viernes, 16 de agosto de 2013

Los dos museos de Hiroshima


Alemania y Japón, las grandes potencias del Eje derrotadas en la Segunda Guerra Mundial, han hecho frente a su pasado de muy distinta forma. Básicamente, Alemania ha admitido sin problemas su responsabilidad en la contienda, pero Japón no. Alemania se siente culpable pero Japón víctima, a pesar de que ambas naciones fueron agresoras. Alemania lo ha hecho más o menos bien y Japón tiene un morro que se lo pisa.

Hiroshima es el símbolo supremo de la guerra del Pacífico para casi todos los japoneses. Es una palabra sagrada que simboliza no sólo el sufrimiento del pueblo nipón, su martirio, sino también el mal absoluto. A menudo se la compara con el Holocausto.

En Hiroshima está el Parque Conmemorativo de la Paz, un lugar destinado a perpetuar la memoria de las víctimas de la bomba atómica y a servir de testimonio contra la guerra y las armas nucleares. Un lugar de culto, en realidad, ya que justo encima estalló la bomba.


Cenotafio del Parque de la Paz de Hiroshima


Hiroshima es además un símbolo de la paz mundial y todos los años recibe a millones de visitantes que hacen así su peregrinaje al Parque de la Paz. Cada 6 de agosto se celebra allí una ceremonia en recuerdo de las 140.000 víctimas de la explosión (hay una conmemoración similar cada 9 de agosto en el Parque de la paz de Nagasaki).
 
El elemento que más destaca en el parque es la Cúpula Gembaku o Cúpula de la Bomba Atómica, un edificio preservado tal y como quedó después de la explosión.



Por supuesto también hay un Museo de la Paz:



El parque es, en definitiva, un auténtico santuario en el que se reza, se venden recuerdos, se celebran ceremonias y se hacen flotar farolillos de papel.

Todo muy bonito, pero si analizamos el tema más en profundidad podemos descubrir cosas inquietantes.

El Parque de la Paz de Hiroshima no está dedicado a todas las víctimas de la guerra, ni siquiera a todas las víctimas de la Guerra del Pacífico. Y cuando se inauguró, en 1954, tampoco estaba dedicado a todas las víctimas de la bomba de Hiroshima, sino sólo a las víctimas japonesas.
 
En 1970, fuera del parque, se inauguró un monumento a los 20.000 trabajadores forzados coreanos que estaban en Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y que murieron allí por la bomba. Uno de cada siete muertos por aquella explosión era coreano. Fue levantado por la asociación de residentes surcoreanos de Japón, y durante casi treinta años la colonia coreana tuvo que presionar para que el monumento fuera trasladado al interior del Parque de la Paz, cosa que no ocurrió hasta 1999.


Monumento en memoria de las víctimas coreanas de la bomba atómica de Hiroshima


Para los japoneses de hoy, su país fue ante todo víctima de la guerra, de un maligno experimento militar, de la primera acción de la Guerra Fría e incluso del racismo de los blancos. Fue víctima de los Estados Unidos y su racismo en la misma medida que el pueblo judío fue víctima del racismo alemán. Tras haber pasado por el infierno de las bombas atómicas, los japoneses creen haberse ganado el derecho e incluso el deber sagrado de juzgar a los demás, y muy particularmente a los Estados Unidos. El 6 de agosto de 1987, el alcalde de Hiroshima dijo: «El mundo sigue controlado por la "filosofía del poder". Debemos lograr que el mundo se convierta al espíritu de Hiroshima». Es decir, que cada vez que los Estados Unidos, país responsable de las bombas atómicas, hace uso de la fuerza, incluso con ayuda de su aliado japonés, está traicionando a las víctimas, al espíritu de Hiroshima.

A nivel mundial, Hiroshima y Auschwitz se han convertido en los símbolos de la Segunda Guerra Mundial, y la muerte de todos esos inocentes ha pasado a simbolizar la crueldad de la guerra y los hombres en general. Son el mismo error, el mismo horror.

Obviamente es una gran mentira.

Nada más lejos de mi intención que justificar o defender los lanzamientos de las bombas atómicas en 1945. Lo que pretendo más bien es señalar una manipulación flagrante de eso que está hoy tan de moda que es la memoria histórica.

Lógicamente es más fácil mirar y denunciar un infierno cuando no es de creación propia. Los japoneses pueden indentificarse perfectamente con las víctimas de Hiroshima y Nagasaki, pero es imposible que los alemanes se identifiquen con las víctimas del Holocausto. No obstante, eso no implica que ambos terribles hechos sean lo mismo. Son similares en cuanto a que en los dos murieron muchísimos inocentes, pero no lo son en cuanto a sus causas ni su contexto. Y además, el enorme mito creado en torno a Hiroshima y su espíritu es una falacia que sirve para no hablar de otras cosas.

Para empezar, alegar que las bombas atómicas fueron el resultado del racismo de los yanquis (o de los blancos) es falso si tenemos en cuenta que se crearon incialmente para ser empleadas contra Alemania. Que existió durante la guerra un desprecio racista por parte de los estadounidenses hacia los japoneses es cierto, pero no fue el motivo de lanzar las bombas atómicas.

Para seguir, si bien no existe ninguna justificación del Holocausto, sí hay abierto un debate en el que se dice que las bombas atómicas en realidad salvaron vidas y acortaron la guerra, argumentos incompatibles con el espiritu de Hiroshima.

Además, el famoso espíritu oculta el hecho de que la ciudad de Hiroshima era en 1945 un centro de operaciones militares y estaba atestada de soldados. Es decir, que era un objetivo militar.

