Es sabido que cuando murió Freddie Mercury, hace casi treinta años, la diversidad sexual no estaba tan aceptada como ahora, ni mucho menos. Bueno, en realidad por entonces apenas comenzaba a ser aceptada. Recordemos que la OMS había dejado de considerar la homosexualidad como enfermedad solo un año antes, en 1990. Así que al dolor que sentí por la pérdida de Freddie, se unieron durante cierto tiempo muchos comentarios despectivos que tuve que aguantar por parte de personas lejanas y no tan lejanas. Por ejemplo:
-¿Y ese que se ha muerto quién era?
-Freddie Mercury, el cantante de Queen.
-Ah, el marica.
O historias de lo más absurdas que algunos se creían a pies juntillas, como aquella tan extendida de que en la autopsia le habían sacado cinco litros de semen del estómago. Me acuerdo muy bien de que cuando se publicó el disco póstumo "Made in Heaven", en 1995, hubo alguno que me comentó que ese título no era nada apropiado: ¿cómo iba a estar en el cielo un maricón sidoso?.
Hoy Queen continúa teniendo masas de seguidores, es considerada una de las mejores bandas de rock de la historia y la peli "Bohemian Rhapsody", que no oculta los gustos sexuales de Freddie, se ha convertido en un éxito mundial de taquilla. Aún hay mucha gente con prejuicios frente a las personas LGBT, pero quiero creer que el legado de Freddie Mercury (quien goza en nuestros días de más respeto y admiración aún que cuando vivió) ha contribuido de forma decisiva a que el panorama haya cambiado bastante y para bien en las últimas décadas.
Hace unos días, muchas buenas personas seguramente se sumieron en el estupor porque, según publicaron los medios, el PP y Ciudadanos se negaron a condenar
el franquismo a menos que se ilegalizara antes a los comunistas.
Inicialmente también mostré mi indignación porque del PP ya
uno se espera cualquier cosa y es cierto que, viniendo de donde
viene, hay veces que le cuesta esconder su ramalazo fascistoide. Pero
después me informé un poco más del tema y cambié radicalmente de opinión.
En
resumen, lo que ocurrió el 21 de noviembre en el Senado es que se aprobó una moción presentada por el PSOE gracias a que nadie votó en
contra, pues PP y Ciudadanos se abstuvieron. En dicha moción se pedía la exhumación de Franco del Valle de los Caídos, cosa que me
parece muy bien. Se pedía asimismo la condena al franquismo "y
cualquier acto de exaltación del mismo", cosa que me parece de
cine. Pero, ay, también se apoyaba "la resolución del Parlamento
Europeo que insta a prohibir cualquier fundación o asociación que
exalte y glorifique el nazismo y el fascismo". Lo que hizo el PP el otro día es decir que vale, que condena el franquismo y que apoya que se
ilegalicen esas organizaciones, pero si también se ilegalizan las
que exaltan el comunismo y "todas aquellas ideologías
populistas que fomentan el enfrentamiento entre ciudadanos". O
sea, que se puso en plan: ¿queréis ilegalizar cosas
antidemocráticas?, pues tomad dos tazas.
Lo
de pedir que se ilegalice a los populistas me parece muy demagógico
porque ahí puede entrar incluso el mismo PP, pero que mencionen a
los comunistas tiene su lógica. Que conste que no estoy para nada de
acuerdo con el Parlamento Europeo, ni con la moción del PSOE, ni con
la enmienda del PP, porque no soy partidario de ilegalizar nada ni a
nadie a menos que se demuestre claramente que estamos ante una
organización criminal, pero ya puestos a ilegalizar, no entiendo por
qué nos tenemos que limitar a los fascistas y los nazis y no vamos a
tocar a los comunistas, o más bien digamos a los
marxistas-leninistas, que han sido responsables de tremendos crímenes
de masas y que solo en el siglo pasado asesinaron a cien millones de
personas, es decir, más que los fascistas y los nazis juntos.
