Érase una vez una bella joven que además de bella y joven era prestidigitadora. Su truco favorito consistía en hacer desaparecer repentinamente a su novio para, poco después, hacerlo reaparecer muy sonriente entre los aplausos del público.
Sin embargo, cierto día ocurrió algo y el chico desapareció para siempre.
Ella sostuvo que la culpa había sido de él.
Ella que diga misa
ResponderEliminarEn realidad el novio se fue para vivir una vida estupenda fuera de los trucos de magia y los desquicies de venidas al escenario....
ResponderEliminarPerdón, idas y venidas...
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