jueves, 30 de enero de 2020

Cuando se jodió el Perú




Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú?

Mario Vargas Llosa, "Conversación en La Catedral"

Entre 1980 y 2000, la llamada época del terrorismo en Perú se cobró la vida de cerca de 70.000 personas en la lucha entre el Estado y los grupos subversivos Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Fue un número de muertos superior al de cualquier guerra sufrida por Perú desde su independencia.

Uno de los colectivos más perseguidos por el grupo terrorista maoísta Sendero Luminoso y el MRTA, de inspiración castrista, fue el LGTB. En la madrugada del 31 de mayo de 1989, seis miembros armados del MRTA irrumpieron en la discoteca Las Gardenias, en la ciudad de Tarapoto, porque se rumoreaba que funcionaba como bar gay clandestino. Sacaron a ocho personas gays y travestis y las mataron a tiros. El propio MRTA justificó el crimen tachando "la drogadicción, prostitución y homosexualismo" de "lacras sociales que eran utilizadas para corromper a la juventud". Para los terroristas, los homosexuales eran "indeseables".



Las persecuciones a personas LGTB por parte de Sendero Luminoso y el MRTA se enmarcaban dentro de sus políticas de "limpieza social". Se cree que asesinaron a unas 500 personas por su condición sexual.

Para conmemorar la "Noche de las Gardenias", cada 31 de mayo se celebra en Perú el Día Nacional de Lucha Contra la Violencia y los Crímenes de Odio hacia Lesbianas, Trans, Gays y Bisexuales. Pero la vida sigue sin ser fácil para el colectivo LGTB en aquel país.

Aparte de asesinar a decenas de miles de personas, Sendero Luminoso mató a más de dos millones de animales a lo largo de dos décadas. Practicando un socialismo muy poco respetuoso con la fauna, los terroristas opinaban que los animales formaban parte del sistema capitalista, que eran simples instrumentos del imperialismo. Así, masacraban ganado de todo tipo, perros e incluso peces. Con los perros en concreto se ensañaron la noche del día de Navidad de 1980 de una forma tan surrealista como brutal. La mañana del 26 de diciembre, las calles de Lima aparecieron con varios perros ahorcados como protesta por las reformas económicas que estaba llevando a cabo Deng Xioaping en China. El fundador de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, era maoísta radical, y por lo visto prefería que en China la gente siguiera muriendo en masa de hambre o en las purgas de la Revolución Cultural, como en tiempos de Mao, antes que aceptar una economía de mercado. Y por eso mataba a los perros peruanos.



Y quiero terminar citando un artículo escrito por un psiquiatra acerca de este tema, algo que me parece de lo más apropiado teniendo en cuenta que todo lo que concierne al terrorismo peruano es ciertamente una historia de locos:

"Las creencias. Las creencias asesinas. José Ortega y Gasset tiene un libro breve y delicioso titulado Ideas y creencias. Para Ortega, las personas tienen un conjunto de ideas diversas, que va desde las ocurrencias a las verdades científicas. Dichas ideas conviven e interactúan con un estrato más profundo: las creencias, a las que no llegamos como llegamos a las ocurrencias. Para Ortega, las ideas se tienen o se dejan de tener, pero las creencias «nos tienen», son «ideas que somos». Las ideas, incluso las científicas, se discuten y hasta se muere por ellas, pero no se puede vivir de ellas. La propia vida, en cambio, se sostiene sobre un profundo plano creencial que no elaboramos nosotros, ni cuestionamos, sino que estamos en ellas, en las creencias. Nosotros sostenemos las ideas, pero son las creencias las que nos sostienen a nosotros. Las ideas se tienen, en las creencias se está. Por ejemplo, como ejemplifica José Lázaro: «aunque usted tenga una cirrosis terminal no debe aceptar un trasplante de hígado porque la resurrección de los muertos devolverá ese hígado a su donante». Hay una idea, la cirrosis y su tratamiento, y una creencia que nos impide desarrollar ideas. De ahí el famoso deseo orteguiano: «más pensantes y menos creyentes», o esa exquisitez einsteniana: «es más fácil creer que pensar».

