martes, 11 de octubre de 2016

El Che, ese carnicero




Ernesto Guevara de la Serna, más conocido como el Che Guevara, es como el Volkswagen Escarabajo: no pasa de moda. Sin embargo, imaginemos que hoy algún político celebrase los orígenes nazis de aquel simpático cochecito, en plan ¿qué pasa con las cosas buenas que hizo Hitler?



Quedaría bastante feo. Pues algo parecido ocurre cuando un político actual rinde homenaje a un tipejo como el Che. A ver si se me entiende: no estoy diciendo que el Che fuese como Hitler, que en el mundo del crimen también hay grados. Estoy diciendo que no está bien honrar a un criminal, aunque parezca romántico. Se me podría decir que claro, que hay que situarlo en su contexto. Por supuesto, como a todos los fanáticos del siglo XX.

Se ha cumplido estos días el 49º aniversario de la muerte del Che y, aunque no sea una fecha redonda, se le ha recordado con profusión en los medios, para mi sorpresa incluso de forma apologética. El caso es que he decidido evocar también un poco su lado antipático, que parece ser que sigue siendo muy desconocido a pesar de la ingente cantidad de información que existe hoy disponible al respecto.

Para empezar, los métodos del Che fueron un fracaso porque cuando trató de exportarlos fuera de Cuba la fastidió una y otra vez hasta que lo cogieron en Bolivia precisamente por no lograr el apoyo de aquellos a quienes decía defender. Y sus ideas también fueron un fracaso porque tanto el régimen que él ayudó a instaurar en Cuba como otros similares no han sido sino repugnantes dictaduras, la mayor parte de las cuales ya hace tiempo que se han venido abajo, por fortuna.

El Che fue un idealista, pero también un gran admirador de Stalin (incluso después de la desestalinización), un fanático, y el tipo que abrió en Cuba el primer campo de concentración, en Guanacahabibes, en 1960. Sería el primero de una serie de campos en los que se encerraba a gente que no había hecho nada: homosexuales, alcohólicos, etc.  El Che también fue un carnicero: solo en 1959 ordenó fusilar a cientos de personas, cuando dirigía las ejecuciones en La Cabaña.

De todas formas, para averiguar cómo era el Che lo mejor es acudir a él mismo. Sobre el campo de Guanacahabibes dijo: 

(Nosotros) solo mandamos a Guanahacabibes aquéllos casos dudosos de los que no estamos seguros que sean gente que deba ir a la cárcel. Yo creo que la gente que debería ir a la cárcel debería ir a la cárcel de todas maneras. Aunque, sean militantes desde hace mucho tiempo o lo que sean, deberían ir a la cárcel. Nosotros mandamos a Guanahacabibes a la gente que no debería ir a la cárcel, gente que ha cometido crímenes contra la moral revolucionaria, en mayor o menor grado, y reciben sanciones simultáneas, como ser privado de su correspondencia, y en otros casos sólo se les reeduca a través del trabajo. Es un trabajo duro, no un trabajo brutal, mas bien las condiciones de trabajo son severas pero no brutales...

"Crímenes contra la moral revolucionaria". Pues eso. Pero sigamos leyéndole:

El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal. 

Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aún dentro de los mismos: atacarlo donde quiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite. 

Estos párrafos pertenen a su Mensaje a la Tricontinental. Incidiendo en por qué fracasaron sus métodos, eso lo escribió en 1967, estando ya en Bolivia. Y a esos métodos hoy se les llama terrorismo.

Acerca de los fusilamientos que llevó a cabo, he aquí una carta escrita por el Che a comienzos de 1959:

5 de Febrero de 1959

Luis Paredes López
José María Paz,
Pabellón N° 8, piso N° 9
Depto. 93, Villa Celina,
Buenos Aires.

Estimado amigo:

Me alegra mucho recibir cartas de personas que se interesan por la actualidad americana.

De toda su exposición le diré que capta mi atención especialmente el tema a que usted se refiere sobre los fusilamientos. Creo que está en un error completo. Los fusilamientos son, no tan sólo una necesidad del pueblo de Cuba, sino también una imposición de este pueblo.

Quisiera que usted se informara por prensa que no fuera tendenciosa para poder apreciar en toda su magnitud el problema que entraña.

Reciba un afectuoso abrazo de su siempre amigo.

Dr. Ernesto (Che) Guevara,
Cmdte. En Jefe Depto, Mtar.
La Cabaña.

