martes, 9 de julio de 2013

El tipo que se cargó la Luftwaffe (II)


Antes de nada, hay que tener en cuenta que existe una primera parte.


Tras la muerte del general Wever se cancelaron los programas de los bombarderos estratégicos Do 19 y Ju 89, y prevaleció la opinión de que la Luftwaffe se tenía que preparar para una guerra corta en la que debería actuar primordialmente en colaboración directa con las fuerzas de tierra. Es decir, tendría que ser una fuerza aérea táctica. En consecuencia, se desarrollaron aviones de bombardeo tácticos como el Dornier Do 17, el Heinkel He 111 y el Junkers Ju 88. Y el Stuka, por supuesto.
 
Cuando Udet fue puesto al frente de la producción y el perfeccionamiento técnico de los aviones alemanes, el Stuka ya había sido probado en la Guerra Civil Española con aparente éxito. Entonces Udet cometió una imbecilidad garrafal: ordenó que todos los bombarderos, incluso los grandes cuatrimotores, fueran diseñados y construidos de tal forma que pudieran bombardear en picado. Contó con el apoyo de Jeschonnek.

Aquella caprichosa decisión fue desastrosa. El Stuka era un avión pequeño, apto para el bombardeo en picado para el cual había sido diseñado, pero cuando llegó el momento de aplicar la teoría del bombardeo en picado a aviones más grandes empezaron las dificultades. El Ju 88 tuvo que ser modificado, aumentó su peso y perdió velocidad. El Dornier Do 217, sustituto del Do 17, sufrió retrasos pero superó su adaptación al bombardeo en picado pudiendo ser empleado como lo que era, es decir, un bombardero horizontal; sin embargo lo que ocurrió con el Heinkel He 177 fue distinto.

domingo, 7 de julio de 2013

El tipo que se cargó la Luftwaffe (I)


Siempre se ha tenido una imagen de la Luftwaffe de Hitler -la Fuerza Aérea alemana en la Segunda Guerra Mundial- como de una cosa ténicamente casi perfecta, con aviones poderosísimos y avanzadísimos para su época, con un pila de ases de la aviación y, en fin, como si se tratara del clásico ejemplo de la famosa e insuperable ingeniería alemana. Un arma casi invencible que sólo fue derrotada por las circunstancias, por culpa de las decisiones de Hitler y, sobre todo, debido a la abrumadora superioridad numérica de sus enemigos.

Bien, pues esta visión tiene mucho de mito. Ciertamente contó con algunos tipos de aviones muy buenos, pero también con otros no tan buenos. Ciertamente contó con un gran número de excelentes aviadores (y una cantidad inusitada de ases de caza que alcanzaron unas cifras astronómicas de derribos), pero también con una barbaridad de pilotos inexpertos -sobre todo en los últimos años de la guerra-, que eran enviados como carne de cañón a volar casi sin entrenamiento. Ciertamente, y como es obvio, las decisiones de Hitler tuvieron mucho que ver con la marcha de guerra pero, en lo referente a la Luftwaffe, la verdad es que el Führer tomó pocas decisiones -salvo en momentos concretos-, porque la aviación era un tema un tanto desconocido para él. El responsable de la Fuerza Aérea, en todo caso, fue su jefe, el Mariscal del Reich Hermann Göring, un antiguo as de caza de la Gran Guerra. Sin embargo, y en mi modesta opinión, el tipo que más culpa tuvo directamente de la derrota de la Luftwaffe no fue Göring, aunque éste sí cargara con gran parte de la responsabilidad, entre otras cosas porque fue quien colocó en su puesto al hombre del que hablamos: Ernst Udet.


viernes, 5 de julio de 2013

Las bacterias nazis (y los efectos secundarios)




En el dentista:

-Verá, doctor. Desde hace unos días tengo unos agujeros negros horribles en las muelas, y me duelen una barbaridad. Además me sangran mucho las encías, y para colmo los dientes se me están poniendo muy amarillos.
-¿A ver? Vaya, lo sospechaba. Tengo malas noticias.
-¿Qué ocurre?
-Tiene usted las típicas caries producidas por bacterias nazis.
-¿Cómo dice?
-Hablo de un tipo de bacteria que se llama Streptococcus hitlerianis, originaria de Austria. Es tremendamente agresiva, muy disciplinada (si se fija sus caries son simétricas), y se expande por la boca con inusitada rapidez ya que necesita un espacio vital. Destruye casi todo lo que encuentra a su paso, y lo que no destruye lo marca, lo emplea en su provecho y luego lo destruye igual con ácido prúsico.
-¿Lo marca?
-Sí, con un pigmento amarillo cuyas partículas tienen forma de estrella de seis puntas. Por eso se le están poniendo los dientes de ese color.
-¡Madre mía! ¿Y se puede hacer algo? ¿Hay alguna solución?
-Bueno, lo primero es eliminar la bacteria. Pero hay un problema.
-Explíquese, por favor.
-Verá, esa bacteria es muy resistente, hasta el punto de que sólo es sensible a un antibiótico, el cual tiene que emplearse además en grandes cantidades: la estalinina.
-¿Y cuál es el problema?
-Pues que la estalinina destruirá las bacterias, pero a la vez se apoderará de su mente y la controlará. Le cambiará la personalidad. Se volverá usted muy paranoico y le entrarán ganas de encerrar a la gente y matarla de hambre. Seguro que lo paga con su familia y sus amigos.
-Mmm, bueno. Lo importante es que es por una buena causa.

martes, 2 de julio de 2013

Paralelismos





A veces, en el supermercado, cojo cosas que sé que tienen una fecha de caducidad pero que no la veo por ninguna parte. Y entonces pienso que son como mis relaciones.


domingo, 30 de junio de 2013

Armin T. Wegner y el genocidio armenio (II)


Antes de nada, hay que tener en cuenta que existe una primera parte.


Armin T. Wegner fue uno de los varios representantes de la comunidad internacional que contemplaron las atrocidades. Éstas se llevaron a cabo ante observadores neutrales (suizos, estadounidenses, daneses, suecos) y funcionarios civiles y militares, alemanes y austriacos, destinados en la zona. Sus múltiples informes permitieron a las asociaciones de ayuda a los refugiados y a la prensa dar a conocer al mundo que, en lugar de un simple desplazamiento de la población en una zona de guerra, se estaba cometiendo un asesinato colectivo en todo el país. En 1916 todos estos informes fueron sintetizados en una importante antología publicada bajo la dirección de James Bryce, presidente de la Anglo-Armenian Association, y con el concurso de un joven historiador de Oxford, Arnold J. Toynbee. El grueso volumen se titulaba The treatment of Armenians in the Ottoman Empire. Se envió a unas 250 publicaciones estadounidenses y al año siguiente se editó en francés.




jueves, 27 de junio de 2013

Armin T. Wegner y el genocidio armenio (I)



Dedicado al compañero bloguero Dessjuest :)


Por un momento, preso del vértigo de los sentimientos, pienso: ¿dónde estás, Dios? Así, me quedo dormido, y cuando despierto, la casa de oración está vacía; como si fuera una respuesta a mi pregunta, en aquel espacio sólo se oye el eco de un desierto sin confines.

Armin T. Wegner




Armin Theophil Wegner nació en Wuppertal (Renania, Alemania), en 1886. Se doctoró en Derecho y cuando estalló la Primera Guerra Mundial se enroló como sanitario. Por su labor obtuvo la Cruz de Hierro.

En 1915 fue enviado a Oriente Próximo formando parte del Cuerpo Sanitario Alemán, adscrito al ejército otomano. Allí fue testigo del genocidio llevado a cabo por los turcos contra el pueblo armenio. Advierto que, aunque dicho genocidio sólo ha sido reconocido por algunos países, me referiré al mismo como tal, pues creo que lo acontecido sí se ajusta a la definición de la palabra. De hecho, fue el primer genocidio del siglo XX y la mayor de las atrocidades que afectaron a los civiles durante la Gran Guerra.


miércoles, 26 de junio de 2013

La caries que nunca estuvo allí





En el dentista:

-Hola. Vengo a que me empaste una caries. Mide, da dengo aguí, donde bongo da dengua.
-¿A ver? Enhorabuena, no tiene usted caries.
-¿Cómo que no? Si yo me noto ahí un hueco que antes no tenía.
-Verá, creo que eso es un trozo de sarro que se le ha caído. Tiene usted demasiado sarro y claro, es normal que lo vaya perdiendo por ahí…
-¿Qué se me ha caído? ¿Y adónde se puede haber caído?
-Ah, vaya usted a saber.
-No, pero ¿adónde va el sarro cuando se cae?
-Pues seguramente se lo haya tragado.
-¿Y no es malo tragar sarro?
-Hombre, de eso no se muere nadie, pero ya puestos es mejor comer otras cosas. Que no sólo de sarro vive el hombre.
-Bueno, ustedes los dentistas sí que viven bastante del sarro. ¿Y qué ocurre cuando uno se traga su propio sarro? Quiero decir: ¿no es un poco como comerse a sí mismo?
-Mmm, podemos verlo así. Pero entonces lo digiere, lo absorbe y vuelve a usted pero de otra forma. Verá, es que el sarro ni se crea ni se destruye, sino que se transforma.
-¿Así que el sarro es como la energía? ¿Entonces si tengo mucho seré muy fuerte y poderoso como Popeye o Superman?