Cierto que no todos los creyentes son fanáticos violentos porque no todas las creencias tienen la misma capacidad mortífera, pero hay una pendiente muy inclinada que une a las creencias con la barbarie. Hay un proceso mediante el cual ciertos creyentes se convierten en dogmáticos, los dogmáticos en fanáticos y los fanáticos en genocidas. Lázaro narra con detalle este proceso: «hay una afirmación cada vez mayor de las convicciones propias, que van ganando afectividad y haciéndose cada vez más refractarias a la crítica racional; esas creencias emocionales se identifican con el grupo al que se pertenece; se designan grupos próximos como competidores y enemigos peligrosos y, finalmente, se decide exterminar al enemigo ante de que él pueda llevar a cabo su secreta intención de eliminarnos a nosotros. No hay terrorista que no esté convencido de que actúa en defensa propia». Y prosigue: «Todos los grandes asesinos son creyentes. Y todos actúan por amor. Los grandes asesinos, no los pequeños. Stalin mató a millones de personas por amor al proletariado; Bin Laden mataba por amor al islam; Franco por amor a España; De Juana Chaos por amor a Euskal Herria, el Che por amor a las masas oprimidas; Bush por amor a la democracia y a la libertad». Y Abimael Guzmán, Elena Iparraguirre y los miembros de Sendero Luminoso mataban por amor al pueblo peruano. Tal vez esto sea lo que confunde a Santiago Roncagliolo tras tantas entrevistas con los senderistas presos: que no hay un gran asesino que no tenga una inmensa capacidad de amar".




domingo, 26 de enero de 2020

Separatismos




El 8 de mayo de 1898, una semana después de la derrota naval española contra EEUU en la batalla de Cavite (Filipinas), el semanario catalán La Veu de Catalunya publicó un artículo que sentenciaba que "España está perdida sin remedio, es un pueblo enfermo y con tendencia a los delirios" y terminaba con la siguiente propuesta:

"Estamos clavados a una barca que hace agua; si queremos salvarnos hemos de aflojar las ataduras".

El artículo se titulaba "Aném callant" y lo firmaba Narcís Verdaguer y Callís, fundador y director del periódico. Al año siguiente se crearon los primeros partidos políticos catalanistas, el Centre Nacional Català y la Unió Regionalista, que en 1901 se fusionarían dando lugar a la Lliga Regionalista. La Lliga, de corte conservador y autonomista, ostentaría la hegemonía del catalanismo político hasta los tiempos de la Segunda República.

Por otro lado, fue a partir de 1898 y el fin de la guerra hispano-estadounidense, con la pérdida de las últimas posesiones españolas en América y el Pacífico, cuando el Partido Nacionalista Vasco, fundado por el racista e integrista Sabino Arana tres años antes, empezó a cosechar sus primeros éxitos electorales.

Y así, amigos, es como surgieron los separatismos en España.



Siete años en el blog




Hoy este mi blog cumple siete añitos, está cambiando los dientes y ya tiene su propia personalidad.




domingo, 19 de enero de 2020

Los traidores de Teruel




Ahora que todos sabemos que Teruel existe, no está de más recordar que allí, en el crudo invierno de 1937 a 1938, se desarrolló la batalla más sangrienta de la Guerra Civil Española. En aquella ocasión resultó gravemente herido mi tío abuelo Manolo, por cierto.

Teruel fue la única capital de provincia conquistada por el bando republicano, aunque fuera por poco tiempo. En la efímera victoria republicana, sucedida el 7 de enero de 1938, tuvo un papel estelar la 84ª Brigada Mixta del Ejército Popular, a la que acompañaron en su avance conocidos corresponsales extranjeros, como Ernst Hemingway, Herbert Matthews o Robert Capa. Este último, además de fotografiar la batalla, realizó sobre la misma la única crónica escrita que publicó en toda la contienda.






El 16 de enero, los hombres de la 84ª Brigada Mixta, que habían sufrido un tercio de bajas, recibieron una semana de merecido descanso y fueron enviados a Rubielos de Mora, en retaguardia, a medio centenar de kilómetros del frente, adonde se trasladaron a pie. Pero al día siguiente Franco inició una gran ofensiva para reconquistar Teruel, de manera que el 19 de enero el mando republicano, en la necesidad de recurrir a todas las fuerzas disponibles para evitar el hundimiento del frente, ordenó a la 84ª Brigada Mixta suspender el permiso y regresar al frente. Los hombres de dicha unidad se sintieron estafados y 600 de ellos se insubordinaron negándose a volver al combate después de haber luchado en la ciudad de Teruel durante más de tres semanas, calle por calle, casa por casa, a veinte grados bajo cero y tras sufrir cuantiosas bajas. Reclamaron continuar con el descanso que les habían prometido y que otra unidad fuera al frente en su lugar. En represalia, y como en la película "Senderos de gloria", las autoridades republicanas seleccionaron a varios de ellos para que fueran pasados por las armas. Algunos lograron escapar, pero 46 hombres resultaron fusilados sin posibilidad alguna de defensa. La brigada terminó disuelta y más de un centenar de sus supervivientes fueron enviados a campos de trabajos forzados para el resto de la contienda.

