Siempre se ha tenido
una imagen de la Luftwaffe de Hitler
-la Fuerza Aérea alemana en la Segunda Guerra Mundial- como de una cosa ténicamente
casi perfecta, con aviones poderosísimos y avanzadísimos para su época, con un
pila de ases de la aviación y, en fin, como si se tratara del clásico ejemplo
de la famosa e insuperable ingeniería alemana. Un arma casi invencible
que sólo fue derrotada por las circunstancias, por culpa de las decisiones de
Hitler y, sobre todo, debido a la abrumadora superioridad numérica de sus
enemigos.
Bien, pues esta
visión tiene mucho de mito. Ciertamente contó con algunos tipos de aviones muy
buenos, pero también con otros no tan buenos. Ciertamente contó con un gran
número de excelentes aviadores (y una cantidad inusitada de ases de caza que
alcanzaron unas cifras astronómicas de derribos), pero también con una
barbaridad de pilotos inexpertos -sobre todo en los últimos años de la guerra-,
que eran enviados como carne de cañón a volar casi sin entrenamiento.
Ciertamente, y como es obvio, las decisiones de Hitler tuvieron mucho que ver
con la marcha de guerra pero, en lo referente a la Luftwaffe, la verdad es que
el Führer tomó pocas decisiones -salvo en momentos concretos-, porque la
aviación era un tema un tanto desconocido para él. El responsable de la Fuerza
Aérea, en todo caso, fue su jefe, el Mariscal del Reich Hermann Göring, un antiguo as de caza de la Gran Guerra. Sin
embargo, y en mi modesta opinión, el tipo que más culpa tuvo directamente de la
derrota de la Luftwaffe no fue Göring, aunque éste sí cargara con gran parte de
la responsabilidad, entre otras cosas porque fue quien colocó en su puesto al
hombre del que hablamos: Ernst Udet.
Udet (nacido en Fráncfort, en 1896), igual que Göring, fue un as de caza de la Primera Guerra Mundial. Ambos volaron en el famoso "Circo Volante", el Jagdgeschwader 1 (JG 1, Ala de Caza nº 1) de Manfred von Richthofen, el Barón Rojo, donde se hicieron amiguetes.
Udet (nacido en Fráncfort, en 1896), igual que Göring, fue un as de caza de la Primera Guerra Mundial. Ambos volaron en el famoso "Circo Volante", el Jagdgeschwader 1 (JG 1, Ala de Caza nº 1) de Manfred von Richthofen, el Barón Rojo, donde se hicieron amiguetes.
Cuando terminó la
guerra, Udet estaba en el hospital debido a una herida en el muslo. Con 22
años, se había convertido en el segundo as de caza alemán con más victorias,
sólo por detrás del Barón Rojo (muerto con 80 derribos en su haber), y ocupaba
el quinto puesto en la lista global de ases de caza de la Gran Guerra. Había
logrado 62 victorias (Göring, en cambio, "sólo" 22, a pesar de lo
cual terminó siendo jefe del JG 1 en lugar de Udet).
Como se puede
apreciar en la foto, fue condecorado con la Cruz de Hierro y la Pour le
Mérite (la máxima condecoración militar alemana hasta la Primera Guerra
Mundial). Se convirtió en un
tipo popular en Alemania.
Ernst Udet
Hermann Göring
Manfred von
Richthofen, el Barón Rojo
Tras la guerra, en
1920, Udet se casó con su amor de toda la vida, Eleanor Zink, "Lo",
cuyo apodo llevó escrito bien grande sobre sus aviones durante la contienda.
Pero, ay, la fama y
la popularidad se le subieron a la cabeza, y cual concursante de Gran Hermano
empezó a llevar una vida de crápula, así que se divorció a los tres años.