Pero sobre todo, obvia o esconde algo mucho más importante, que es que Japón fue una potencia agresora, que provocó la guerra y que actuó de una forma tan racista y criminal como sus aliados nazis. Y esto me parece muy grave.

En 1987, un grupo local de pacifistas solicitó al Ayuntamiento de Hiroshima que incorporara al Museo de la Paz la historia de la agresión japonesa, que al fin y al cabo es el contexto en que ocurrió todo y que resulta fundamental para entender por qué pasó. La respuesta fue negativa.

En su libro El precio de la culpa, Ian Buruma cuenta que le preguntó al director del Museo de la Paz de Hiroshima por qué allí no se hace referencia a la guerra, sino sólo a la explosión de la bomba. Éste le vino a decir que el propósito del museo es recordar a las víctimas de la bomba y contribuir a la paz mundial. En fin, que no es un  museo sobre la Segunda Guerra Mundial ni sobre la guerra en general, sino sobre un hecho horrible concreto y sus víctimas. Es cierto que los lanzamientos de las bombas atómicas fueron algo singular, inusitado, y que produjeron una enorme cantidad de víctimas civiles, y por eso se compara con el Holocausto. A finales de los años ochenta, se propuso construir un centro en memoria de Auschwitz entre Hiroshima y Kure. A todo el mundo le pareció bien hasta que los pacifistas propusieron que también entrara en el proyecto la conmemoración de la masacre de Nankín. El plan fue abandonado discretamente.

¿Por qué no se puede pedir la paz recordando también a las más de 200.000 víctimas de Nankín, que quizá sean más numerosas que las de las dos bombas atómicas juntas? ¿Por qué Japón recuerda con profusión a sus muertos pero deja de lado a los que asesinó?


A una hora y media en tren de Hiroshima y unos cuarenta minutos en ferry hay una pequeña isla: Ōkunoshima. Al parecer, lo primero que uno ve allí cuando desembarca del transbordador son unos simpáticos conejos que corretean y saltan por los limpios senderos y las cuidadas extensiones de hierba. Son tan mansos que se dejan acariciar y comen de la mano.





 



A causa de estos animales, el lugar también se conoce con el pintoresco nombre de Isla del Conejo.


 
En la isla hay poco más: un hotel, unas ruinas de edificios de finales del siglo XIX o principios del XX (entre ellos varios fuertes de la Guerra Ruso-Japonesa), una vieja batería de cañones que apunta a tierra firme y un pequeño edificio cerca del embarcadero. Es el Museo del Gas Tóxico de Ōkunoshima.



Los conejos son los descencientes de los animales de laboratorio empleados en experimentos con gas mostaza y otras sustancias mortíferas en lo que entonces era la mayor fábrica de gases tóxicos del Imperio Japonés. Durante la guerra, trabajaron en sus instalaciones más de 5.000 personas, muchas de las cuales eran mujeres y niños. Alrededor de 1.600 murieron por exposición a gases de cianuro de hidrógeno, difenilcianorsina y lewisita. Otros sufieron daños irreversibles. El emplazamiento de la fábrica era tan secreto que la isla sencillamente desapareció de los mapas japoneses.
 
Aunque Japón había firmado el Protocolo de Ginebra, que prohibía el uso de armas químicas, según fuentes oficiales chinas, los gases producidos en la fábrica de Ōkunoshima mataron a más de 80.000 chinos.
 
En 1945 los estadounidenses llegaron a la isla, se llevaron los documentos, vertieron al mar grandes cantidades de gas y prendieron fuego a la fábrica, cuyas ruinas todavía se pueden ver.



En los años ochenta, un joven profesor de historia japonés llamado Yoshimi Yoshiaki encontró en los archivos estadounidenses un informe al respecto y se pudo saber que Japón tenía 15.000 toneladas de armas químicas en la isla o en sus alrededores y que, enterrado bajo Hiroshima, había un contenedor con 200 kilogramos de gas mostaza.

Debajo de Hiroshima, atención.

Los supervivientes de la fábrica, muchos de los cuales contrajeron enfermedades crónicas, pidieron el reconocimiento oficial de sus padecimientos en los años cincuenta, pero el Gobierno nipón se lo denegó. Conceder indemnizaciones a los trabajadores habría equivalido a reconocer oficialmente que el Ejército japonés había desarrollado una actividad ilegal. Cuando se coló una breve mención a la guerra química en los libros de texto japoneses, el Ministerio de Educación se apresuró a eliminarla. Afortunadamente, en 1975 los supervivientes capaces de demostrar que habían sufrido daños por los gases recibieron una indemnización. Y en 1988, gracias a los esfuerzos de los supervivientes, se construyó el pequeño museo de Ōkunoshima.

Pero Ōkunoshima no es un santuario, ni un lugar famoso en el mundo entero por lo que pasó allí, ni recibe a millones de visitantes cada año que vayan a rezar, a recordar a las víctimas o a pedir la paz mundial. No es un símbolo contra la guerra o las armas de destrucción masiva que allí se fabricaban, es una islita llena de simpáticos conejitos.