Alguien podrá decir que en España no hemos tenido una dictadura
comunista, pero es que tampoco hemos tenido una nazi, aunque el
régimen franquista fuera aliado de Hitler. Y añado que lo que sí
hemos padecido los españoles hasta no hace mucho son organizaciones
terroristas de ideología marxista-leninista, como el GRAPO o ETA. En
todo caso, si estamos hablando de fascismo y nazismo en general, es
obvio que nos estamos saliendo de nuestras fronteras. Y si hablamos
de los crímenes contra la humanidad, por coherencia no podemos
limitarnos solo a una parte.
A
mí tanto asco me da que se manifiesten los falangistas por Madrid,
como que lo hagan estos de la foto con banderas soviéticas y
retratos de Lenin y Stalin. Y si me preguntan, no quiero que se
ilegalice a ninguno, pero menos aún que se haga de forma selectiva y
arbitraria. Así que yo no me habría abstenido con la moción del
PSOE, sino que habría votado en contra.
Como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad. Cicerón El otro día nos
despertamos con este impactante titular:
¿Qué se puede esperar
del PP, ese partido franquista?, pensaremos inmediatamente muchos de
nosotros. Sin embargo, si investigamos un poco el tema, podemos comprobar que
el asunto tiene más enjundia.
Hace tres años, EL PAÍS
nos informaba del rodaje de un documental sobre un misterioso bombardeo nazi de
cuatro pueblos de Castellón, al que comparaba nada menos que con el de
Guernica:
¿Por qué Hitler
bombardeó cuatro pacíficos pueblos de Castellón?
La aviación nazi
experimentó en 1938 su arma más mortífera en una zona alejada del frente
Tras la guerra, el
franquismo ocultó la historia que un documental saca ahora a la luz
JOSEP GRAU
Valencia 26 DIC 2015 -
12:07
El 26 de abril de 1937
Gernika sufrió un bombardeo que sirvió para que la aviación alemana
experimentara su nuevo armamento aéreo. Murieron 126 personas y el hecho es
recordado como un icono de la lucha por la libertad… Sin embargo pocos conocen
que el mayo de 1938, hubo otro Gernika en El Maestrat de Castellón.
Un año antes de acabar
la Guerra Civil española, la Legión Cóndor de la Alemania nazi bombardeó
Benassal y otros pueblos del interior de Castellón causando 38 víctimas
mortales y arrasando unas poblaciones pequeñas y tranquilas del Maestrat. Sus
habitantes nunca entendieron por qué. Ahora, 75 años más tarde, saben que
fueron víctimas de un experimento nazi.
El problema es que esa
noticia estaba plagada de mentiras, pero el documental -Experimento Stuka, se llama- siguió adelante (parece
ser que con una subvención de 28.595,20 euros de la Comunidad Valenciana y de otros 20.000 de la Diputación de Castellón), se estrenó este mes de mayo y
ha dado pie a que el jueves pasado Compromís reclamara en el Senado que se
otorgue una indemnización de 57 millones de euros a las víctimas del bombardeo
y a sus descendientes. Pero el PP se negó esgrimiendo un trabajo de
investigación de los historiadores Lucas Molina Franco y Rafael Permuy López.
En La Sexta contaron la noticia destacando las palabras del senador popular
Guillermo Altava responsabilizando a las autoridades republicanas del desastre
por no evacuar a la población civil:
Aunque a mí me llaman
también la atención las palabras del senador de Compromís, Jordi Navarrete,
tachando el trabajo de Molina Franco y Permuy López de "panfleto" y
tildando a estos autores de "gente relacionada con el anterior
régimen", o sea de fachas, lo que para él invalida cualquier cosa que
escriban. Diga lo que diga Navarrete, Molina Franco y Permuy son unos reputados
historiadores que han publicado un montón de obras sobre la aviación en la
Guerra Civil y digo yo que, cuando menos, habría que tener en cuenta su opinión
en estos temas.