En los alegres años
veinte, mientras su amigo Göring se codeaba con la aristocracia sueca y se
hacía nazi, Udet era el típico aviador aventurero de la época, cosa que le
permitía ir de fiesta en fiesta y de cama en cama (parece ser que estuvo a
punto de morir acuchillado por uno de sus ligues, y que en los años treinta
llegó a estar liado con una espía soviética, Martha Dodd).
También dibujaba muy
bien.
Además fundó una
compañía aeronáutica e incluso fue actor en varias películas junto a Leni Riefenstahl.
A inicios de los
años treinta, mientras estaba en Estados Unidos, Udet se enamoró de un avión, y
ese amor resultaria a la vez beneficioso y trágico para la futura Luftwaffe. El
objeto de su amor fue el Curtiss F11C Goshawk, un avión naval también conocido como Hawk II en su versión de exportación.
Udet se convirtió en
un férreo defensor del bombardeo en picado al ver las demostraciones de picados
de este aparato en una exhibición aérea. Tal hecho influiría notablemente en la
composición aeronáutica de la Luftwaffe e incluso en el curso de la Segunda
Guerra Mundial, como ya veremos.
El tipo empezó a
insistir en los círculos aeronáuticos germanos en que la futura aviación
alemana debería contar con bombarderos en picado.
Aunque la política
no le interesaba nada, tras la llegada de los nazis al poder, su amigo Göring
le convenció para que se afiliase al NSDAP
a cambio de comprarle unos aviones yanquis de ésos que tanto le gustaban. Así
fue, de modo que los nazis le compraron a Udet un par de Curtiss Hawk II. A
causa de las restricciones del Tratado de Versalles, los aviones llegaron a Alemania desarmados. Pero vamos, eran
aviones de guerra, lo que demuestra cómo se podía burlar el Tratado de
Versalles poniendo un poco de interés y con la ayuda de ciertas empresas
estadounidenses.
Los dos aviones
fueron evaluados y le hicieron a Udet todavía más entusiasta si cabía del
bombardeo en picado. El tipo los empleó para hacer acrobacias. Uno lo estrelló
en 1934, tras saltar en paracaídas, y con el otro realizó una exhibición con
motivo de los Juegos Olímpicos de 1936, en Berlín. Hoy ese aparato (o lo que
queda de él) está en el Museo de la Aviación de Polonia, en Cracovia:
En 1935, Udet
ingresó en la recién creada Luftwaffe con el grado de coronel, aunque como
tenía enchufe no tardó en ascender a general. Su primer cargo fue el de
Inspector General de la Aviación de Caza.
Seguía siendo muy
popular, así que se dedicó a hacer propaganda de la nueva Fuerza Aérea.
La insistencia de
Udet sobre el bombardeo en picado dio sus frutos. Ya en 1933, el recién creado
Ministerio del Aire (Reichsluftfahrtministerium,
RLM) lanzó el programa Sturzbomber ("Bombardero en picado"),
que daría lugar a la creación del famoso Junkers Ju 87, más conocido como Stuka, abreviatura de Sturzkampfflugzeug,
"Avión de combate en picado". El primer prototipo, construido en
Suecia en 1934 y trasladado en secreto a Alemania (otra burla del Tratado de
Versalles), voló el 17 de septiembre de 1935, cuando la existencia de la nueva
Luftwaffe ya había sido revelada al mundo.
Junkers Ju 87 V1
El Stuka formaría
parte de la columna vertebral de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra
Mundial.
Hago un inciso para
explicar las ventajas del bombardeo en picado. En realidad sólo hay una: la
precisión. En los años treinta, los visores de bombardeo eran instrumentos
rudimentarios e ineficaces que daban
pobres resultados. Para destruir blancos pequeños era necesario soltar
grandes cantidades de bombas, y a veces ni así se conseguía el objetivo (como pasó
en Guernica, cuyo puente no fue destruido en el famoso bombardeo). Una fuerza
de bombarderos en picado teóricamente permitía destruir objetivos pequeños con
aviones no muy grandes y pocas bombas.