Claro, la responsabilidad de los fusilamientos no recaía en los verdugos, sino en el pueblo. Todo un clásico.

El Che no tuvo problemas en reconocer esos fusilamientos ante la ONU, concretamente el 11 de diciembre de 1964. Cuando le preguntaron por ellos, contestó lo siguiente: 

El señor delegado de Venezuela también empleó un tono moderado, aunque enfático. Manifestó que son infames las acusaciones de genocidio y que realmente era increíble que el Gobierno cubano se ocupara de estas cosas de Venezuela existiendo tal represión contra su pueblo. Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, y la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte. Nosotros sabemos cuál sería el resultado de una batalla perdida y también tienen que saber los gusanos cuál es el resultado de la batalla perdida hoy en Cuba.


No dudo que seguramente entre los fusilados habría feroces criminales, pero es que hablamos de miles de personas (según Hugh Thomas, hacia 1970 el número de fusilados por el régimen castrista sería por lo menos de 5.000). ¿Todos esos miles merecían realmente la muerte? 

Creo que ha quedado sobradamente demostrado que el Che fue un fanático y un carnicero. Un fanático y un carnicero en aquel contexto y en cualquier otro. Cada cual es libre de admirar a quien quiera, claro, pero luego en España muchos se preguntan una y otra vez por qué a la izquierda le cuesta tanto ganar votos a pesar de la evidente corrupción de la derecha. Pues bueno, igual el truco está en dejar de ensalzar a tipos tan despreciables como el Che Guevara.

 

sábado, 24 de septiembre de 2016

Las apariencias




Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira:
«todo es según el color
del cristal con que se mira»

Ramón de Campoamor

Las apariencias, a menudo, engañan

Esopo


-Buenas, ¿es aquí el club de las apariencias?
-Por supuesto, caballero.
-Verá, hace tiempo decidí dedicarme a la política, me gané el corazón de la gente y triunfé en unas elecciones prometiendo un montón de cosas que jamás cumplí; incluso hice lo contrario de lo prometido. En mi trabajo pongo todo mi empeño en aparentar ser un buen profesional, el mejor, pero solo busco forrarme de pasta a toda costa. A mís amigos y familiares les repito lo muchísimo que los aprecio, pero en realidad solo me acuerdo de ellos para lo que me interesa, y cuando me necesitan me hago el loco. Y a mi pareja siempre le hago ver que la quiero, que ando enamoradísimo de ella, aunque lo cierto es que cualquier día de estos me cansaré y la dejaré con alguna excusa barata.
-Vaya, desde luego es usted todo fachada, podría ser incluso nuestro presidente. Lástima que esto en realidad no sea ningún club de las apariencias pero, ¿a que da el pego?




viernes, 9 de septiembre de 2016

Sobre la ética (o su ausencia)




Recuerdo que en el cole había que elegir entre clase de ética o de religión, y que la segunda ganaba por goleada. Me decía hace tiempo mi amigo Javier que Dios es muy humano. Pienso que la ética, en cambio, es completamente inhumana. Por eso muchos millones de personas tienen muy presente siempre a algún dios, mientras que la ética ni está ni se la espera en este mundo.
 



jueves, 25 de agosto de 2016

El Holocausto y el mito de la Gran Guerra Patria (III)


Antes de nada, hay que tener en cuenta que existen una primera y una segunda parte.



El frente oriental entre el 22 de junio y el 5 de diciembre de 1941


Homo homini lupus est

Plauto


En las entradas anteriores hemos visto que las matanzas del Holocausto comenzaron, durante el verano de 1941, en los territorios doblemente ocupados, en las zonas en las que los Estados de entreguerras habían sido destruidos por los soviéticos justo antes de la ocupación alemana. Lo cierto es que en pocas semanas los alemanes alcanzaron las tierras de la URSS prebélica, y allí continuaron las masacres organizadas con apoyo local. La tasa de mortalidad judía en las regiones ocupadas por Alemania que ya eran soviéticas antes de la guerra (95%) fue casi igual de alta que en las de doble ocupación (97%). Los ciudadanos soviéticos colaboraban en los asesinatos masivos de judíos con independencia de que hubieran recibido el pasaporte soviético entre 1939 y 1940, o de que hubieran vivido desde antes en la URSS. Los militantes comunistas colaboraban con los nazis con independencia de que sus carnés del partido tuviesen el sello del año anterior o de hacía una década.


miércoles, 20 de julio de 2016

Tranquilidad (soneto)




He vivido más de cuarenta años
y quizá, llegado a este trance,
sea hora de hacer un balance
de los beneficios y los daños.

