miércoles, 26 de junio de 2013

La caries que nunca estuvo allí





En el dentista:

-Hola. Vengo a que me empaste una caries. Mide, da dengo aguí, donde bongo da dengua.
-¿A ver? Enhorabuena, no tiene usted caries.
-¿Cómo que no? Si yo me noto ahí un hueco que antes no tenía.
-Verá, creo que eso es un trozo de sarro que se le ha caído. Tiene usted demasiado sarro y claro, es normal que lo vaya perdiendo por ahí…
-¿Qué se me ha caído? ¿Y adónde se puede haber caído?
-Ah, vaya usted a saber.
-No, pero ¿adónde va el sarro cuando se cae?
-Pues seguramente se lo haya tragado.
-¿Y no es malo tragar sarro?
-Hombre, de eso no se muere nadie, pero ya puestos es mejor comer otras cosas. Que no sólo de sarro vive el hombre.
-Bueno, ustedes los dentistas sí que viven bastante del sarro. ¿Y qué ocurre cuando uno se traga su propio sarro? Quiero decir: ¿no es un poco como comerse a sí mismo?
-Mmm, podemos verlo así. Pero entonces lo digiere, lo absorbe y vuelve a usted pero de otra forma. Verá, es que el sarro ni se crea ni se destruye, sino que se transforma.
-¿Así que el sarro es como la energía? ¿Entonces si tengo mucho seré muy fuerte y poderoso como Popeye o Superman?


4 comentarios:

  1. De todas formas entre el sarro y el cachito chorizo que se te queda entre los dientes hay días en los que si comes algo más es puro vicio :D

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  2. Y será verdad lo que cuentas...
    Lo estoy viendo venir, como yo con mis historias inglesas...

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    Respuestas
    1. Hasta la sexta línea del diálogo sí es bastante real, sí. A partir de ahí ya son mis idas de olla.

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