Es que la odontología tendría que estar cubierta por la sanidad pública, me dicen algunos. Así, como si yo fuese ministro, o un líder revolucionario capaz de cambiar el sistema.
Y eso que la alopecia hace ya mucho que no me permite llevar coleta.
-Buenas. Llamo porque les hicimos un pedido hace días y aún no ha llegado.
-Veamos. Aquí tengo registrado que el pedido se les envió ayer y ustedes no estaban.
-¿En serio? ¿Me puede decir a qué hora fue eso, por favor?
-A las tres y cuarenta y siete de la madrugada.
-Claro, es que a esa hora solemos estar durmiendo. La verdad, prefería cuando llegaban ustedes a la hora de comer. Tampoco estábamos, claro, pero el sentimiento de frustración era menor.
Hay que saber dejar atrás el pasado. Y esto vale incluso para quienes sean aficionados a
la historia. Porque, a pesar de lo que decía Santayana, aunque uno
conozca su historia también puede estar condenado a repetirla.
Siempre me digo que no estoy hecho para los conflictos, a pesar de que soy aficionado a leer sobre guerras mundiales y cosas así. Sin embargo, los conflictos son parte inherente de la vida.
Querer huir de los conflictos es como tratar de suicidarse.
"Hay una edad en la que todos somos idiotas", me decía mi madre el otro día hablando de la adolescencia. Y es también justo el momento de las grandes decisiones: la edad en que elegimos una profesión, el primer amor, a quién votar...