-Buenos días, queria comprar una cama grande y me ha encantado ésa.
-Buenos días. Si quiere le puedo enseñar más, que las hay aún mayores.
-No, no hace falta, gracias, le aseguro que esta es la cama de mis sueños. Por cierto, yo vivo lejos. ¿Cuánto me costaría el transporte de la cama hasta mi casa?
-Pues es gratis.
-Ah, muy bien. Oiga, me chifla todo en esta tienda, incluido usted, ji, ji, ji. Creo que conmigo ya tiene una cliente segura.
-Muchas gracias, usted parece la cliente perfecta, je, je.
-Bueno, y a todo esto, ¿qué vale la cama?
-Pues quinientos.
-Mmm... ¿Y podría llevármela hoy y pagar la semana que viene? Es que gastarme ese dinero ahora mismo me viene fatal.
-Me temo que eso no es posible, lo siento.
-Vaya. ¿Y alguna rebaja me podría hacer?
-Sí, claro. Mire, se la dejo rebajada al 50%.
-Vaya. ¿No podría ser al 99%?
-De nuevo me temo que eso tampoco es posible, lo siento.
-Pues qué fastidio.
-Perdone pero, ¿seguro que le interesa a usted la cama?
-Mire, la verdad es que me voy porque necesito estar sola y pensar sobre esto. Y no me mire así, que me agobia.
-Perdone pero, ¿seguro que le interesa a usted la cama?
-Mire, la verdad es que me voy porque necesito estar sola y pensar sobre esto. Y no me mire así, que me agobia.
Y así son siempre mis relaciones con mis sucesivas novias.