domingo, 28 de abril de 2019

¡Que viene Vox! (corred, insensatos)




Hola. Aunque ojalá me equivoque, voy a tratar de explicar humildemente por qué creo que Vox puede sacar muchos votos en las elecciones generales de hoy, 28 de abril. Este artículo llega tarde para evitarlo, pero al menos quizá sirva para que no se repita más adelante (es coña, sé que esto lo van a leer cuatro gatos, pero bueno, me entretengo escribiéndolo).

El pasado diciembre, en las elecciones autonómicas andaluzas, Vox, un partido de extrema derecha creado a partir de una escisión del PP y hasta entonces marginal, obtuvo casi 400.000 votos (cerca del 11%) y 12 diputados, lo que supuso la primera representación de esa formación en un parlamento español y además en un feudo tradicionalmente socialista. El programa de dicho partido ofrece ideas muy locas, como la ilegalización de las organizaciones independentistas; el "agravamiento de las penas por las ofensas y ultrajes a España y sus símbolos o emblemas"; la desaparición del Estado autonómico; la recuperación de Gibraltar; la derogación de la Ley de Memoria Histórica (a la vez que promueve una "ley de memoria dignidad y justicia para las víctimas del terrorismo") y de la Ley de Violencia de Género; la "supresión del Concierto Económico Vasco y el Convenio Navarro"; la deportación no solo de los inmigrantes ilegales, sino también de los "que estén de forma legal en territorio español pero que hayan reincidido en la comisión de delitos leves o hayan cometido algún delito grave"; la "publicación de datos sobre nacionalidad y origen en estadísticas de delitos"; la suspensión del espacio Schengen; la liberalización del suelo; la supresión en la sanidad pública de "las intervenciones quirúrgicas ajenas a la salud (cambio de género, aborto…)"; "una ley de protección de la tauromaquia"; la protección de la caza; o la "defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural", es decir, la presumible ilegalización del aborto. Además, Santiago Abascal ha defendido de viva voz la necesidad de armar a la población, adoptar "El novio de la muerte" como himno nacional, o la vuelta de la mili (a pesar de que el propio Abascal evitó hacerla a base de prórrogas). El partido ha defendido en su campaña que es menester una nueva reconquista de España.



Bien, este programa se podría resumir como una defensa a ultranza de la nación española y de los españoles de bien y de pura raza, de sus valores religiosos, de su virilidad y de sus tradiciones. Y aunque los sondeos dan como favorito al PSOE, todos coinciden en que, liquidado el bipartidismo, Vox entraría con fuerza en el Congreso, quizá con un número suficiente de diputados para, sumándolos a los del PP y Ciudadanos, rozar la mayoría absoluta.

Como diría el personaje de Bosco en "Tesis": Acojona, ¿eh?

En su libro "En defensa de España", el historiador Stanley G. Payne escribe con acierto que "España es el único país occidental, y probablemente del mundo, en el que una parte considerable de sus escritores, políticos y activistas niegan la existencia misma del país, declarando que «la nación española» sencillamente «no existe»". Esta insólita negación de la realidad cohabita con el empeño de los separatistas catalanes en hablar de una supuesta República Catalana, un ente que solo existe en su imaginación y que incluso algunos tratan de defender a toda costa. La situación es tan rocambolesca que cuando un policía es grabado diciendo algo con sentido común ("¡la república no existe, idiota!"), el vídeo se hace viral:



Es obvio que en un ambiente tal, la aparición en la escena política de una formación que hace una defensa decidida de la nación española contará con muchos seguidores, y cada vez más mientras la situación propicia para ello persista. Por tanto la solución estaría en que los españolitos en general, empezando por nuestros políticos, intelectuales y activistas, dejáramos de una vez de asociar nuestra nación con el franquismo, ya que existe desde bastante tiempo antes, y aceptáramos de una vez que España no es ni mejor ni peor que otros países de nuestro entorno. Y sobre todo que sí, que existe.

