martes, 27 de agosto de 2013

Cuando Stalin "creó" Israel (I)


El antisemitismo es la herencia más peligrosa del canibalismo

Stalin, 1931


A pesar de la cita, Stalin siempre fue antisemita. Eso sí, durante la mayor parte de su vida mantuvo su antisemitismo más o menos oculto, con manifestaciones esporádicas y en privado del mismo, como cuando le prometió a Von Ribbentrop en 1939 que se desharía de los intelectuales judíos, o cuando envió diez años al Gulag al amante judío de su hija adolescente.

A pesar de sus sentimientos, tras la invasión nazi de la URSS Stalin decidió actuar con pragmatismo en relación a los judíos. De esa forma, creó el Comité Judío Antifascista y, lo más importante, apoyó todo lo que pudo la creación del Estado de Israel. Esto fue así hasta el punto de que personalidades importantes de Israel afirmaron después que el apoyo soviético durante su guerra de la independencia fue esencial para lograr el triunfo. Sin embargo, cuando quedó claro que Israel no se iba a colocar en la órbita soviética, Stalin se sintió traicionado, dio rienda suelta a sus recelos contra los judíos e inició una purga antisemita que sólo se detuvo con su muerte. No obstante, las relaciones entre el Bloque del Este e Israel quedarían ya envenenadas durante el resto de la Guerra Fría.




El 12 de enero de 1948, Solomon Mijailovich Mijoels, actor, director del Teatro Judío de Moscú y secretario del Comité Judío Antifascista, estaba en Minsk enviado por el comité del Premio Stalin para evaluar las obras de teatro representadas en Bielorrusia. Pasó el día entrevistando a actores con su amigo Vladimir Golubov-Potapov, crítico teatral y agente del MGB (policía secreta soviética, antecesora del KGB), y luego ambos cenaron en el hotel. Más tarde salieron para reunirse con un "amigo" de Golubov.

En realidad todo formaba parte de un plan de Abakumov, jefe del MGB, para asesinar a Mijoels. Aquella noche lo llevaron a una dacha de Lavrenti F. Tsanava, que dirigía el MGB en Bielorrusia. Seguramente le inyectaron algún narcótico para atontarlo. Quizá ofreció resistencia y por eso recibió un fuerte golpe en la sien antes de que le pegaran el tiro que lo mató. Golubov, que lo presenció todo, también fue asesinado. Los cadáveres fueron trasladados a la ciudad, les pasó por encima un camión y quedaron abandonados en la nieve.


Abakumov


Svetlana, la hija de Stalin, fue a visitar a su padre aquella noche a su dacha de Kuntsevo. Cuando ella llegó el Vozhd estaba al teléfono, seguramente hablando con Tsanava. Según contaría Svetlana, «alguien estaba dándole un informe y él escuchaba. Luego para resumir, dijo: "O sea, un accidente de automóvil". Recuerdo perfectamente su entonación. No era una pregunta, sino una confirmación... No estaba preguntándolo, estaba proponiéndolo, me refiero a lo del accidente de automóvil». Cuando colgó el teléfono, Stalin le dio un beso a su hija y le dijo:

-Han matado a Mijoels en un accidente de automóvil.

En ese momento, seguramente, los cadáveres ni siquiera habían sido trasladados.

Al día siguiente se encontraron los cuerpos y se dio la noticia del accidente de tráfico.

El Teatro Judío fue rebautizado Teatro Mijoels y se abrió una investigación para aclarar lo ocurrido. A la vez, lejos de la vista del público, el asesino de Mijoels, Tsanava, recibía la Orden de Lenin "por la ejemplar ejecución de una tarea especial que le fue asignada por el Gobierno".

Mijoels era un tipo demasiado célebre para ser detenido, por eso se optó por la solución que parezca un accidente. Durante la Segunda Guerra Mundial, al frente del Comité Judío Antifascista, había viajado por varios países para llamar la atención del mundo sobre la apremiante situación de los judíos con el fin de reunir fondos para el esfuerzo de guerra soviético. En Estados Unidos fue recibido, entre otros, por Albert Einstein.