El caso es que
reconozco que no he visto el documental, pero sí su web y el tráiler. Y ahí pone:
En plena Guerra Civil
los habitantes de cuatro diminutos pueblos de Castellón ven aparecer tres
aviones en el horizonte. Algunos niños salen a saludar, los adultos los miran
con inocencia y curiosidad. Pero los aviones maniobran, caen en picado y
bombardean casas e iglesias. Matan a 38 vecinos. Nunca supieron quién fue el
responsable. Hasta ahora.
Casi 80 años después un
vecino encuentra una carpeta en el archivo militar de Friburgo, Alemania, con
66 fotografías aéreas. Los alemanes se tomaron muchas molestias en documentar
aquel bombardeo. Los habitantes de Benassal, Ares, Albocàsser y Vilar de Canes
sabrán por fin que fueron víctimas de un experimento nazi.
Los pilotos pertenecían
a la Legión Cóndor, enviada por Hitler para ayudar a Franco. Fijaron su base en
la Sènia (Tarragona). Bombardeaban por la mañana y pasaban la tarde bebiendo
cerveza en la playa de Peñíscola. Era mayo del 38 y acababan de recibir los
tres primeros modelos del Junkers 87A, conocido como ‘Stuka’. Los prototipos
entraron en España en secreto y debían calibrar si aguantarían una nueva bomba
de 500 kilos, el doble de las lanzadas hasta entonces. El mortífero éxito del
experimento sobre población civil fue determinante en la decisión alemana de
construir en masa el Stuka para arrasar con él Europa en la todavía
insospechada II Guerra Mundial.
Es falso que no se
supiera hasta ahora quiénes fueron los responsables de aquellos bombardeos. El
informe alemán sobre dichos ataques ya fue empleado en un conocido libro acerca
de la Legión Cóndor de los autores Karl Ries y Hans Ring publicado en 1980, y
también fue utilizado por Antony Beevor en su obra sobre la Guerra Civil
Española publicada en 2005, en la que de hecho menciona los bombardeos.
Es falso que los
Junkers Ju 87A Stuka entraran en España en mayo de 1938 y en secreto: lo
hicieron en enero con conocimiento de las autoridades franquistas (y de las
republicanas), empezaron a operar en febrero y bombardearon objetivos con
bombas de 500 kilos antes y después de los ataques a esos cuatro pueblos.
Es falso, como se ha
escrito en muchos medios, que aquellos cuatro pueblos (Benasal, Albocácer, Ares del Maestre y Villar de Canes) estuvieran alejados del
frente, pues de hecho estaban en el frente en mayo de 1938, ya que fueron
ocupados por los franquistas justo después de los ataques aéreos. Unos ataques
que tenían objetivos militares, pues el Maestrazgo era en aquel momento el escenario de una ofensiva y de hecho había hasta cinco divisiones republicanas en la zona.
Los
Stukas no se diseñaron para arrasar ciudades, sino para atacar objetivos
militares con cierta precisión, pues eran bombarderos en picado. Lo que no quiere
decir que en sus ataques no pudiera haber víctimas civiles, por supuesto, pero
no era lo que se perseguía.
La tesis del
documental, al parecer, es la de un profesor de Física de la Universidad de
Valencia, Óscar Vives, aficionado a la historia y vecino de Benasal, que
"descubrió" el informe sobre los bombardeos en Friburgo. A partir de
ahí, elaboró su propia teoría que ha sido tomada como dogma de fe por los
autores del documental y de paso por Compromís, aunque dicha hipótesis esté
plagada de errores, por decirlo de algún modo.
Por favor, leed este
artículo donde se explica todo la mar de bien:
Y aquí tenéis un
artículo de Molina Franco y Permuy López -los fachas a los que desprecian en
Compromís- contando la historia con todo lujo de detalles e incluso con mapas en
los que comprobar lo alejadísimos del frente que estaban esos cuatro pueblos:
Mi conclusión es que
estamos ante una flagrante manipulación de la historia con fines políticos
(otra más), esta vez con dinero de por medio. Y es que la memoria histórica
también puede ser un negocio. En la Guerra Civil Española hubo auténticos
bombardeos de terror en retaguardia y no veo la necesidad de inventar otros. Y
por supuesto suscribo estas palabras de Lucas y Permuy:
"La utilización
falsaria de datos históricos, jugando con los sentimientos de las personas bien
intencionadas y confundiendo al público con verdades a medias y planteamientos
históricamente discutibles es, cuando menos, moralmente reprobable".
