jueves, 18 de diciembre de 2014

lunes, 15 de diciembre de 2014

Las enseñanzas de Múnich



Chamberlain, Daladier, Hitler, Mussolini y Ciano durante los Acuerdos de Múnich, en septiembre de 1938


Mecachis en la mar. Tanto que me gustan el cine y la historia contemporánea desde pequeño y no aprendo. Y eso que ambos ofrecen grandes enseñanzas, aunque claro, hay que saber verlas.

En la primera peli de la saga de El Padrino, el personaje de Peter Clemenza dice algo fundamental: "A Hitler había que pararlo en Múnich".

Cuánta verdad en una sola frase y qué poco nos damos cuenta de ello. O al menos eso me ha pasado a mí.

Como cualquiera sabe, Clemenza se refería al momento en que las democracias (o sea, el Reino Unido y Francia) se bajaron los pantalones ante las pretensiones de Hitler de quedarse con la región de los Sudetes, por entonces perteneciente a Checoslovaquia. Es cierto que aquella región estaba poblada mayoritariamente por personas de origen germano, muchas de las cuales soñaban con que sus tierras formasen parte de Alemania, pero hombre, las cosas se hicieron fatal. En primer lugar no se invitó a la conferencia al principal gobierno interesado, esto es, el checoslovaco. En segundo lugar, no se celebró ningún plebiscito previo en la región, dando por supuesto que sus habitantes iban a estar de acuerdo con Hitler (hubo elecciones después de la anexión en las que los nazis obtuvieron más del 97% de los votos, como no podía ser menos). En tercer lugar, aunque efectivamente una mayoría aplastante hubiese estado de acuerdo con ser ciudadanos alemanes, no se tuvo en cuenta la suerte que, con toda probabilidad, correrían las minorías de la zona, como los judíos, sin ir más lejos. Y en cuarto lugar, y lo más importante, se cedió a las pretensiones de un extremista expansionista (el Anschluss ya había tenido lugar) sin ponerle objeción alguna. Las democracias se pusieron del lado de una dictadura -Alemania- en lugar de apoyar a otra democracia -Checoslovaquia-.

Hitler prometió a cambio que frenaría sus exigencias territoriales, y los dirigentes demócratas se lo creyeron y se felicitaron a sí mismos alardeando de haber salvaguardado la paz.


Chamberlain haciendo el ridículo


Creyeron unas palabras que se llevó el viento, claro.

En marzo del año siguiente Hitler se comió el resto de Checoslovaquia. Meses después se alió con Stalin e invadió Polonia. Entonces el Reino Unido y Francia declararon la guerra a Alemania dando lugar precisamente a aquello que se había pretendido evitar el año anterior, cuando la capacidad militar de los nazis era bastante más débil. Y para colmo, la guerra que comenzó entonces fue la peor de la historia.

Bien, aun a riesgo de que se me pueda acusar de violar la ley de Godwin, afirmo que la enseñanza que hay que sacar de todo esto es obvia: cuando alguien te empieza a joder la vida hay que pararlo al principio, al primer síntoma, como se hace con una enfermedad, porque si no lo haces, si crees sus palabras y cedes a sus pretensiones, te la joderá más aún. Desterremos a los Hitleres de nuestra vida antes de que nos provoquen algún tipo de holocausto.

Claro, has descubierto la pólvora, me dirá alguien. Y sin embargo, ¿cuántos de nosotros no hemos sido unos auténticos Chamberlaines en algún momento de nuestra existencia?


sábado, 13 de diciembre de 2014

El totalitarismo democrático y los crímenes del capitalismo



Censorship, de Eric Drooker


Los totalitarismos clásicos (el nazismo y el estalinismo) afortunadamente desaparecieron hace tiempo, aunque queden supervivencias residuales. Pero, como afirma Alain de Benoist en su interesantísimo libro Comunismo y nazismo“la caída de los sistemas totalitarios del siglo XX no aleja el espectro del totalitarismo. Invita más bien a interrogarnos sobre las nuevas formas que éste podría revestir en el futuro”.

Añade Benoist que “las democracias liberales no están en absoluto inmunizadas, por su propia naturaleza, contra el totalitarismo”.

Explicaré un poco esto.


lunes, 8 de diciembre de 2014

Los Protocolos de los Sabios de Sion




Dedicado a todos los conspiranoicos, que son legión.


El odio a los judíos proviene de muy antiguo, pero entre las causas del antisemitismo moderno se encuentra un famoso libelo que, aunque fue publicado por vez primera hace ya más de un siglo, aún hoy sigue ejerciendo gran influencia sobre mucha gente: Los Protocolos de los Sabios de Sion.

A finales del siglo XIX, en el muy cristiano y ortodoxo Imperio ruso, los judíos veían recortados sus derechos y sus garantías jurídicas. Al fin y al cabo se les responsabilizaba del asesinato del zar Alejandro II e incluso del de Jesucristo.

Por aquellas tierras eran habituales los pogromos, ataques de las masas contra los comercios y las casas de los judíos. Se les perseguía y asesinaba con el apoyo de las autoridades zaristas.


domingo, 30 de noviembre de 2014

Los tanques soviéticos como instrumento de represión




La costumbre de reprimir las protestas civiles sacando los tanques por las calles la iniciaron los soviéticos allá por los años cincuenta, tras la muerte de Stalin. Desde entonces, la imagen de sus tanques empleados para destrozar manifestaciones, huelgas, protestas y revueltas varias se ha repetido una y otra vez. Me refiero a los tanques diseñados y fabricados en la URSS, ya fueran utilizados por los propios soviéticos para estos menesteres o por sus regímenes aliados, a los que, o bien les vendían los cacharros, o bien la licencia para fabricarlos.

Yo diría que los tanques de origen soviético son los que más se han usado en esto, en someter a los que salen a protestar o a tratar de cambiar las cosas. Y si tenemos en cuenta que quienes los han empleado así, contra su propia gente, han sido las dictaduras comunistas y sus aliados, resulta paradójico que, a la vez, los comunistas de los países occidentales hayan sido siempre tan fervientemente pacifistas. Sé que existen excepciones a lo que digo, pero son eso, excepciones.

Veamos algunos ejemplos. Y que conste que no están todos los que son:



Tanques T-34 soviéticos, Berlín, 1953



Tanques T-34 polacos, Poznań, 1956



Tanques IS-3 y T-34 soviéticos, Budapest, 1956



Tanques T-54 soviéticos, Budapest, 1956








Tanques T-55 soviéticos, Praga, 1968



Tanques T-55 polacos, Polonia, 1981



Tanques Tipo 59, versión china del T-54 soviético, Pekín, 1989



Tanque T-55 libio, Bengasi, 2011





Tanques T-72 gadafistas, Libia, 2011





Tanques T-55, Siria, 2011



Tanques T-62, Siria, 2011



Tanques T-72, Siria, 2011