Recordar un auténtico horror como lo fueron las explosiones de las bombas atómicas no debe hacernos perder la perspectiva histórica. Las bombas fueron consecuencia de la peor guerra de la Historia, una guerra criminal que inició Japón en colaboración con la Alemania nazi y la Italia fascista. Los dirigentes japoneses fueron responsables del sufrimiento de millones de personas, incluyendo su propio pueblo. Japón fue víctima pero, ante todo, agresor. Sin embargo, lo que transmite hoy es algo muy diferente. Las 200.000 víctimas de Nankín, los cientos de miles de víctimas de las armas biológicas y químicas fabricadas y empleadas por los japoneses, los cientos de miles de esclavas sexuales que tuvieron los nipones en su poder, los civiles inducidos u obligados por las fuerzas imperiales a sucidarse en Saipán u Okinawa, y tantos otros, merecen ser recordados al menos igual que las víctimas de las bombas atómicas. Pero el Parque de la Paz está en Hiroshima.

En el libro de Buruma, el conservador del museo de Ōkunoshima, Murakami Hatsuichi, un antiguo trabajador de la fábrica, dice:

Antes de gritar "no más guerras", quiero que la gente vea cómo fue. Mirar el pasado simplemente desde el punto de vista de las víctimas sólo sirve para fomentar el odio.

Me parecen unas palabras muy acertadas. Y no sólo aplicables en este caso, claro.


Más información:


El precio de la culpa, de Ian Buruma (Duomo, 2011).



20 comentarios:

  1. Vaya currada que te has metido.

    Qué decir al respecto? Que algunos siempre utilizarán la Historia con la ley del embudo: lo ancho pa mí y lo estrecho pa ti.

    Por cierto, hablando de Japón, el finde pasado vi la peli "Las flores de la guerra". Muy recomendable, basada en un libro y un hecho real. Es dura, jodidamente fuerte. Te dejo el enlace por aquí por si te apetece buscarla.

    http://cine.estamosrodando.com/filmoteca/las-flores-de-la-guerra/

    Besos.

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  2. Pues mira, es una peli que quería ver cuando la pusieron este año en el cine y me la perdí, así que gracias por recordármela.
    Y si dices que es buena me das más ganas aún de verla. Además, me gusta mucho Christian Bale.

    Besos.

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  3. Los japoneses tienen esta relación disfuncional con su pasado... Esto me recuerda que una vez escribiste sobre las vidas de los criminales de guerra japoneses, creo que uno llegó a la OMS o algo así, ¿no?

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    1. Jeje, teniendo en cuenta que eso lo publiqué hará unos ocho años tienes muy buena memoria :P

      El post que dices supongo que es uno en el que hablaba de la Unidad 731 del Ejército japonés:

      http://es.wikipedia.org/wiki/Escuadr%C3%B3n_731

      Y tanto como a la OMS no, pero sí hubo unos cuantos criminales japoneses que tras la guerra alcanzaron altos cargos en las administraciones públicas de su país, incluyendo algunos de la Unidad 731. Sencillamente ni se les juzgó. El jefe de la unidad, Shirō Ishii, continuó ejerciendo la medicina en su país como si nada.

      http://es.wikipedia.org/wiki/Shir%C5%8D_Ishii

      Otros fundaron la empresa farmacéutica nipona Cruz Verde, que en los años ochenta contagió el SIDA a miles de personas:

      http://en.wikipedia.org/wiki/Green_Cross_%28Japan%29

      Toda la historia de lo ocurrido con tantos criminales japoneses tras la guerra es una vergüenza, y mucha culpa de ello la tuvo MacArthur, que se empeñó en salvar el culo del emperador Hirohito como si éste no hubiera tenido nada que ver con lo que hizo su país. ¿Podemos imaginar que Hitler hubiera continuado al frente de Alemania tras la derrota de su país, aunque fuese con un cargo honorífico?

      Pero bueno, los yanquis obtuvieron una valiosa información sobre armas químicas y biológicas, y lograron un gran aliado de cara a la Guerra Fría, que era de lo que se trataba.

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    2. Ah, en esta página se comenta algo acerca de esos criminales nipones que llegaron muy alto tras la guerra (uno de ellos -Nobusuke Kishi- incluso a primer ministro):

      http://www.skycitygallery.com/japan/japan4.html

      Pero es un tema muy desconocido aún.

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  4. Por cierto, sí creo que el Muse de la Paz de Hiroshima tiene sentido, y no le hace falta ni hablar de la guerra ni de las atrocidades japonesas.

    El Museo de Hiroshima tiene que hablar sólo de la bomba atómica porque la bomba simboliza el potencial de la raza humana para destruirse a si misma. Es el símbolo de la singularidad evolutiva que enfrenta el ser humano: ha desarrollado tecnología capaz de destruir su civilización, pero ¿ha desarrollado los estándares éticos para que ese enorme poder no desemboque en catástrofe?

    http://www.youtube.com/watch?v=VSQ2rGmXGkc

    La singularidad evolutiva, ese momento de la historia en el que una civilización vive al borde del abismo, es un trance que cualquier raza inteligente del universo (si es que hay más) debe pasar.

    Dicho esto en el parque se debe honrar a TODAS las víctimas, los japoneses deben reconocer su papel de agresores en la guerra, reconocer sus crímenes y a sus víctimas.

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    1. Pues eso. Su quieres que pongan otro museo igual al lado hablando del CONTEXTO en el que se lanzaron las bombas. Lo que no tiene sentido es que se dé la imagen de Japón como víctima de la Segunda Guerra Mundial cuando fue una de las principales potencias agresoras. Y peor aún, que en el sitio donde estuvo la mayor fábrica de armas químicas del Imperio Japonés, situado dentro de la prefectura de Hiroshima, haya un museo chiquitín que no conoce ni el Tato. Al fin y al cabo las armas químicas son consideradas ADM igual que las nucleares.

