La declaración trimestral que hacemos los
autónomos viene a ser como el castigo impuesto a Prometo, con dos diferencias: es Hacienda quien nos devora periódicamente el hígado en lugar de un
águila, y al menos ocurre cada tres meses en lugar de cada día. Un leve
respiro que nos da el Sistema, el cual, en su infinita misericordia, supongo que
entiende así que no somos inmortales como aquel famoso titán griego.
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