Dice Alejandra que uno de los motivos por los que le gusto es que no digo "espectacular". "Un paisaje espectacular", "la lubina era espectacular" y cosas por el estilo. Es verdad que no hablo así. Y quizá sea porque ya nada me impresiona después de haberla conocido.
Aunque a sus respectivos seguidores seguramente no les gustará reconocerlo, lo cierto es que las carreras políticas de Franco y Stalin tuvieron más en común de lo que a primera vista parece. Personalmente tampoco eran muy diferentes.
Ambos llegaron al poder de forma violenta, en unos acontecimientos que provocaron tanto en España como en Rusia sendas guerras civiles con unos niveles de violencia y represión inusitados. Tanto Franco como Stalin estuvieron en el bando vencedor, que en ningún caso tuvo piedad alguna con los vencidos. Franco y Stalin tampoco dudaron en eliminar a sus camaradas (militares en el primer caso, compañeros de partido en el segundo), e incluso a familiares, con el objeto de lograr el poder o mantenerse en él: Franco dio el visto bueno para que fusilaran a su primo; Stalin dio unas cuantas muestras de crueldad con su propia familia, empezando por su mujer, Nadezhda Alilúyeva, que se suicidó, y continuando por sus hijos.
Los dos acapararon un poder absoluto, fomentando el culto hacia su persona, y se mantuvieron en sus puestos de dictadores hasta que les llegó la muerte. Jamás se arrepintieron de sus múltiples crímenes.
Ambos crearon vastas redes de campos de concentración y explotaron laboralmente y de forma masiva a los presos políticos condenados a trabajos forzados en sus megalómanos proyectos para tratar de modernizar sus países y reactivar la economía. Así, los presos del Gulag, en la URSS, construyeron gigantescos canales, minas, fábricas, carreteras y ferrocarriles, mientras que en España los presos republicanos se emplearon en la creación de pantanos y canales de riego, vías férreas, fábricas y el famoso Valle de los Caídos, entre otras cosas.
Alberto Bárcena Pérez, autor del libro "Los presos del Valle de los Caídos", en un intento de exonerar a Franco, dice que los presos que construyeron aquel enorme conjunto monumental nacionalcatólico comían "bastante mejor que la media de lo que se comía en España en los años cuarenta". Curiosamente, Timothy Snyder, en su libro "Tierras de sangre. Europa entre Hitler y Stalin", afirma que en tiempos del Holodomor la alimentación de los presos del Gulag era mejor que la de la población ucraniana. Evidentemente la intención de Snyder no es disculpar a Stalin. Lo cierto es que tanto Franco como Stalin se dedicaron a matar a su pueblo de hambre, el primero con la autarquía y el segundo con las colectivizaciones. Los presos recibían más comida porque eran necesarios para trabajar, pero a la población le podían dar mucho por saco. Obviamente esto no parece que diga mucho en favor de Stalin ni de Franco, pero sí es otra similitud más entre ellos.
No es raro que Franco y Stalin coincidiera en el tiempo, en la época de los dictadores, el fanatismo político y los campos de concentración. Lo llamativo es que haya aún quienes aboguen por uno u otro, cuando cada vez está más claro que defender a un dictador es defenderlos a todos.