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  5. Artículo genial en la parte histórica que se ve un poco deslucido por las primeras generalizaciones sobre Japón. Es mejor contar la historia, con las diferentes versiones y que cada uno saque sus conclusiones que afirmar "Japón se siente víctima" o "Japón tiene un morro que se lo pisa".

    Desde otro punto de vista se puede argumentar que, el monumento en memoria de las víctimas coreanas de la bomba atómica de Hiroshima esta dentro del parque, que existen movimientos pacíficos dentro de Japón que abogan por incluir las acciones de su propio imperio entre los actos reprochables, que el gobierno de japón (salvo excepciones ultranacionalistas y conservadoras) ha acabado reconociendo la tragedia de Nankín como propia, etc.Si por ejemplo se le pidiera unos actos así ha gobiernos como el de EEUU me encantaría ver lo que hacían con su historia.

    S epuede opinar en estos temas pero en este ámbito está la mayor posibilidad de "resbalar".

    Un saludo

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    1. El caso es que a las autoridades japonesas les ha costado y les cuesta una barbaridad reconocer las atrocidades que su país cometió en aquellos años, y más aún compensar de alguna forma a las víctimas. Aún hoy hay dirigentes nipones que afirman que lo de la masacre de Nankín es un invento mientras siguen realizando visita tras visita al famoso y polémico Santuario Yasukuni, donde están enterrados unos cuantos criminales de guerra.
      Tras el ataque a Pearl Harbor, las autoridades estadounidenses encerraron a más de 100.000 de sus ciudadanos en campos de concentración sólo por ser de origen japonés. En 1988 el presidente Reagan pidió disculpas y concedió reparaciones a los supervivientes de aquellos campos. Y en 1992 lo volvió a hacer Bush sénior. En el antiguo campo de Manzanar hay un monumento conmemorativo:

      http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/86/Manzanar_shrine.jpg

      Dos actitudes completamente distintas.

      Un saludo.

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  6. La memoria histórica es un gran tema de debate. Nunca en ninguna guerra hubo un tribunal de 'justicia' que juzgara a los vencedores, y ¿qué pasa que entre los que vencen nunca hay genocidas?

    Sobre la última frase no puedo emitir como tú en juicio de valor pero la verdad es que es una gran frase sobre la que reflexionar. Siempre que se habla de un coflicto armado siempre se piensa en las víctimas para posicionarse y argumentar el emplazamiento propio. No sé si eso es lo correcto, lo único que pienso al respecto es que estás no deben ser parte en ningún juicio ya que su punto de vista esta claramente influenciado por el dolor.

    En España tenemos las víctimas de la guerra civil, las victimas del franquismo, las victimas de multitud de grupos terroristas como grapo, eta, etc. Es dificil pensar en una solucion en el pais vasco mientras las victimas no esten preparados y dificil pensar en una democracia plena mientras tampoco lo esten las vicitmsa del franquismo.

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  7. Tienes muy buen instinto, pero hay ciertos elementos de la teoría marxista que no se presentan en tus análisis (me refiero en los posts históricos) y hacen que tu investigación se quede más en la superficie de lo que podría. Echo de menos algunos parámetros que te vendrían no poco bien en tus fantásticos desarrollos.
    Aquí echo en falta un elemento, el de "hegemonía ideológica" de Gramsci, que alude a la supremacía o dominio de un grupo sobre otro, pero también de un Estado sobre otro, lo que implica el corrimiento de la ideología de una manera específica.
    Lo que Gramsci trata de decir es que si bien todas las élites se caracterizan por su parasitismo y depredación, hay diferencias no sólo entre los grupos de cada sociedad (los jueces y la policía poseen diferente posición en esa hegemonía ideológica frente a los profesores o los periodistas) y, además, características relativas a la casta dominante en función de las naciones. Y aquí, amigo, has tocado con este hueso sin querer, porque, a diferencia de los jerarcas nazis, que creyeron en la "victoria final" (y cuando dejaron de tenerla tan clara, hablaron de la "guerra total", como ilustra un vídeo de Goebbels que encontrarás con facilidad), los jerarcas nipones desde un principio entraron en la guerra con la conciencia de que la perderían. No van de víctimas como los nazis (que después de la 2ªGM echaban mano del recurso "también nosotros sufrimos"), porque actuaran en el conflicto y perdieran, sino porque desde el minuto 1 se veían obligados por los estadounidenses a jugar ese papel en el drama de la historia.
    En 1941 el gobierno japonés sabía que en caso de guerra contra USA perderían y, pese a saberlo, su estrategia consistió en atacar la flota estadounidense fondeada en Pearl Harbour. Imagina que un día te encuentras en un metro abarrotado, quieres sentarte, ves a Mike Tyson en uno de los asientos y le atizas un puñetazo para disputarle el sitio, esperando que si te proteges bien la cabeza lo mismo sales bien del combate.
    La pregunta no es por qué los japoneses no reconoces a las otras víctimas, sino por qué, sabiendo que serían las víctimas de entrar en guerra con USA, la élite japonesa comenzó una guerra que de antemano daban por perdida.
    La “hegemonía ideológica” de su élite implicaba toda una serie de complejos que los historiadores consideran incongruentes con la realidad, pero que no por contradictorios dejaron de padecer. Ellos creían que Japón era, por un lado, un país débil amenazado por un vecino poderoso, pese a que habían ocupado Corea y Manchuria. Su percepción era que habían establecido “marcas” para evitar que China los exterminase. Por otro lado, que eran pobres en recursos, especialmente en petróleo, y que no subsistirían sin asegurarse el abastecimiento de materias primas. Y, finalmente, que eran una nación tradicionalista y que su población jamás aceptaría la vergüenza de aceptar que las bajas de sus nacionales en China estaban amortizadas y tocaba regresar de vuelta a la isla.
    Tanto esta percepción como su sistema de toma de decisiones se establecía por el consenso, aunque no debido a una visión democrática de la política, sino, porque como sociedad aborrecen la toma de decisiones individual, lo que permite eludir la responsabilidad en el seno del conjunto.
    Luego sigo.

