lunes, 16 de febrero de 2015

El poder de Hollywood




En 1945 el Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP) hizo un sondeo entre la población de su país preguntando por la nación que más había contribuido a la derrota de Alemania, ocurrida justamente en aquel año. La potencia que más votos obtuvo, y con mucha diferencia (57%), fue la URSS, cosa muy lógica, ya que entre 1941 y 1945 fue el Ejército Rojo el que se enfrentó al grueso de la Wehrmacht y lo derrotó.

En 1994 se repitió el mismo sondeo, pero el país más votado había pasado a ser EEUU, con un 49%. Y eso que aún no se había estrenado "Salvar al soldado Ryan".

En 2004 se volvió a repetir el sondeo y el porcentaje de votos para Estados Unidos ya fue del 58%.

No sé cómo estará ahora el asunto -cuando se cumplen 70 años del fin de la Segunda Guerra Mundial-, pero a este paso llegará un día en que, para la conciencia colectiva de la población de Occidente, en aquella guerra solo habrá habido dos contendientes: Alemania y Estados Unidos.


jueves, 29 de enero de 2015

Las violaciones masivas soviéticas y la "liberación" de Auschwitz




Auschwitz (Polonia) es el más famoso de los campos de exterminio nazis. En realidad no se trató de un campo sino de un complejo de campos, y es un auténtico símbolo de la barbarie y la maldad. Allí se envió a cerca de un millón trescientas mil personas, de las que murieron un millón cien mil, en su inmensa mayoría (90%)  judíos.

El 27 de enero se conmemoró el 70º aniversario de la liberación de Auschwitz. Aquel triste lugar en realidad fue ”liberado”, sin prisa, por el Ejército Rojo. Parece ser que dicha liberación se produjo casi de casualidad, pues los militares soviéticos que llegaron allí no tenían orden alguna al respecto. Es más, ignoraban la existencia del campo de exterminio. Encontraron a unos 7.500 supervivientes.


lunes, 26 de enero de 2015

Dos años




Dos años ya desde que abrí este blog y parece que fuera ayer, como se suele decir.

Lo comencé sin muchas ganas, con la intención de ir publicando artículos sobre historia -los cuales, en su gran mayoría, ya tenía escritos desde años atrás-, y sobre mis historias personales, de forma más o menos explícita. Me he dado cuenta de que todos ellos son deprimentes: los de historia se refieren a diversos desastres de la humanidad -básicamente guerras y crímenes de masas-, y los otros se centran sobre todo en los frecuentes desastres y bandazos de mi vida sentimental. Sí, aunque en ocasiones trate torpemente de revestir mis escritos con humor e ironía, reconozco que en conjunto resultan desoladores. Pero me temo que van a seguir siendo así, pues este blog no es más que un reflejo de mí mismo, de mi interés por la historia de la humanidad -tremendamente deprimente- y de mi necesidad de desahogarme con respecto a mis fracasos emocionales. Espero, al menos, que estos últimos se tomen un largo descanso, eso sí.

En cualquier caso también tengo que felicitarme por haber aguantado dos años publicando aquí y por tener ganas de seguir haciéndolo, qué diablos. Y lo más importante: quiero dar las gracias a todos los que se han tomado la molestia de leerme e incluso de comentar los artículos. Mil gracias, en serio, sin vosotros habría dejado esto hace tiempo.

A por el siguiente aniversario.


jueves, 8 de enero de 2015

Es cuestión de creencias (II)




El reciente atentado en el que unos fanáticos islamistas han asesinado a varias personas en la sede de la revista satírica Charlie Hebdo, en París, para mí es un nuevo ejemplo de lo peligrosa que es la estupidez.

De hecho es que no hay nada peor que la estupidez, como bien apuntó en su día el historiador Carlo Cipolla, el cual incluso estableció unas leyes sobre la misma:

1. Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación.
2. La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona.
3. Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso.
4. Las personas no-estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso.
5. Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir.


Con frecuencia, como en el caso que nos ocupa, la estupidez va a asociada al fanatismo, a la intolerancia, a la cerrazón, al fervor, a la exaltación, y entonces estamos perdidos. Pero de esto también nos han advertido las personas sabias, como la novelista P. D. James:

Se puede combatir la estupidez, la intolerancia y el fanatismo cuando vienen por separado. Cuando te enfrentas a los tres juntos lo mejor es escapar, aunque solo sea por preservar el propio equilibrio.


miércoles, 31 de diciembre de 2014

lunes, 29 de diciembre de 2014

Las armas químicas y la Guerra del Rif



Cadáveres esparcidos tras el Desastre de Annual (la imagen es de 1922)


En su libro “Guerra química en España, 1921-1945”, José María Manrique García y Lucas Molina Franco, dejando aparte el tema central –el del título del libro-, se plantean por qué se prohíben determinadas armas en los tratados internacionales y otras no.

En realidad la respuesta es simple: para favorecer la supremacía de los más poderosos. Esto ya quedó claro la primera vez que se estableció una prohibición internacional de un arma: la ballesta, auténtica antecesora del arma de fuego, cuyo uso fue proscrito en el Segundo Concilio de Letrán (año 1139) por el papa Inocencio II. Para el Papa las ballestas eran “mortíferas y odiosas a Dios”. La prohibición no sirvió de mucho, pero pretendía mantener la superioridad de las naciones y estamentos que podían permitirse la caballería pesada frente a los más débiles, que podían procurarse arcos y ballestas.


Al hijo que no he tenido



El pequeño MiG con su papá (maqueta de un MiG-29 Fulcrum sobre uno real; la foto la he sacado de aquí)


Ni idea de cómo te podrías llamar. Me da igual que seas niño o niña, o el color de tu pelo. Lo que sí sé es que me gustaría que existieras.

Dicen que la gente no cambia, pero ya lo creo que he cambiado. Me sorprendo a mí mismo una barbaridad escribiendo esto, de hecho. Si me hubieran dicho que yo iba a considerar seriamente tener un hijo, no sé, hace un par de años, habría pensado que me estaban tomando el poco pelo que ya por entonces me quedaba.

Pues sí, resulta que quiero tenerte, hijo mío. A mis cuarenta y dos tacos. Hombre, podrías haberte decidido antes, te aventurarías quizá a decirme. Bueno, pues no me he decidido antes, qué le vamos a hacer. No he sentido la necesidad hasta no hace mucho, así que no me podía decidir antes. Uno debe tener hijos cuando sienta muy claramente el deseo de tenerlos, pienso yo. Y por qué ahora, sería la siguiente cuestión. Pues veamos, había escrito un ladrillaco explicando detalladamente los motivos que se han conjugado en los últimos tiempos para que yo haya tomado esta trascendental decisión, pero en el fondo no importan.

Lo importante es que he cambiado.