He estudiado cuanto he podido,
he currado por cuenta ajena y propia,
supongo que habré estado en la inopia
y que mejor me podría haber ido.

He creído en el amor y la amistad,
en Dios y en los grandes ideales,
y casi nada de ello era verdad.

Así que, como remedio a mis males,
solo pido un poco de tranquilidad
para poder seguir en mis cabales.


jueves, 7 de julio de 2016

Negacionismo




Siempre he sido muy partidario de que cada cual pueda expresar las ideas que le dé la gana, por muy repugnantes que estas puedan parecer. Es decir, de la famosa libertad de expresión (acerca de la censura de chistes y parodias, que es algo que últimamente se lleva mucho, ya expuse mi opinión en otra entrada y por eso ahora solo diré que me parece demencial). Sobre la proscripción del negacionismo del Holocausto ya escribí aquí lo que pensaba. Únicamente añadiré que creo que la justicia no está adaptada para buscar la verdad de un hecho histórico, porque solo entiende de extremos: sí/no, culpable/inocente, y la certeza histórica suele estar a medio camino. La historia no es de color blanco o negro, sino gris. Los jueces no están preparados para sustituir a los historiadores, y si lo hacen corremos el riesgo de crear una historia oficial, como en las dictaduras. Por todo ello me parece mal, sin ir más lejos, el encarcelamiento de personajes como David Irving o Pedro Varela, aunque no me caigan simpáticos.


El Ku Klux Klan negando alegremente el Holocausto


Dicho esto, me resulta difícil de entender que a estas alturas el negacionismo del Holocausto siga siendo tan habitual. Hace unos días murió el escritor Elie Wiesel, superviviente del Holocausto, al que definía como "la tragedia más documentada de la historia". Y probablemente lo sea. Con el advenimiento de internet, cualquiera tiene mucho más acceso que antes a todo tipo de información al respecto: la red está plagada de archivos, documentos, fotografías e incluso vídeos de época referentes a la Segunda Guerra Mundial y los crímenes nazis. Digamos que conocer el Holocausto está al alcance de todo el que tenga un mínimo de interés en ello. Sin embargo, y de forma sorprendente, por foros y redes sociales abundan quienes insisten machaconamente en reiterar los tópicos neonazis de toda la vida. Falacias que son repetidas incluso por un dirigente político como el presidente de Irán. Da la sensación de que cuanta más información sobre el Holocausto hay disponible, más negacionistas aparecen. Es como si hubiera un montón de ignorantes y equivocados de la vida a los que les encantase serlo, que ya tendría delito. O que quizá los neonazis y antisemitas en general padezcan un mecanismo de negación colectivo que haría las delicias de Freud.



Para acabar, dejo el vídeo de un tema de Roger Taylor, batería de Queen, que va sobre todo este asunto. La canción tiene más de veinte años, pero sigue estando de triste actualidad. Hay que decir que en su día fue censurada por temor a represalias de los neonazis. Lo cierto es que Taylor tuvo mucho valor al escribir una letra tan explícita.

Y tiene razón: tenemos que parar a esos jodidos nazis.



domingo, 3 de julio de 2016

Esas pequeñas cosas que te acercan a Hitler




Todos nos creemos mejores que Hitler. Sin embargo, podemos parecernos al Führer más de lo pensamos cuando reunimos algunas de las siguientes características:

- La falta absoluta de humildad. A lo largo de su vida Hitler se equivocó en casi todo, pero jamás reconocía ningún error. La culpa siempre era ajena, por eso sus disparates los pagaban otros (en especial, los judíos), y muy caro además. Si habitualmente te cuesta reconocer que te has equivocado, y encima se lo haces pagar a otras personas, te pareces a Hitler.

- Si te crees no solo infalible, sino también imprescindible, te pareces a Hitler. Y si además eres carismático, te pareces más aún.



- Si eres una persona autoritaria e incluso piensas que estás por encima de las normas, de las leyes y del Estado. Es más, crees que las leyes tendrían que redactarse a tu antojo. Entonces te pareces a Hitler.

- Si piensas que la única auténtica ley es la ley de la selva, te pareces a Hitler.