¿Quién no ha oído hablar de los pantanos de Franco? ¿Y de las autopistas de Hitler? Las autopistas y
los pantanos son positivos, pero también hay que tener en cuenta que se han
empleado hasta la saciedad como propaganda por las dictaduras. Aunque lo peor es que se siguen utilizando así hoy, cuando ya no existen tales dictaduras. Y es que hay mucho mito en torno a estas cuestiones. Para empezar, la
primera autopista se creó en la Italia de Mussolini, en 1923, no en la Alemania
de Hitler, pero es que ya estaba planificada antes de que el Duce llegara al
poder. Igual que las autopistas germanas estaban planificadas antes de la
subida al poder de Hitler y los pantanos españoles se diseñaron y se empezaron
a construir antes de Franco. De hecho, me parece muy injusto que siempre se
hable de las autopistas de Mussolini y Hitler y de los pantanos de Franco, en
lugar de mencionar a los ingenieros que idearon todo eso, sus obvios y verdaderos
artífices. Así que lo voy a hacer ahora, qué cojones, para visibilizarlos. El creador de las autopistas
fue Piero Puricelli. El planificador de las autobahnen en tiempos de la República de Weimar fue Robert Otzen. Y el auténtico padre de los pantanos
españoles, proyectista del embalse del Ebro en 1921, fundador y primer director
técnico de la Confederación Hidrográfica del Ebro en 1926 y creador del Plan
Nacional de Obras Hidráulicas de 1933, en el que se basó el Plan General de
Obras Públicas de 1940, fue don Manuel Lorenzo Pardo.
Piero Puricelli, Robert Otzen y Manuel Lorenzo Pardo, bien visibilizados.
El único "mérito" de
todos esos dictadores habría sido, en cualquier caso, dejar hacer lo que ya había
sido planificado antes y aprovecharlo de forma propagandística en su favor. Y además, en el caso de los pantanos de Franco, emplear a presos políticos como mano de obra esclava.
Vi la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos, sobre el famoso campo de concentración y exterminio nazi, que lleva unos meses instalada en Madrid. Mi conclusión es que resulta interesante por lo que cuenta, pero a la vez decepcionante por lo que no cuenta. Es decir, está bien que se remonte al siglo XIX para explicar las causas inmediatas del racismo y el antisemitismo germanos, pero pasa muy de puntillas acerca de la relación entre el cristianismo y el secular odio a los judíos. Está bien que hable de la situación de judíos y gentiles en la Europa anterior a la Segunda Guerra Mundial, pero en ningún momento vi que se dijera una sola palabra acerca del antisemitismo polaco. Está muy bien que se comente el plan de enviar a los judíos europeos a Madagascar, ideado por el antisemita Paul de Lagarde (en realidad un alemán llamado Paul Anton Bötticher) en 1885, y que fue adoptado por los nazis hasta 1940. Pero está muy mal que no se mencione que las autoridades polacas, que eran bastante antisemitas, estudiaron el plan de Lagarde desde los años veinte. De hecho, llegaron a entablar conversaciones sobre la deportación de los judíos polacos a Madagascar, con Francia en 1937 (por entonces la isla era una colonia francesa) y con Alemania en 1938. Recordemos que en aquel momento vivían en Polonia más de tres millones de judíos, los cuales suponían cerca del 10% del total de la población.
Que Polonia fue una víctima del totalitarismo en la Segunda Guerra Mundial es una obviedad, que desarrolló uno de los movimientos más importantes de resistencia contra los nazis es innegable, pero a la vez resulta de lo más absurdo tratar de ocultar que antes de que los nazis invadieran el país, ya campaba a sus anchas por allí un creciente antisemitismo. O que una buena parte de su población, empezando por las autoridades, deseaban que los judíos desaparecieran del país. La responsabilidad del Holocausto es ante todo de los nazis, pero no tiene sentido hablar de la Polonia anterior a la guerra, o contar la historia de Oświęcim (nombre polaco de Auschwitz) como se hace en la exposición, eludiendo toda referencia al antisemitismo que ya existía antes de la llegada del nazismo y que de alguna manera favoreció el genocidio, sobre todo cuando era la propia población polaca la que participaba en las matanzas. La realidad no es blanca o negra, sino gris.