El Comité Judío Antifascista en realidad había sido organizado por el NKVD, ya que Stalin se había dado cuenta de la utilidad de los judíos soviéticos para obtener la ayuda de los Estados Unidos. Eso sí, oficialmente estaba dirigido por Mijoels y supervisado por Solomon Abramovich Lozovski, un judío de la vieja guardia bolchevique que tenía un alto cargo en el Comisariado de Asuntos Exteriores de Molotov y que también terminaría asesinado por Stalin. Pero a ojos del Vozhd, a Mijoels se le había subido al cargo a la cabeza tras la guerra y se había convertido en un individuo peligroso. Insistía en rememorar el genocidio de los judíos perpetrado por los nazis, y de esa forma trató de que se publicara en la Unión Soviética -sin conseguirlo- una colección de documentos y testimonios sobre los asesinatos en masa en los territorios ocupados reunida por Ilya Grigorievich Ehrenburg y Vasili Semionovich Grossman, conocida como El Libro Negro. Para ello llegó a hablar incluso con la hija del Vozhd, Svetlana, lo que enfureció a Stalin que por entonces pensaba que los judíos estaban intentando "introducirse subrepticiamente en su familia".

Para Stalin, destacar el sufrimiento de los judíos era algo impensable. Según él, todos los ciudadanos soviéticos habían sufrido por igual durante la guerra. No había existido pues un genocidio judío al no haber existido una persecución específica contra los judíos. El Holocausto debía ser silenciado. En consecuencia, El Libro Negro no se publicaría en Rusia hasta 1993.
 
Para colmo, desde 1944 Mijoels apoyó una campaña que pretendía convertir la península de Crimea (que los soviéticos habían limpiado de supuestos enemigos musulmanes) en una "república socialista judía". Tras el fracaso en los años treinta de la creación de una república hebrea en Siberia, la habitual paranoia de Stalin le hizo ver en aquella nueva campaña un siniestro plan para transformar Crimea en un Caballo de Troya yanqui, una idea que, aunque delirante, se fundaba en el recuerdo de cómo las tropas anglo-francesas habían desembarcado allí en 1854 para socavar el poder de Rusia. Los contactos de Mijoels con los estadounidenses en sus viajes durante la guerra lo confirmaban. Acerca de esa idea de la "California judía", como él mismo la llamaba, Stalin diría que "sólo a los actores y a los poetas se les puede ocurrir semejante proyecto".
 
En opinión de Stalin, Mijoels había pasado de hacer propaganda soviética a hacer propaganda judía. En todo caso, la mayoría de los que participaron en el proyecto de la Crimea judía morirían en el plazo de cinco años.

Sin embargo, si el proyecto de la Crimea judía repugnaba al dictador soviético, la creación de un Estado judío en Palestina le agradaba en la creencia de que sería un país satélite de la URSS, y por eso el bloque comunista apoyó a Israel al principio de su andadura como nadie más podía hacerlo.

El 21 de noviembre de 1947, Stalin ordenó a Abakumov que ideara un plan para asesinar a Mijoels sin escándalo. Ocho días después, votaba en la ONU a favor de la creación del Estado de Israel (Resolución 181). El proyecto de la Crimea judía moría (asesinado). El de Israel cobraba fuerza.

En la segunda mitad de 1947, se permitió emigrar a Palestina a unos 70.000 judíos desde Polonia, adonde muchos de ellos acababan de ser desplazados desde la URSS. Entre la Resolución 181 de la ONU y la independencia de Israel, en mayo de 1948, la Unión Soviética fue la potencia que más firmemente apoyó el mantenimiento del plan acordado. Después de su independencia, reconocida rápidamente entre otros países por la URSS, el nuevo Estado fue invadido por sus vecinos árabes. En la guerra que siguió, los polacos entrenaron a soldados de Israel y Checoslovaquia le envió armamento, incluyendo decenas de miles de armas de infantería de origen alemán, municiones y más de cuarenta aviones de caza (otros tantos llegarían después de la guerra).




Avia S-199 israelí. En realidad era una versión checoslovaca del Messerschmitt Bf 109 G-14 alemán


Arthur Koestler diría que los envíos de armas "despertaron un sentimiento de gratitud de los judíos hacia la Unión Soviética". Abba Eban afirmaría que "la URSS era la única potencia que sostenía nuestra causa". Y según Golda Meir, primera embajadora de Israel en Moscú y más tarde primera ministra israelí, "no sabemos si hubiéramos podido resistir sin sus armas". 