Sin embargo, no todo
el mundo en la Luftwaffe era tan entusiasta del bombardero en picado. El Jefe
de Estado Mayor, general Walther Wever,
era más partidario de centrar los esfuerzos en la creación de una buena flota
de bombarderos estratégicos que pudieran destruir objetivos grandes a grandes
distancias. Así surgieron los programas de los bombarderos pesados Dornier Do 19 y Junkers Ju 89. Por fortuna para las ideas de Udet (y por desgracia
para la Luftwaffe), Wever murió en un accidente aéreo el 3 de junio de 1936, y
los programas de los bombarderos pesados fueron abandonados, como ya veremos.
Walther Weber
Göring nombró
entonces al general Albert Kesselring
sucesor de Wever, y a Udet lo puso al frente del Technisches Amt, el
Departamento Técnico del RLM. Hasta entonces, ese trabajo había corrido a cargo
de Erhard Milch.
El general Erhard Milch,
ex director de la Luft Hansa y
Secretario de Estado del RLM, fue seguramente el principal artífice de la
Luftwaffe en los años treinta. Göring, más preocupado por temas políticos e
ignorante de los últimos avances de la aviación (la última vez que había
pilotado un avión había sido en 1922), delegó en él las tareas de creación y
organización de la nueva Fuerza Aérea. Los nazis valoraron su trabajo, y la
prueba es que pasaron por alto que su padre fuese judío extendiéndole un
Certificado de Sangre Alemana.
Erhard Milch
Sin embargo, Göring,
que era un personaje arrogante y estúpido, empezó a sentir celos del éxito de
su subordinado, asi que fue encargándole poco a poco a Udet tareas hasta
entonces encomendadas a Milch. Tareas para las cuales Udet no estaba preparado
en absoluto. Así, a comienzos de 1939 Göring hizo a Udet Generalluftzeugmeister, Director General de Material Aéreo, es
decir, el tipo que se encargaba del perfeccionamiento técnico y la producción
de los aviones de la Luftwaffe, o sea, del rearme aéreo del Tercer Reich. Nada
menos.
En este punto voy a
hacer otro inciso para descargar un poco de culpas a Udet. Por lo visto, el
hombre era consciente de sus limitaciones. Lo que a él le gustaban eran las
mujeres, el alcohol, la carne y pilotar aviones (en 1938 había establecido un
récord de velocidad volando en un caza Heinkel He 100), y en cambio se estaba metiendo en un berenjenal de aúpa. Pero
claro, a ver quién tenía narices para decirle que no a Göring. Udet habria sido un
gran piloto de pruebas, pero no tenía ninguna credencial para el puesto que se
le había asignado.
Tú hazme caso y acepta el puesto, melón, que es un trabajo facilito y te vas a forrar
La suerte de Udet
estaba echada, y sería paralela a la de otro pobre desgraciado, el por entonces
coronel y poco después general Hans Jeschonnek, un tipo que por las mismas fechas fue puesto al frente del
Estado Mayor de la Luftwaffe con sólo 39 años, sustituyendo al general Stumpff, quien a su vez había
sustituido a Kesselring.
Hans Jeschonnek
Jeschonnek era un
tipo inteligente pero tímido y retraído, de poco carácter, así que no podía
imponerse a los generales de la Luftwaffe, más veteranos que él, aunque fuesen
sus teóricos subordinados. Jeschonnek se vio así en la poco envidiable posición
de ser el responsable de todas las acciones de la Luftwaffe al tiempo que
contaba con poca autoridad para decidir sobre el curso de los acontecimientos.
El futuro pintaba
muy negro para Udet y Jeschonnek, y de paso para la Luftwaffe, a cuyo frente se
había colocado a personas que no estaban capacitadas para realizar su trabajo.
Eso sí, ese estado de cosas permitía a Göring ejercer más fácilmente su
autoridad sobre su Fuerza Aérea (su tessssssssoro).
Continuará...
No hay comentarios:
Publicar un comentario