La única explicación que se me ocurre a estas notables omisiones es que, al fin y al cabo, la exposición está coproducida por el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, que depende del Gobierno polaco. Y resulta que, a instancias de ese mismo gobierno, hace unos meses Polonia prohibió por ley cualquier vinculación de dicho país con el Holocausto. Dicho de otra manera, que el Gobierno polaco ha decidido censurar toda información acerca del antisemitismo patrio en los oscuros tiempos del nazismo, aunque se lleve por delante la libertad de expresión y, en definitiva, la verdad histórica. Estamos ante un lavado de imagen de un país a cargo de un gobierno nacionalista y autoritario que pretende crear así una historia oficial de Polonia gloriosa e inmaculada. En ese sentido, la exposición sobre Auschwitz no deja de ser parte de este proceso de maquillaje de la historia.
El visitante de la exposición sobre Auschwitz podrá contemplar un vagón de mercancías como aquellos en que los nazis hacinaban a los presos camino de los guetos, los campos de concentración o los de exterminio. Un barracón donde dormían amontonados los presos. Juegos de mesa y libros infantiles destinados a promover el odio a los judíos entre los niños. El visitante aprenderá que entre el más de un millón de personas que murieron en Auschwitz, además de judíos -que fueron la gran mayoría- también hubo presos políticos, prisioneros de guerra polacos y soviéticos, gitanos, testigos de Jehová y homosexuales. Leerá y verá imágenes y objetos sobre la vida y la muerte en el campo, sobre los kapos, sobre el trabajo esclavo a cargo de IG Farben, sobre los métodos para asesinar en masa. Descubrirá también a heroicos personajes que arriesgaron su vida por ayudar a los perseguidos. Y a unos cuantos verdugos. Sabrá lo que fueron las marchas de la muerte y que Auschwitz fue finalmente liberado el 27 de enero de 1945 por el Ejército soviético, el cual encontró a unos 7.000 supervivientes así como numerosas pruebas de los crímenes allí cometidos. Y en este punto la exposición peca de otro importante olvido. Como ya comenté aquí en su día, la suerte de los prisioneros soviéticos que fueron "liberados" por sus compatriotas de los campos nazis no fue nada envidiable, pues solían ser acusados de "traidores a la patria" por haberse rendido al enemigo y castigados por ello. En el caso de las mujeres el asunto era aún más grave. El Ejército Rojo se distinguió entre otras cosas por el enorme número de violaciones que perpetró a medida que avanzaba hacia el interior de Alemania. Solo en este país hubo dos millones de mujeres violadas, pero en realidad no fue el único lugar donde los soviéticos cometieron tales crímenes, pues también sucedieron en Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía o Yugoslavia. Podríamos decir que el Ejército soviético "liberaba" violando. Las víctimas no eran solo "enemigas", es decir, alemanas o húngaras, sino que podían ser de cualquier nacionalidad o etnia, incluyendo a las presas "liberadas" de Auschwitz y otros campos nazis, especialmente si eran soviéticas. Estas últimas eran tachadas de putas de los alemanes, lo que las convertía en merecedoras de castigos ejemplares.
Como escribió Laurence Rees en su libro Auschwitz. Los nazis y la solución final:
“Nunca sabremos el número exacto de ataques sexuales perpetrados por los
soldados soviéticos a medida que avanzaban a través de Alemania, así como el de
los cometidos tras el final de la guerra, pero se trata de una cifra que con
certeza ronda los centenares de miles. En años recientes, el sufrimiento de las
mujeres alemanas en ciudades como Berlín ha recibido mucha publicidad. Sin
embargo, la revelación de que mujeres que ya habían soportado toda clase de
maltratos en Auschwitz y otros campos fueron posteriormente violadas por sus
libertadores hace que toda la historia resulte aún más repugnante y asquerosa”.
La exposición sobre Auschwitz es notable, rica en información, imágenes y objetos. Es de agradecer que incluya datos sobre los republicanos españoles que cayeron en las garras de los nazis. Hay que valorar que mencione el desinterés de los Aliados por frenar de alguna forma el Holocausto, a pesar de que estaban muy al tanto del mismo. Podríamos decir que es una muestra necesaria para que no se olvide lo que jamás debemos olvidar... si sus organizadores no se hubieran olvidado de contar una parte importante de la historia.