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    1. Hay una distinción sociológico-moral en la sociedad japonesa entre “tatemae” y “honne”. La “tatemae” alude a una posición ética declarada, mientras que la “honne” responde a un interés real inconfesable. Si no sabes leer entre líneas, no entenderás qué dicen y en realidad, que proponen o van a hacer. Los occidentales encontramos sus conductas muy ritualizadas cuando lo que esconden es una violencia que a nuestros ojos sería desmedida. Los patrones de lo que significa “maltrato” en la pareja no son los nuestros. Por poner un ejemplo, conocí a un profesor de prehistoria que se divorció de su mujer porque se encandiló de una estudiante japonesa y una madrugada apareció en el hospital con el pomo de una katana insertado en el ano. La justificación es que un objeto en el recto iba a aumentar su satisfacción sexual, cuando el tema anal en el sexo japonés tiene una componente vinculada al poder y a declarar quién domina en la relación.
      Anécdota aparte, lo que significa es que su “hegemonía ideológica” es otra y permea cada estamento de la sociedad así como sus actos sociales. Entender qué quieren realmente cuando desean esto o lo otro implica un ejercicio de psicoanálisis. Es difícil para un occidental penetrar en su mentalidad, pues no compartimos su “simbólica”.
      En el caso que nos ocupa los actores el reparto fueron por un lado, Hirohito (que tras la 2ªGM se presentó como ignorante de lo que hacía el gobierno, lo que no pudo ser cierto). Por otro, el primer ministro, que en teoría sólo respondía ante el emperador, pero que en la práctica su voluntad estaba en correspondencia con el ejército y la armada. Entre 1939 y 1941, hubo cuatro premiers, aunque los relevantes son los dos últimos, Fuminaro Konoe (07.1940-10.1941)y Hideki Tojo (10.1941-1945). En tercer lugar estaba el ejército imperial que tenía más autonomía de la cuenta. En el 37 atacó China y el gobierno hubo de aceptar una política de hechos consumados. En el ejército convivían mal dos facciones cuyo concepto de guerra preventiva era opuesta: unos apostaban por la modernización y atacar a las Indias Occidentales y otros, por la tradición y seguir atizando al enemigo tradicional, la URSS. Y el cuarto actor era la armada imperial, celosa de los triunfos y épica del ejército, que apostaba por su renovación, pero en la que también había dos conceptos de guerra preventiva: los que apostaban por apoderarse de las Indias Occidentales y los que jugaban a la carta rusa. Vencieron los primeros.
      Luego sigo.

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  8. Al principio de 1940 China se le había atragantado al ejército. Chupaba recursos y hombres por un tubo y había conseguido indisponer a los gobiernos de UK, Francia y USA. El pacto Ribbentrop-Mólotov significaba que la URSS cerraba un frente potencial y podía entrar a saco en las posesiones japonesas en Machuria. En el verano del 39 el breve conflicto fronterizo terminó con la aplastante victoria de las fuerzas mecanizadas de Zhukov, que nada tenían que ver con el ejército zarista. El ejército japonés planificó la retirada ordenada a Japón., pero en el 40 se produjo la victoria de los nazis en los Países Bajos y Francia. UK quedó contra las cuerdas y a los generales japoneses les pareció posible invadir el sudeste asiático evitando el conflicto con UK y USA, pues ambos países estaban interesados por la guerra en Europa. Era una insensatez. No tenían hombres ni recursos para mantener lo que tenían y planificaban lanzarse a una aventura alentados por lo que los nazis hacía en Europa. Y si el ejército veía aceptable aliarse con Alemania y Francia, mejor las relaciones con la URSS, la armada deliró aún más, trazando el plan de conquistar China y las indias occidentales y todo el rosario de islas del pacífico por encima de Australia.
    Ejército y armada presionaron para derrocar el gobierno y poner como jefe del ejecutivo a un títere de los militares, el príncipe Konoye, que además de no saber rechazar un cargo que ya le había venido grande en el pasado, nombró a dos pesos pesados como ministros: el ministro de la guerra, Tojo, y una personalidad germanófila bastante impredecible, Yosuke Matsuoka, ministro de asuntos exteriores nada menos. Echó gasolina sobre el polvorín de unas fuerzas armadas que mantenían la ilusión de poder seguir combatiendo a los chinos en su territorio y a la vez a los británicos en las indias occidentales.
    Algunos oficiales de la armada, como Yamamoto, vieron que aquel plan era un escopetazo en la boca. Si atacaban Indochina, USA impondría un embargo de petroleo. Para saltarlo, deberían ocupar las indias holandesas, lo que equivalía a que USA les declarase la guerra. Los oficiales estimaron que aguantarían a los estadounidenses como mucho durante un año. Después, el desastre. Sin embargo, evitaron filtrar los informes de inteligencia para no quedar como unos gallinas ante el ejército.
    El ejército era pro-Matsuoka y deseaba aliarse con las potencias del eje. Pero en la armada se tomaban esa alianza como la provocación que deseaban los USA para entrar en guerra. Sin embargo, no manifestaron sus reticencias y algo parecido hizo el premier y el emperador.