Algunos restos de los fusilados se encontraron en una fosa común en 2009.




Teruel volvió a caer en manos de sublevados el 22 de febrero de 1938.

Siempre se recalca que la represión franquista fue mucho mayor que la republicana, pero esto fue así básicamente porque los primeros dispusieron de más tiempo para ello, durante la guerra y después. Cuando empezó la contienda, en el verano de 1936, la represión en la capital turolense se cebó en los izquierdistas, pero más tarde, en el poco tiempo que controlaron los republicanos la ciudad de Teruel y sus alrededores, tampoco estos dudaron en dar rienda suelta a los asesinatos llevándose por delante a cientos de personas. De hecho, a lo largo de la guerra los republicanos mataron en la provincia de Teruel a más gente que los franquistas durante la guerra y la posguerra juntas: 1.702 víctimas de los republicanos contra 1.340 de los nacionales. Y hay que tener en cuenta que ya entonces era una de las provincias más despobladas de España. La represión republicana se recrudeció precisamente durante la batalla y la ocupación de la ciudad. Todavía en febrero de 1939, unos soldados republicanos que huían hacia Francia fusilaron en Cataluña a una cuarentena de prisioneros franquistas de la batalla de Teruel, entre ellos al jefe de la guarnición, el coronel Domingo Rey d'Harcourt (repudiado por los franquistas tras haberse rendido), y al obispo de la ciudad, Anselmo Polanco. Después, quemaron los cuerpos cuando algunos todavía agonizaban.

Todo esto también es memoria histórica.


Más información:

-Corral, Pedro, "Eso no estaba en mi libro de la Guerra Civil", Almuzara, 2019.

De héroes a traidores: senderos de gloria en la batalla de Teruel


jueves, 3 de octubre de 2019

Serrano Poncela




Todos sabemos que, tras la Segunda Guerra Mundial, una buena colección de criminales nazis y fascistas se marcharon a hacer las Américas para no caer en manos de los vencedores. Lo que no es tan sabido es que, entre los exiliados políticos que había por allí en aquellos años, también estaba algún otro asesino de masas y no precisamente nazi o fascista, sino del extremo opuesto.

Siempre me ha llamado la atención la doble vida que llevó Segundo Serrano Poncela, un personaje muy desconocido en nuestros días que, sin embargo, cumplió un oscuro e importante papel en un siniestro episodio de nuestra guerra civil.

Serrano Poncela fue un tipo cultivado, licenciado en Filosofía y Letras y en Derecho, socialista, dirigente de las Juventudes Socialistas Unificadas junto a su amigo Santiago Carrillo -que era secretario general de la organización- y con el que ingresó en el Partido Comunista de España al empezar la Guerra Civil.

En noviembre de 1936, con 24 años, Serrano Poncela fue nombrado delegado de Orden Público en Madrid, un cargo equivalente al de director general de Seguridad. Estaba a las órdenes de su camarada Carrillo, de 21 años, que era consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid. El caso es que la firma de Serrano Poncela aparece en algunas de las órdenes de "liberación" o "evacuación" de muchos cientos de presos que acabaron fusilados en Paracuellos de Jarama y Torrejón de Ardoz. Digamos que entre Carrillo, Serrano Poncela y otras autoridades republicanas organizaron las matanzas, y ellos dieron las órdenes.

Antes de que terminara la guerra, Serrano Poncela se enfrentó a su amigo Carrillo y a todo el PCE y se marchó a Hispanoamérica a trabajar de profesor de Literatura Española. Parece ser que antes de cruzar el Atlántico, mientras estaba en Francia, escribió una carta al PCE abjurando del comunismo. Cuando alguien en el exilio le inquirió por su papel en las masacres de Paracuellos, Serrano se limitó a decir que las órdenes se las pasaba Carrillo y que él solo las firmaba. Como si no se enterase de nada, como una infanta Cristina cualquiera, vaya. Por su lado Carrillo negó de forma contumaz y hasta su muerte -hace siete años- haber sabido nada de las matanzas mientras sucedían y, por supuesto, culpó de ellas a su antiguo amigo y camarada Serrano Poncela.