- Si opinas que la especie humana se divide en razas, que no deben mezclarse y que hay unas más aceptables que otras. O sea, si eres racista, te pareces a Hitler.



- Si desprecias a grandes colectivos por su etnia, su naturaleza, sus ideas o sus creencias, te pareces a Hitler.

- Si crees en conspiraciones judías, te pareces a Hitler.

- Si perteneces a alguna organización de extrema derecha, te pareces a Hitler. Y si fuiste de izquierdas antes de pasarte a la extrema derecha, te pareces a Hitler más todavía.



- Si se te da bien aterrorizar a la gente, te pareces a Hitler.

- Si eres Vladimir Putin, te pareces a Hitler.

- Si necesitas mucho espacio vital, te pareces a Hitler.

- Si crees en la guerra y el exterminio como solución final a los problemas de la humanidad, te pareces a Hitler.

- Si te gustan los nazis, te pareces a Hitler.


Si posees un par o más de estos rasgos, eres un poco Hitler. Y lo sabes.




jueves, 30 de junio de 2016

El Holocausto y el mito de la Gran Guerra Patria (II)


Antes de nada, hay que tener en cuenta que existe una primera parte.



"Bolchevismo sin máscara": propaganda nazi sobre el mito judeobolchevique


Con sus crímenes de masas, los soviéticos ofrecieron a los nazis la ventaja de la promesa de una guerra de liberación. La trágica coincidencia fue que cuando los soviéticos tuvieron a punto los trenes para llevar a cabo sus masivas deportaciones, los alemanes tenían dispuestos los suyos para invadir la URSS. Cuando los germanos cruzaron la frontera el 22 de junio, hacía solo una semana que los soviéticos habían perpetrado una oleada de deportaciones, pero tenían preparada otra aún mayor para finales de mes, de modo que sus cárceles estaban repletas. Tanto Hitler como Stalin eran muy conscientes de que la alianza que habían firmado en 1939 tendría fecha de caducidad más pronto que tarde, pero el primero se adelantó en finiquitarla. De hecho, Stalin se empeñó en creer que todas las informaciones que había recibido acerca de la invasión alemana no eran más que una sarta de mentiras, de modo que no se había podido preparar una evacuación ni una defensa. En tal caso los prisioneros eran la última prioridad, así que muchos fueron asesinados por sus guardianes justo antes de huir. Cuando los alemanes llegaron a los países bálticos contemplaron los cadáveres frescos, igual que en Ucrania occidental. Así, el proyecto soviético de destrucción del Estado coincidió con el nazi en espacio y en tiempo.


domingo, 26 de junio de 2016

Diferencias y similitudes entre el Manifiesto Comunista y un libro de autoayuda




-El Manifiesto Comunista, del dúo socialdemócrata Marx y Engels, va dirigido a todos los trabajadores del mundo. Un libro de autoyuda, en principio, va dirigido a todo el mundo, trabaje o no.

-El Manifiesto Comunista anima a los individuos a formar parte activa de un colectivo. Un libro de autoayuda anima a los miembros de un colectivo a remarcar su individualismo. 

-Ambos son farragosos de leer.

-Ambos pretenden explicar cómo funciona el mundo, nada menos.

-Ambos pretenden ser salvíficos: prometen el paraíso si se siguen correctamente sus indicaciones.

-Ambos van más allá de la utopía: son imposibles de poner en práctica de forma satisfactoria.


jueves, 23 de junio de 2016

El Holocausto y el mito de la Gran Guerra Patria (I)




En mayo de 1942, el alcalde ruso, el destacado jurista soviético Boris Menshagon, sugirió a los alemanes que la limpieza del gueto mejoraría las condiciones de vida de los rusos. Pocas semanas más tarde, los policías locales rusos ayudaron a los alemanes a asesinar al remanente de judíos de Smolensk.

Timothy Snyder


Hace 75 años, en el verano de 1941, Alemania invadió la Unión Soviética en la llamada Operación Barbarossa. Comenzó así lo que los soviéticos denominarían Gran Guerra Patria, una de las mayores, más brutales y más duraderas campañas terrestres de la historia. También en aquel verano, los nazis empezaron a asesinar en masa a los judíos, y lo hicieron precisamente en los territorios que iban ocupando de la URSS. Es decir, en ese momento empezó el Holocausto propiamente dicho. La coincidencia en tiempo y lugar de ambos trágicos acontecimientos no fue nada casual.




viernes, 17 de junio de 2016

Libertad




En vano insisten en decirnos que el hombre está determinado por el placer; reconocen así, sin darse cuenta, la libertad; puesto que hacer lo que causa placer es ser libre.