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  9. El 27.09.1940 se firma en Berlín el pacto tripartito y ocurrió lo obvio: los USA embargaron las exportaciones de petróleo y hierro a Japón y suministraron armamento a gobierno chino de Chiang Kai Chek. Yamamoto expresó lo que otros pensaban en la armada, que luchar en contra de USA era como lucha contra el resto del mundo, que todo estaba perdido y que moriría a bordo del Nagako. Pese a ello planificó el raid a Pearl Harbour y dirigió a la armada hasta 1943.
    ¿Por qué no dieron marcha atrás? Porque la toma de decisiones en consenso dentro de la cultura japonesa es casi imposible de revertir. Nadie quiere aparecer como cobarde, rajado o traidor y, mucho menos, cuando hay un sentimiento social de vergüenza.
    En la película “Tokyo Shaking” se caracteriza este problema. La jefa francesa no abandona su puesto, pese al desastre nuclear, no porque sea valiente, sino porque se avengüenza de tener miedo. Su asistente, japonesa, al final se sincera y le dice que ella también tiene miedo, pero que en su cultura no existe el derecho a expresarlo y que les da más miedo que morir, el parecer cobardes.
    Al poco la maquinaria de guerra nazi metió en vereda a los países del este europeo y en USA ganaba Roosevelt las elecciones prometiendo no ir a la guerra, aunque sabía que el país volvería a entrar en ella. El 11.03.1941 consiguió que el congreso aprobara la ley de préstamo para abastecer a UK de material militar. Mientras, Japón obtenía permiso del gobierno de Vichy para usar sus bases en Indochina. El primer golpe fue de reenvío: Tailandia declaró la guerra a Francia y recuperó varias provincias que los gabachos le habían arrebatado al inicio del siglo XX. El segundo ocurrió en China en donde aparte de una resistencia real (no como la francesa) las tropas de del ejército regular chino cambiaron la guerra en campo abierto por la guerra de guerrillas. Los combates se empantanaron y comenzó el sangrado del ejército imperial.
    Buena muestra de la falta de coordinación del gobierno de japón se muestra en las iniciativas de Matsuoka, Tojo y el embajador japonés en USA, Nomura.
    Matsuoka viajó a Berlín en la primavera del 1941 con objeto de realizar la idea de integrar en el eje a la URSS, pero al llegar se dio cuenta de que la política del Lebensraum de los nazis pretendía extenderse hacia el Este y sugirieron que Japón debía aprovechar para atacar en Singapur. Después hizo escala en Moscú y Stalin aprovechó para firmar con Japón un pacto de no agresión, pensando que eso significaba que Hitler no atacaría la URSS.
    Tojo maniobraba para salir de China como fuera, volviendo al plan inicial del ejército de retirarse.
    A la vez Nomura iniciaba contactos con la administración de Roosevelt con ánimo de llegar a un acuerdo.
    El premier Konoye dejaba hacer a sus inmediatos subordinados sin coordinar sus acciones. Matsuoka estaba indignado, Tojo pasaba y dejaba hacer y Nomura, el hombre de la armada, siguió a lo suyo y espetó más o menos al ministro de asuntos exteriores que dejara de joder.

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  10. El 21.06.1941 los USA comunicaron que si Japón deseaba sentarse a pactar, primero debía abandonar el eje y rechazaron su presencia en China. Aunque eso era lo que el ejército japonés quería, a Tojo pareció mal que pareciera que su retirada era impuesta por otro país. Cosas de a ver quién la tiene más grande. Pero al día siguiente los nazis comenzaron la operación Barbarroja y la guerra dio un vuelco total. El paso obvio era invadir UK e Irlanda, que pudieron, impidiendo de paso que quedara en el continente una cabeza de puente para el ejército de USA.
    Matsuoka propuso al premier una brillantez: declarar la guerra a la URSS y pillarla por dos frentes, lo que acojonaría a USA. Pero topó con la resistencia de la armada. Ésta se estaba llevando el grueso de la financiación debido a la planificación del golpe en Pearl Harbour y la invasión de las indias occidentales. Invadir la URSS significaba que los recursos irían a parar en su mayoría al ejército y sus operaciones terrestres. Tojo era de la opinión de que invadir la URSS significaría hacer entrar en la guerra a USA, además de que la guerra en China era impopular. Lo mismo que les ocurrió a los USA en Vietnam, los japoneses no paraban de repatriar cadáveres y su expansión continental, pese a la sangría, estaba empantanada.
    El 30.06.1941 se reunió el gobierno y Matsuoka predijo que si Japón se expandía hacia las indias occidentales, USA declararía la guerra y que la opción correcta era pillar a los soviéticos por dos frentes, tal y como pedían los nazis. Pero se impuso el consenso previo y el premier elevó su decisión a Hirohito. Lo que decía Matsuoka tenía más sentido que el plan acordado, pero la mentalidad japonesa una vez acordado un consenso es hostil a revertirlo, a pesar de la realidad cambiante de las circunstancias. Es más, como el proceder de Matsuoka pareció “poco japonés” y querían que dimitiera, pero nadie estaba dispuesto a sugerírselo, Konoye procedió a la manera japoneas, dimitiendo, con lo que dimitió todo el gobierno y al día siguiente el emperador volvió a nombrar al Konoye como premier, quien reestableció a todos en los mismos cargos, menos a Matsuoka.

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  11. A partir de mediados de Julio de 1941, Japón estableció en las bases de Indochina de la Francia de Vichy 40000 unidades. El 26, USA congeló todos los bienes japoneses en EEUU y prohibió el comercio con la isla. El jefe de la Armada nipona, Nagano, informó al emperador que se debería intentar salir del pacto con las potencias del Eje, porque sólo tenían reservas para un par de años y bastante menos si estallaba la guerra y que en ese caso quizás conviniera dar el primer golpe. Nagano reconoció en que en caso de declarar la guerra a los USA, perderían. Y ahí anda por medio la mentalidad de grupo japonesa: sabían que iban a perder, se sentían ya víctimas y, decidieron morir en el intento. De ahí que su caso no sea equiparable al de los alemanes. No contemplaban ni remotamente la victoria. Sólo Matsuoka era capaz de darse ese tipo de alegrías prospectivas.
    El premier Konoye quería celebrar una cumbre con Roosevelt para arreglar sus diferencias. Tojo pasaba de perfil ante la iniciativa. La armada estaba de acuerdo, pero el ejército se manifestó en contra porque darían una imagen internacional de debilidad, que coño, era justo lo que sucedía. Querían abandonar China, pero de alguna manera convertir la repatriación en victoria.
    El caso es que los USA no respondieron a Japón de manera inmediata y, a pesar de que habían roto su código de cifrado, no percibieron el clima de estar acorralados que vivían los nipones, ni el deseo de irse de China salvando la cara, ni el afán de conservar Corea e incluso Manchuria. El gobierno de USA era hostil a los japoneses y además estaba más interesado en seguir vendiendo armas a UK, quienes, en contraprestación por cederles las rutas comerciales, pedían mano dura en contra de Japón.
    Lo nipones pidieron al servicio de inteligencia datos a propósito de los efectivos de USA y ¿recordáis la imagen del avestruz entoñando la cabeza en la tierra? Pues sí, el informe Iwakuro fue demoledor: USA superaba a Japón en todo. 20 a 1 en producción de acero, 100 a 1 en petróleo, 10 a 1 en carbón, 5 a 1 en aviones, 2 a 1 en barcos, 5 a 1 en mano de obra y un largo etcetera. Así que Tojo mandó a Iwakuro a Camboya y se negaron sus datos. Igualito que lo de los dibujos animados.

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  12. Supongo que ya será bastante. Los japoneses se sienten víctimas, porque desde su perspectiva fueron conducidos paso a paso hacia la guerra sin que las potencias occidentales les dieran la menor oportunidad. El problema para nosotros de su explicación radica en que no comprendemos el peso que tiene sobre ellos las decisiones colegiadas, en especial una vez han sido tomadas. Para nosotros es fácil cambiar de opinión en los personal. En el ámbito de pareja también logramos cambiar con facilidad e, incluso, en el laboral (siempre que no seas un funcionario) nos adaptamos a los tiempos cambiantes y sobre la marcha a veces vamos corrigiendo decisiones, porque el curso de los acontecimientos así lo exigen. Nada de esto es propio de la mentalidad nipona. Llamamos a los alemanes "cabezas cuadradas", pero los japoneses son maestros en lo de llevar malas decisiones hasta las últimas consecuencias una vez han sido tomadas y son muy inflexibles.

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  13. El mismo día que Iwakuro partía para Camboya, el premier Konoye envió a Roosevelt un mensaje para realizar la cumbre y formuló una propuesta de entendimiento; Japón se retiraría de Indochina, no atacaría militarmente a vecino alguno, ni a la URSS y garantizaría la neutralidad de las Filipinas. A cambio, EEUU y UK cesarían de facilitar armamento a Chiang Kai-shek y proseguiría el comercio habitual de productos que Japón precisaba.
    Los estadounidenses interpretaron que la propuesta era mendaz, pues los mensajes del ejército y la armada japonesa no iban en la dirección que apuntaba Konoye.
    El 03.09.1941 tuvo una conferencia peculiar entre los actores japoneses. Por parte de la armada, el almirante Nagano vino a decir que, no habiendo forma de contrarrestar el poderío militar-industrial estadounidense, lo esencial era propinar un buen golpe al comienzo de las hostilidades para ganar tiempo. Imaginad que en los buenos tiempos de Mike Tyson vuestra estrategia consistiera en subir al ring para cabrearlo a las primeras de cambio. Pues en eso consistía la estrategia de Nagano. Lo pasmoso es que el jefe del ejército, Sugiyama, estuviera de acuerdo, fijara el 10 de octubre como tope para dejar funcionar a la diplomacia, y como colofón hiciera a saber a Konoye los tres pilares inamovibles del ejército: fidelidad al eje, esfera de influencia en Asia oriental y presencia militar japonesa en China. Ni el premier, ni el nuevo ministro de asuntos exteriores piaron.
    Un par de días después Konoye, Nagano y Sugiyama comparecieron ante el emperador, que no veía clara la vía belicista. Recordó que el ejército había prometido una guerra rápida y victoriosa en China, cuando estaban en guerra de trincheras y que ahora proponían más de la misma mierda en un escenario más vasto y contra un enemigo peor.
    Al día siguiente se reunió el gabinete y comenzó a esbozar el cuadro que ahora conocemos como “ataque preventivo”, lo que significaba que el premier no era capaz de plantarse ante las fuerzas armadas y les lamía el ojete. Se daba primacía a los preparativos militares más que a la diplomacia.
    El tema aquí es la figura del emperador. Las monarquías modernas evitan intervenir en política para sobrevivir a toda costa en su mundo hiperbóreo de privilegios y encomiendan el gobierno de la nación a una especie de siervos, que terminan siendo capaces de subírseles a la chepa. Llega un momento en que un tipo como Hirohito, de prestigio divino para la sociedad de su momento, apenas tiene poder y dice amén a lo que resuelven sus siervos. El tipo hizo lo que pudo para manifestar su oposición al proyecto bélico y, sin embargo, su voluntad quedó como un gesto simbólico sin efecto alguno.

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  14. Mientras que a la diplomacia nipona le urgía entablar conversaciones diplomáticas con USA para sacarse de encima a los militares, a la diplomacia estadounidense le convenía demorar el encuentro, justo por lo mismo, porque sus militares pedían tiempo para reestructurar las fuerzas armadas. Según pasaban los día Konoye creyó que el único modo de realizar la cumbre era dar un paso y retirar las tropas de China reconociendo que llevaban casi un lustro matando gente y gastando dinero para nada.
    En la conferencia del 12.11.1941 el problema fue Tojo, que estaba harto de dejar hacer y dejar pasar, rechazó que fuera posible retirarse de inmediato de China, recordó que estaban pasándose por el forro de los mismísimos el consenso previo y se puso de parte del ejército. La primera vez que abría la boca y fue para apoyar una guerra que todos, incluso él, sabían que perderían, por honor y respeto a la palabra dada y esas cosas muy en línea de los samurais que, lo mismo que los dinosaurios, por algo se extinguieron.
    El premier Konoye presentó la dimisión un par de días después justo para que el siguiente gobierno no estuviera vinculado a los consensos previos. El nuevo primer minstro iba a ser Higashikuni, pero era pariente del emperador y al ejército no le iba a hacer mucha gracia habida cuenta de que Hirohito se había pronunciado en contra de nuevas aventuras bélicas. Y así fue como propusieron a Tojo, que era leal al emperador, tenía mucho prestigio en el ejército y era un tradicionalista. Sin embargo, eligió a hombres de paja para su gabinete (evitando a Matsuoka) y se reservó para sí los ministerios de defensa e interior. Es decir, tenía todo el poder político-militar de un dictador y era demasiado tradicionalista como para impedir un plan tomado por consenso. Fue incapaz de tomar la única decisión que habría sentado a los estadounidenses en las mesas de negociación: evacuar las tropas de China.

    El 01.11.1941 se celebró una reunión en la que Tojo propuso aceptar la retirada de China o decantarse por la guerra inmediata o proseguir a la vez con contactos diplomáticos y preparativos bélicos. Era claro que Tojo y su ministro de asuntos exteriores, Togo, optaban la misma opción que Konoye, la tercera, pero el ejercito y la armada apostaron por la segunda opción. El nuevo consenso conducía a la misma opción absurda.
    Togo propuso presentó dos opciones para hacer llegar al gobierno de USA. Por una parte, mantener las tropas de China 25 años. Por otro, en caso de rechazar lo anterior, retirar las tropas de Indochina a cambio de restablecer el comercio del petróleo sin tocar el tema de China. Como el ejército y la armada se oponían, Togo amenazó con dimitir, lo que significaba iniciar la nueva formación de gobierno y demorar los preparativos de guerra. Así que pasaron por el aro.
    Hay que tener en cuenta que los generales del gobierno japonés comenzaron a contemplar como escenario posible el más halagador: atacar Pearl Harbour, Malasia, Filipinas y las indias orientales, hacerse con los recursos del continente asiático, cortar el suministro a Chiang Khai-shek en China, mientras los nazis invadían UK y la URSS y USA se veía forzado a concentrar sus esfuerzos en Europa. Ni se plantearon la posibilidad de que USA participara en dos escenarios distintos y de rebote, siguiera rearmando con eficacia al gobierno chino.

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  15. La segunda propuesta pareció aceptable a los estadounidenses, pero a UK, Países Bajos y Australia les pareció insuficiente. Además el gobierno estadounidense tuvo noticias de un convoy de soldados nipones al sur de Taiwan. De modo que propusieron que se retirasen de China e Indochina, que sólo reconocieran el gobierno de Chiang Khai-shek en China y se salieran como potencia del eje. A cambio USA descongelaría sus haberes y se volvería a concertar un acuerdo comercial. El caso es que no les pedían que se largaran de Machuria, que de facto se daba por una península japonesa, pero los nipones no lo interpretaron así.
    El ejército japónes interpretó la propuesta estadounidense como una burla y ya ni el emperador podría haber detenido la contienda. Y así, Japón comenzó una guerra que en realidad no querían, pues sabían que perderían. Las naciones tienen “caracteres nacionales”. El sentido del honor de un pueblo puede conducirle a ir en piloto automático suicida y en el proceso de toma de decisiones, las opciones más sensatas y pragmáticas no suelen prevalecer. Además, en todo aquello en donde intervenga la maquinaria administrativa, una vez puesto en movimiento, el proceso será casi imposible de detener. Y después están los intereses personales. A Tojo le picó en mal momento el culo y provocó la caída del premier Konoye y después no era capaz de detener la ambición de los representantes del ejército y armada, que velaban por los recursos que chupaban sus departamentos y el poder que eso les confería.
    Así que es normal que los japoneses se sientan “sólo” víctimas.
    Es un tema cultural. No se trata de una mera duplicidad moral.

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