Mientras tanto, Serrano pudo procurarse una nueva vida como profesor universitario en Santo Domingo, Puerto Rico y Venezuela, e incluso alcanzó cierto prestigio. Es cierto que mientras estuvo en Puerto Rico, apareció señalado en la Causa General junto a Carrillo como responsable de los crímenes, motivo por el que Juan Ramón Jiménez, exiliado como él, se negó a saludarle ("no me he exiliado para acabar dándole la mano a un asesino", diría el autor de Platero y yo). No obstante, Serrano logró que su nombre se relacionara más bien con su trayectoria académica y literaria en el exilio, pues también escribió varias obras de ficción y ensayo que llegaron a ser publicadas en España a partir de los años sesenta. Su libro "Formas de vida hispánica" tuvo incluso buenas críticas nada menos que en el diario ABC, aunque el autor de la reseña, desconocedor de la trayectoria de Serrano Poncela, tuvo que rectificar unos días después tras recibir una llamada de atención del Tribunal Supremo.

Hoy casi nadie se acuerda de Segundo Serrano Poncela -muerto en Caracas en 1976-, y mucho menos se relaciona su nombre con las matanzas de Paracuellos, al contrario de lo que ocurre con el de Carrillo, que decidió seguir metido en política. En ese sentido se puede decir sin lugar a dudas que Serrano pudo hacer borrón y cuenta nueva con su vida. Y es que, como él mismo escribió, "recordar es dejar de vivir".

Más información:



viernes, 6 de septiembre de 2019

El bombardeo de El Havre




Hola, amigos. Os traigo un ejemplo de cómo por muy loables que sean los objetivos, no todo vale. De que el fin no justifica los medios, vaya.

Se cumplen ahora 75 años de los brutales bombardeos aliados de El Havre, una ciudad situada en la desembocadura del Sena, al noroeste de Francia.

A comienzos de septiembre de 1944 El Havre estaba completamente rodeada por las tropas británicas. La ciudad había sido declarada fortaleza (“festung”) por Hitler, de manera que una guarnición alemana de 12.000 hombres se disponía a defenderla. Previamente al asedio, gran parte de la población había sido evacuada, pero 50.000 de sus habitantes decidieron quedarse. El general “Honesto John” Crocker, jefe del I Cuerpo de Ejército británico, lanzó un ultimátum a los alemanes antes de atacar para que se rindieran bajo la amenaza de un tremendo bombardeo, pero el general Hermann-Eberhard Wildermuth, jefe de la guarnición, se negó. No obstante, este pidió a Crocker una tregua de 48 horas para evacuar a todos los civiles, y esta vez fue el británico quien dijo que no. Crocker justificó su drástica decisión alegando que aquel plazo solo serviría para que los alemanes ganaran tiempo. El general británico tenía prisa.

Y entonces comenzó la Operación Astonia. Entre los días 5 y 6 de septiembre, El Havre fue arrasada por los bombarderos de la Royal Air Force (RAF) en el que resultó ser el ataque aéreo más mortífero sufrido por Francia durante la Segunda Guerra Mundial. El colmo de aquel absurdo y criminal bombardeo es que no sirvió para nada desde el punto de vista militar: mató a solo 19 soldados alemanes y a más de 2.000 civiles franceses.

Como ya comenté por aquí, los Aliados tenían la costumbre de liberar territorios ocupados por Alemania arrasándolos primero con sus famosos bombardeos de saturación. De esa forma, causaron más de 60.000 víctimas civiles en Francia y otras tantas en Italia. Por cierto, el “honesto” general Crocker también había sido el encargado de conquistar Caen, una ciudad que tenía que haber sido tomada el mismo día del desembarco de Normandía pero que tardó seis semanas en caer. Eso sí, antes de ser liberada, por supuesto, fue arrasada por la RAF en un bombardeo llevado a cabo el 7 de julio de 1944 que, vaya sorpresa, no afectó a las posiciones alemanas pero sí mató a cientos de civiles.

El 10 de septiembre, tras un nuevo bombardeo, las tropas británicas atacaron El Havre que cayó dos días más tarde. Cada bando sufrió unos 500 muertos.

Obviamente, la recepción de los civiles supervivientes a sus libertadores británicos fue bastante fría. El Havre fue reconstruida en la posguerra, aunque no a gusto de sus habitantes. Quizá por tratar de compensarles, en 2005 el centro reconstruido de la ciudad fue inscrito en el patrimonio de la Unesco.

La verdad es que el tema de los bombardeos aliados sobre territorios ocupados por los nazis es bastante desconocido aún y la bibliografía existente es escasa. No obstante, os dejo un buen documental donde se relata todo esto con más detalle: