Hace unos días, mi amiga y colega Mónica puso un implante dental en la clínica de la que soy responsable. Es el primero que se coloca en la clínica desde que soy el responsable, para ser exactos.
Parafraseando a Neil Armstrong, dicho acontecimiento es posible que ni siquiera representara un pequeño paso para la humanidad, pero para un tipo como yo fue un triple salto mortal con tirabuzón.
Y salió bien.