-Buenas. Llamo porque les hicimos un pedido hace días y aún no ha llegado.
-Veamos. Aquí tengo registrado que el pedido se les envió ayer y ustedes no estaban.
-¿En serio? ¿Me puede decir a qué hora fue eso, por favor?
-A las tres y cuarenta y siete de la madrugada.
-Claro, es que a esa hora solemos estar durmiendo. La verdad, prefería cuando llegaban ustedes a la hora de comer. Tampoco estábamos, claro, pero el sentimiento de frustración era menor.