Voltaire


¿Libertad para qué?, decía Lenin. Para poder hacer grandes cosas, se le podría responder. Para ser felices. Para tocar el cielo. Pero la libertad puede ser un regalo con trampa. Qué fácil es despegar hacia el infinito. Pero qué difícil es ser como Lindbergh, quizá porque él tenía un camino trazado.


miércoles, 8 de junio de 2016

Los doce trabajos de cada día



Hércules cansado


1 - El despertador de Nemea.

2 - El desayuno de Lerna.

3 - El atasco de Cerinea.

4 - El colegio de Erimanto.

5 - El curro de Augías.

6 - Los tocapelotas del Estínfalo.

7 - La comida de Creta.

8 - Los imprevistos de Diomedes.

9 - La discusión de Hipólita.

10 - Las tareas pendientes de Gerión.

11 - La cena del Jardín de las Hespérides.

12 - A dormir, Cerbero, que ya está bien por hoy.


Todos somos Hércules.


domingo, 29 de mayo de 2016

Autoayuda




-¿Y cómo dice que se salvó de su agresor?

-Pues... le tiré a la cabeza un libro de autoayuda.


lunes, 23 de mayo de 2016

La importancia de pensar antes de actuar




Entre 1939 y 1945, Polonia se convirtió en un lugar de muerte, pero en el mal sentido. Fue invadida primero conjuntamente por los nazis y los soviéticos, luego completamente por los nazis, y luego completamente por los soviéticos. A los muertos en combate, o por causa directamente de la guerra, se sumaron en aquellos años millones de personas asesinadas allí por motivos de clase, raza o ideología. Los nazis asesinaron primero a los polacos "prominentes", luego a los judíos (de Polonia y también procedentes de otros lugares) y a cualquiera que les mostrara algún tipo de resistencia. Los soviéticos deportaron a cientos de miles de polacos, muchos de los cuales murieron, siguiendo criterios de clase o étnicos (de hecho, la NKVD había ejecutado a más de cien mil polacos étnicos en la propia URSS antes de la guerra). No pocos de ellos, además de polacos, también eran judíos.

Los judíos estaban muy presentes en la Polonia anterior a la guerra. Eran cerca del 10% de la población (más de tres millones), pero aportaban más de un tercio de los impuestos y sus empresas representaban casi la mitad del comercio exterior. Al acabar la Segunda Guerra Mundial había desaparecido casi el 90% de los judíos polacos. 

Si en aquella época era difícil de por sí sobrevivir en Polonia, mucho más aún lo era para los judíos: por judíos y por polacos.

Sin embargo, hubo algunas personas -pocas, muy pocas- que se arriesgaron a ayudar a los perseguidos, a sabiendas de que les podía salir muy caro.

En su libro sobre el Holocausto, Tierra negra, Timothy Snyder cuenta la historia de Josel Lewin, un judío polaco que seguía vivo en noviembre de 1943. Después de que hubieran asesinado a su familia, Lewin vagaba perdido, sin rumbo, hasta que se refugió en el granero de un campesino conocido, en la aldea de Janowo. El campesino lo descubrió y se sobresaltó, como es lógico. Por entonces, los polacos que vivían en el campo pensaban que ya no quedaban judíos, y en todo caso prestar algún tipo de auxilio a un judío vulneraba las órdenes alemanas.

Cuando el campesino iba a hablar, Lewin le interrumpió y le pidió un singular favor: que esperara media hora antes de hacer nada, y que transcurrido ese tiempo volviera al granero. Entonces Lewin le diria algo. Así lo hizo el campesino, y cuando regresó, Josel Lewin le dijo lo siguiente: "No quiero seguir viviendo; voy a suicidarme y usted me enterrará". El campesino le contestó que la tierra estaba congelada y que sería difícil cavar en ella. Quizá fue una forma de decirle a Lewin que reconsiderara su decisión. Escribe Snyder:

Si Josel no le hubiese dado tiempo al campesino para que se calmase, quizás el campesino habría reaccionado de otra manera. Si el campesino no hubiese hecho aquel comentario sobre el suelo helado, puede que Josel se hubiese suicidado. El campesino le proporcionó techo y comida durante los siguientes ocho meses, y Josel sobrevivió.