Pero como Israel no parecía que fuese a abrazar el comunismo, ya a finales de 1948 Stalin llegó a la conclusión de que los judíos influían más en el Estado soviético de lo que los soviéticos influían en el Estado judío, y empezó a dar rienda suelta a los prejuicios antisemitas que siempre había mantenido. El Rosh Hashaná, la fiesta del año nuevo hebreo, convocó en Moscú a 10.000 judíos, la mayor reunión pública en veinte años. Las paranoias de Stalin se acrecentaron el 7 de noviembre de aquel año, aniversario de la Revolución bolchevique, cuando Polina Semyonovna Zhemchuzhina, mujer de Molotov, se encontró con Golda Meir y le habló en yidis. Cuando la embajadora israelí le preguntó cómo era que conocía esa lengua, Polina le respondió que ella era "hija del pueblo judío". Para empeorar aún más las cosas, Ekaterina Davidovna -nacida Golda Gorbman-, mujer de otro miembro del Politburó, Voroshilov, exclamó:

-¡Ahora nosotros también tenemos nuestra patria!

En aquel ambiente paranoico todo eso suponía una sugerencia de unidad nacional de los judíos por encima de las fronteras. Entre finales de 1948 y principios de 1949, la vida pública en la Unión Soviética dio un brutal giro hacia el antisemitismo. El régimen fabricó una demencial conspiración yanqui-sionista que tuvo varios episodios y que no fue más que una enorme maniobra antisemita. Los judíos fueron  calificados de "cosmopolitas", queriendo decir que su adhesión a la patria y la cultura soviéticas no era sincera.

El Comité Judío Antifascista fue disuelto ya en noviembre de 1948, y más de ciento diez escritores, científicos y activistas judíos fueron arrestados. El escritor Der Nister, por ejemplo, fue detenido en 1949 y murió preso al año siguiente. Se licenció sin honor a los oficiales judíos del Ejército Rojo y se retiró a los activistas judíos de sus posiciones de poder en el Partido. El periódico Pravda se purgó a sí mismo de judíos a principios de marzo de 1949.

Polina Zhemchuzhina fue detenida en enero de 1949. Negó los cargos de traición y su marido, Molotov, en el único acto de rebeldía que mostró ante Stalin, se abstuvo de votar para condenarla, aunque se disculpó más adelante: "Reconozco mi profundo arrepentimiento por no haber impedido que Zhemchuzhina, una persona muy querida, cometiera errores y estableciera vínculos con nacionalistas judíos antisoviéticos como Mijoels". Polina pasó cinco años en el Gulag, en Kazajistán. Sus hermanos, su médico y sus secretarios también fueron arrestados. Un hermano y una hermana suyos morirían en la cárcel.

Molotov, por su parte, perdió su puesto de Comisario de Asuntos Exteriores. Había sido nombrado en 1939 porque, a diferencia de su predecesor, Litvinov, no era judío, y entonces Stalin necesitaba a alguien con quien Hitler quisiera negociar. Diez años después perdió el cargo porque su mujer era judía. 


Polina, Molotov y la hija de ambos, Svetlana





La Guerra de Corea, inciada en 1950, fue la transformación de la Guerra Fría en una confrontación bélica y consolidó en la mente de Stalin la idea de que los judíos de Europa Oriental eran agentes estadounidenses. Lo tenían crudo.


Continuará...

8 comentarios:

  1. Doy fe. Tú sabes por qué yo me llamo Ana? jeje...Mi abuela se llamaba Hanna Esther, pero se cambio el nombre precisamente por esa persecución.

    Gran trabajo. Una pena que no muevas más este blog, petardo.

    Besos con jet lag.

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  2. Vaya. Entre eso y (sobre todo) lo de tu padre, entiendo que en tu familia no sintáis mucho amor hacia la URSS.

    Un beso.

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    1. bueno, no tanto a la URSS (Rusia) como a la política del momento...

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    2. Claro, me refería al régimen soviético, vaya.

      Aunque lo que hay ahora tampoco te lo dejes atrás...

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    3. Te puedes creer que en Punta Cana le hemos comprado el ron a unos rusos que tenían tienda? Y la cantidad de rusos que había en el hotel ni te digo...Y yo como una pánfila hablándole al vendedor en ruso para que nos bajara el precio. Estaba ya harto de hablar con sus compatriotas (nuevos ricos) que vienen arrasando.

      Ay, Dios mío! Si Lenin levantara la cabeza!

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    4. A ver cuándo me hablas en ruso a mí también :P

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  3. Interesantísimo post.
    Enhorabuena.

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