁSTROFE QUE NADIE PUDO HABERSE IMAGINADO" (HENRY KISSINGER)

Mucho se habla de la Segunda Guerra Mundial pero no tanto de su predecesora, la Primera Guerra Mundial, por lo que la trascendencia de esta suele ser bastante desconocida. Así que voy a hablar un poco de esto.

El otro día se cumplió el 102º aniversario del fin de la Gran Guerra, más conocida como Primera Guerra Mundial, una contienda que prometía ser la última y que acabó oficialmente el día 11 del undécimo mes a las 11 de la mañana. Se trata del segundo conflicto bélico que más soldados ha matado a lo largo de la historia, solo por detrás de su secuela, la Segunda Guerra Mundial. En combate murieron unos 8,5 millones de militares a los que habría que unir cerca de 6,6 millones de civiles, sin incluir las víctimas de la pandemia de gripe de 1918, ni los muertos en las revoluciones, contrarrevoluciones, guerras civiles y conflictos fronterizos que fueron a su vez consecuencia directa de la Gran Guerra.

Aquel conflicto cambió el mundo de forma decisiva, destruyendo un orden internacional basado en la cooperación entre naciones a través de monarcas relacionados por vínculos familiares e inversiones multinacionales, y sustituyéndolo por un escenario de ideologías en competencia. La Primera Guerra Mundial fue el inicio de lo que algunos historiadores han denominado como el corto siglo XX, que terminaría con la caída de la Unión Soviética. Como bien se señala en la cita de arriba, todas las guerras y tragedias que marcarían el siglo pasado (e incluso parte del actual) tendrían su origen en ese conflicto.

La generación de europeos anterior a la Primera Guerra Mundial había vivido una era de paz sin precedentes, de manera que la carnicería que supuso aquella contienda sirvió para recordarles algo que hoy parece más que obvio: que los conflictos bélicos son perjudiciales y estúpidos. Cientos de miles de soldados murieron en una serie de batallas absurdas, como las de Loos, Galípoli, el Somme, Verdún, Ypres o las del Isonzo, al término de las cuales ninguno de los contendientes había realizado apenas algún avance. Sin embargo, el estallido de la guerra fue recibido con celebraciones por las calles, como ilustra una conocida imagen tomada en la Odeonsplatz de Múnich, el 2 de agosto de 1914, por el que sería más tarde fotógrafo oficial de Adolf Hitler: Heinrich Hoffmann. Se supone que en ella aparece por casualidad un joven Hitler feliz por los acontecimientos y rodeado de una multitud eufórica, aunque es posible que la foto fuera trucada en 1932 con fines propagandísticos:



El conflicto también recordó a los dirigentes mundiales que las guerras no suelen desarrollarse según lo planeado: la mayor parte de los principales países participantes salieron de la contienda en bancarrota y destrozados.

"LA GUERRA PARA TERMINAR CON LA GUERRA" (H. G. WELLS)

Si la Segunda Guerra Mundial fue una repetición de la Primera pero con más muertos y a mayor escala, hubo entre ellas otros conflictos que no fueron sino flecos sueltos, productos directamente derivados de la Gran Guerra, hasta el punto de que se podría decir que esta no terminó completamente en 1918 (Churchill comentaría por aquellas fechas: "la guerra de los gigantes ha terminado, comienzan las guerras de los pigmeos"). En ese grupo podríamos meter por ejemplo la Guerra Civil Rusa o la Guerra Greco-Turca. Pero los ecos de la Primera Guerra Mundial también han llegado hasta nuestros días. Así, en su primer comunicado emitido tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, Osama Bin Laden habló sobre los ochenta años de sufrimiento del mundo musulmán a manos de Occidente. Obviamente se refería a la división del Imperio otomano al final de la Gran Guerra y a la ocupación británica de Palestina, iniciada precisamente el 11 de septiembre de 1922. De hecho, uno de los objetivos declarados de Al Qaeda y del Estado Islámico es revertir los efectos del Acuerdo Sykes-Picot

El reparto de Oriente Próximo entre el Reino Unido y Francia no es la única decisión tomada durante la Primera Guerra Mundial cuyas trágicas consecuencias se prolongaron durante décadas. De hecho, algunos de los países más inestables o conflictivos del último siglo nacieron cuando los imperios derrotados en aquella guerra fueron troceados por los vencedores para que no causaran problemas en el futuro, aunque con ello en ocasiones obligaran a convivir a comunidades muy diversas, cuando no hostiles entre sí, bajo una identidad nacional de lo más endeble. Pero veamos algunos ejemplos que demuestran que aquella no fue del todo una buena solución:

Ruanda y Burundi: Estos territorios pertenecían a la colonia del África Oriental Alemana y tras la guerra le fueron concedidos a Bélgica. Dicha decisión condujo a que cuando se independizaron, en 1962, quedaran hutus y tutsis en un mismo país pese al odio que se profesaban ambos grupos. Durante las últimas décadas del siglo XX, tutsis y hutus llevaron a cabo numerosas masacres mutuas.

Darfur: En 1915 el sultán de Darfur, Ali Dinar, hasta entonces leal a los británicos, decidió ponerse de parte de los turcos por solidaridad musulmana. Los británicos invadieron Darfur en 1916, asesinaron a Ali Dinar y anexionaron el sultanato a Sudán, entonces parte de su imperio. Desde hace bastantes años, la población de Darfur sufre persecuciones y asesinatos en masa por parte de sus señores sudaneses.

Polonia y Checoslovaquia: En los territorios fronterizos entre los imperios alemán, austrohúngaro y ruso, los aliados crearon dos Estados tapón multilingües albergando la esperanza de que, al estar situados entre enemigos implacables, contribuirían a mantener la paz. Al cabo de un par de décadas fue precisamente en esa zona donde surgió la chispa que haría estallar la Segunda Guerra Mundial y ambos Estados fueron conquistados con rapidez.

Yugoslavia: Los eslavos balcánicos del Imperio austrohúngaro fueron agrupados e incorporados a Serbia para crear un nuevo Estado más grande y multilingüe. Ya en la Segunda Guerra Mundial esos grupos étnicos empezaron a matarse entre sí, pero fue en los años noventa, tras una serie de guerras civiles, cuando Yugoslavia se desmembró para siempre.

Irak y Siria: Como ya he mencionado, por el Acuerdo Sykes-Picot Francia y el Imperio británico se repartieron los territorios turcos de Oriente Próximo. Los británicos se llevaron la mejor parte, que incluía la antigua Mesopotamia con sus pozos petrolíferos, mientras que Francia se quedó con Siria. Esta decisión mezcló de forma arbitraria a árabes suníes, árabes chiíes y kurdos. Durante los últimos años estos grupos se han enzarzado en sangrientas disputas por el control de la zona contribuyendo a hundir ambos países en sendas guerras civiles.



Líbano: Los franceses desgajaron la antigua Fenicia de Siria para crear un pequeño Estado poblado por enclaves cristianos, que era la religión mayoritaria en la zona. Tras la independencia del Líbano, la inestabilidad fue creciendo en el país hasta que en 1975 estalló una guerra civil entre musulmanes y cristianos que se mezcló con el conflicto árabe-israelí.

Israel: Los británicos buscaron el apoyo de los sionistas frente a los turcos prometiéndoles a cambio el establecimiento de un "hogar nacional judío" en Palestina, por entonces perteneciente al Imperio otomano. El problema es que para obtener también su ayuda, ofrecieron a los árabes la creación de un gran Estado en los territorios que habitaban en Asia, una vez liberados del dominio turco. Los árabes entendieron que Palestina quedaba incluida en el acuerdo. Todo ello hizo que judíos y árabes empezaran a matarse entre sí mientras Palestina estaba bajo mandato británico, en el periodo de entreguerras. El conflicto se acrecentó con la independencia de Israel, en 1948, y ha perdurado hasta nuestros días.

Unión Soviética: Alemania ayudó a Lenin a hacerse con el poder en una Rusia agotada por la guerra para así forzarla a pedir la paz. Cuando triunfó allí el comunismo, tras una sangrienta guerra civil, creó una nación de monstruoso poder e ideológicamente antagónica a Occidente que perduró a lo largo de tres cuartos de siglo, un periodo durante la mayor parte del cual se cernió sobre el mundo la amenaza diaria de la aniquilación nuclear.

Por cierto, a mediados de 1918 Alemania había ocupado casi todas las regiones occidentales de Rusia habitadas por pueblos que no eran rusos, mientras que sus aliados turcos trataban de apoderarse del Cáucaso. En virtud del Tratado de Brest-Litovsk, Alemania recibió una serie de Estados vasallos que tuvo que abandonar al cabo de unos meses, tras el Armisticio de Copiègne. Todos esos territorios trataron entonces de independizarse. Finlandia y Polonia lo lograron. Estonia, Letonia y Lituania también, pero solo durante un par de décadas al cabo de las cuales volvieron a ser ocupadas por la URSS durante otro medio siglo, pudiendo después recuperar su independencia. Bielorrusia, Ucrania y los pueblos del Cáucaso (Georgia, Armenia y Azerbaiyán) no lo consiguieron hasta 1991, cuando cayó la Unión Soviética. Precisamente todos estos últimos países siguen hoy envueltos en conflictos de diversa índole.




Hay que decir que cuando se descolonizó África, a mediados del siglo pasado, los nuevos Estados independientes se comprometieron a respetar las fronteras heredadas de la época colonial para evitar nuevos conflictos, cosa que lograron en gran medida (con alguna excepción que he mencionado). Quizá habían sacado alguna lección de lo ocurrido tras la Gran Guerra.

La Primera Guerra Mundial combinó tácticas y usanzas militares decimonónicas con el uso masivo de armas contemporáneas como la ametralladora, el fusil de cerrojo, el subfusil, el tanque, el obús, el submarino o el avión de combate. 


Tanque británico Mark V


Fue también el primer conflicto en el que se utilizaron de forma sistemática las armas químicas, algo que originó cierta leyenda sobre ellas ya que en realidad causaron menos del 1% del total de militares muertos en la contienda. Desde luego producían muchas más bajas que muertes (eran por tanto muy eficaces, quizá demasiado) y además de forma indiscriminada, motivo por el que se terminó frenando su uso tras la guerra.

"LA PAZ PARA ACABAR CON LA PAZ" (ARCHIBALD WAVELL)

Alemania fue considerada por los vencedores como la principal responsable de la guerra, de manera que en el Tratado de Versalles, además de arrebatarle su imperio colonial y parte de su territorio nacional, le impusieron unas sanciones económicas draconianas en un ejemplo de libro de paz cartaginesajusticia del vencedor. Si algo hemos aprendido de todo aquello es que ni está bien humillar a ningún país, ni resulta nada inteligente porque tarde o temprano se querrá desquitar. Francia y el Reino Unido pensaron que si sometían económicamente a Alemania, los germanos no podrían buscar la revancha al carecer de recursos para rehacer su poder militar. Hoy sabemos que se equivocaron.

Hay que señalar, por cierto, que con el castigo a Alemania Francia buscaba resarcirse de su derrota en la guerra franco-prusiana, allá por 1870.

A comienzos de los años veinte, la República de Weimar sufrió una hiperinflación que le imposibilitó cumplir con los pagos a los aliados. La situación empeoró a comienzos de 1923 cuando tropas francesas y belgas ocuparon la región industrial del Ruhr para cobrarse lo que en su opinión se les debía. Esta acción se prolongó durante más de dos años y se sumó a la ocupación aliada de Renania, establecida a su vez en 1918 y que perduraría hasta 1930 (Francia controlaría la pequeña región del Sarre hasta 1935).



Aunque finalmente se flexibilizaron los pagos, como resultado de todo lo anterior la población alemana se sintió altamente humillada, lo que unido a la leyenda de la puñalada por la espalda y al crac del 29, preparó el terreno para la llegada del nazismo al poder.

Con todo, los vencedores de la Primera Guerra Mundial tomaron cierta conciencia de que una hecatombe así no se debía repetir, de manera que a partir de los Catorce Puntos del presidente estadounidense Wilson crearon la Sociedad de las Naciones (SDN), antecesora de la ONU. Sin embargo este organismo nació lastrado por una serie de problemas, empezando por la negativa a formar parte de él de su país impulsor, Estados Unidos, y siguiendo por la sucesiva salida de otros debido a la incapacidad de dicha institución para evitar agravios o resolver conflictos de forma pacífica. Digamos que tras la Gran Guerra la paz en el mundo no duró mucho, solo el tiempo suficiente para que las naciones rivales pudieran formar una nueva generación de soldados. No obstante, el testigo de la SDN fue recogido por la ONU en 1945 y bueno, de momento no hemos padecido una Tercera Guerra Mundial.

A finales de la Segunda Guerra Mundial de nuevo los aliados se propusieron eliminar todo el tejido industrial germano (Plan Morgenthau) para que Alemania ya no levantara cabeza jamás. Afortunadamente después recapacitaron, quizá por las enseñanzas de lo ocurrido tras la Primera Guerra Mundial, quizá obligados por el contexto de la Guerra Fría, que hacía necesario fortalecer a Alemania Occidental (sobre todo después de la Guerra de Corea), o quizá por ambos motivos, y se decidió que lo mejor para evitar conflictos era explotar de forma conjunta los recursos. Así nació la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, germen de la actual Unión Europea (UE). La UE y sus antecesoras han mantenido la paz entre sus Estados miembros durante siete décadas.

"LA ENFERMERÍA ES UN ARTE" (FLORENCE NIGHTINGALE)

La Gran Guerra hizo mucho por el feminismo, ya que trajo la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral debido al reclutamiento de la población masculina para acudir al frente, así como a las necesidades de mano de obra industrial derivadas de la contienda. Dejando aparte las fábricas, muchas mujeres estuvieron en primera línea de batalla como enfermeras, e incluso en 1917 el Gobierno provisional ruso empleó algunos batallones de mujeres en combate.



De hecho, las mujeres tuvieron un papel protagonista tanto en el inicio como en el final de la Revolución rusa de 1917. Así, el proceso conocido como Revolución de Febrero comenzó con una manifestación por el Día Internacional de la Mujer.



Y durante la llamada Revolución de Octubre -el golpe bolchevique-, entre los defensores del Palacio de Invierno (sede del Gobierno provisional ruso) estuvo uno de los batallones de mujeres creados ese mismo año por las autoridades para proteger el país. El batallón finalmente tuvo que rendirse, pero sin entregar las armas, ya que sus integrantes temían ser violadas. 




El nuevo Gobierno bolchevique ordenó la disolución de los batallones de mujeres. Por cierto, la artífice del primero de estos batallones femeninos rusos, la veterana María Leontievna Bochkariova, más conocida como Yashka, fue ejecutada por los comunistas en 1920 acusada de ser "enemiga de la clase trabajadora".



Todo lo anterior tuvo como consecuencia a partir de la Primera Guerra Mundial la progresiva implantación por parte de las democracias del sufragio universal. Este proceso se acentuó aún más tras la segunda contienda mundial.


Cronología del voto femenino en el mundo


Finalmente, al hablar del legado de la Primera Guerra Mundial no se pueden dejar de mencionar los avances médicos que se produjeron durante la misma, así como su coincidencia con la peor pandemia ocurrida en la historia desde la peste negra en el siglo XIV: me estoy refiriendo a la mal llamada gripe española, claro, que contagió a 500 millones de personas, mató a entre 50 y 100 millones de ellas, y que llegó a Europa en 1918 con las tropas estadounidenses que iban a combatir a Francia. La pandemia desapareció en 1920 y partir de entonces fue bastante olvidada hasta que nos hemos acordado de ella precisamente un siglo después, mientras sufrimos otra. Quién sabe, pero si no hubiéramos dejado de prestar atención a aquella pandemia de gripe, quizá la COVID-19 no nos habría pillado tan poco preparados.



Aunque aún no existían los antibióticos, el conocimiento de los microorganismos permitió avanzar en la lucha contra las enfermedades infecciosas, algo que la guerra aceleró. En el campo de la psiquiatría se describió la neurosis de guerra, que hoy conocemos como trastorno por estrés postraumático.

Las nuevas armas empleadas en la Gran Guerra, las granadas, las balas expansivas y la metralla hicieron que muchos heridos tuvieran la cara completamente desfigurada. Esto propició el nacimiento de una nueva especialidad, la cirugía plástica, de la mano del otorrinolaringólogo neozelandés Harold Gillies. 



Hubo otros avances en el terreno de la cirugía, especialmente en la traumatología, donde descendió mucho el índice de amputaciones sin que aumentara la mortalidad. Además, se empezaron a emplear las ambulancias motorizadas en lugar de las tiradas por caballos.


Ambulancia Ford T de 1916


Y bueno, creo que con esto ya estaría.


Más información:

-Gerwarth, Robert, "Los vencidos. Por qué la Primera Guerra Mundial no concluyó del todo", Galaxia Gutenberg, 2017.

-Hernández García-Gallardo, Diego, "La cirugía en la guerra. Hitos terapéuticos a lo largo de la historia de los conflictos bélicos", Galland Books, 2019.

-White, Matthew, "El libro negro de la humanidad. Crónica de las grandes atrocidades de la historia", Crítica, 2012.