Después de la Guerra Civil y la dictadura de Franco, el interés por la historia contemporánea en nuestro país se ha ido incrementando, aunque esto es en realidad una tendencia general en todo el mundo. En la Transición, la historia reciente se trató con bastante ecuanimidad, casi nadie tenía la intención de continuar con la dictadura, se esperaba no repetir los errores de antaño (como los que llevaron a la Guerra Civil) y existía la sensación general de que el pasado estaba superado. Hoy en día se dice que en la Transición se acordó un supuesto "pacto de olvido", pero no es cierto: precisamente, como la historia no se olvidó, el proceso se fundamentó en la negociación y el consenso y se buscó no reincidir en los dislates del pasado para evitar una nueva guerra civil. A pesar de que hoy la izquierda es la más crítica con la Transición, esta forma de hacer las cosas benefició al PSOE que acabó por ganar las elecciones por mayoría absoluta en 1982 y se mantuvo en el poder durante catorce años.



De manera que en la Transición no se "olvidó" nada. Aquellos años fueron ricos en investigaciones históricas y publicaciones sobre la Segunda República, la Guerra Civil Española y el franquismo. Nunca antes se le había prestado tanta atención a la historia ni esta había sido tan asequible. Lo que sí se hizo fue evitar que se utilizara la historia como arma de propaganda política. Y así se siguió haciendo hasta la campaña electoral de 1993, cuando, en un ambiente de crispación por los casos de corrupción del PSOE, José María Aznar se declaró azañista y Felipe González le respondió que votar al PP serviría para que volviera el franquismo. González ganó en aquellos comicios (aunque no de una forma tan abrumadora como en los anteriores), pero a costa de romper un pacto no escrito de la Transición. El empleo de la historia como arma política se repetiría a partir de ese momento hasta hoy.

El año 2006, durante el Gobierno de Rodríguez Zapatero, fue declarado por el Congreso de los Diputados como Año de la memoria histórica con la única oposición del Partido Popular, y en 2007 se aprobó la Ley de Memoria Histórica, que incluye el reconocimiento de todas las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo. Algunos autores de distintas tendencias habían recelado del concepto de "memoria histórica". Así, para Stanley G. Payne, estamos ante un oxímoron, puesto que la memoria es subjetiva y la historia es, o debería ser, objetiva. Santos Juliá escribió que "imponer una memoria colectiva o histórica es propio de regímenes autoritarios o de utopías totalitarias", añadiendo que "las guerras civiles sólo pueden terminar en una amnistía general". Y Paul Preston confesaba que le resultaba "muy incómodo que se empiecen a hacer leyes sobre estas cosas". Parece que los redactores de la ley hicieron caso a los historiadores, porque en el texto definitivo la expresión "memoria histórica" solo aparece en el título y cuando se anuncia la creación de un Centro Documental de la Memoria Histórica y Archivo General de la Guerra Civil. En el resto del escrito solo se leen las expresiones "memoria personal y familiar" y "memoria democrática", siendo esto último lo que la ley pretende fomentar. Reconoce además que "no es tarea del legislador implantar una determinada memoria colectiva", añadiendo que "sí es deber del legislador, y cometido de la ley, reparar a las víctimas, consagrar y proteger, con el máximo vigor normativo, el derecho a la memoria personal y familiar como expresión de plena ciudadanía democrática, fomentar los valores constitucionales y promover el conocimiento y la reflexión sobre nuestro pasado, para evitar que se repitan situaciones de intolerancia y violación de derechos humanos como las entonces vividas".

La ley se aprobó el 31 de octubre de 2007 con los votos en contra del Partido Popular y de Esquerra Republicana de Catalunya. Durante el mandato de Mariano Rajoy, del PP, la ley quedó derogada de facto puesto que no se le destinó ninguna partida de los presupuestos de 2013 y 2014. Para el PP, la ley reabría viejas heridas. En realidad, a dicho partido parece como si nunca le hubiera preocupado la historia, dejando todo el discurso sobre la misma a sus partidos opositores, básicamente los de izquierdas y los nacionalistas periféricos. En ese sentido, el PP parece muy influido por el "presentismo", que a su vez se enmarca en la ola de posmodernismo que nos invade y de la que hablaré después. De manera que el PP se ha ocupado más bien del presente y de la gestión de la economía, eso sí, a la vez que ha obstaculizado todo lo posible la identificación, localización y eventual exhumación de las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo aún desaparecidas, algo que se supone que facilita la Ley de Memoria Histórica. El asunto es muy de traca si tenemos en cuenta que España es uno de los países con más desapariciones forzadas del mundo. Aunque el Partido Popular procede de Alianza Popular, que a su vez es una formación fundada, entre otros, por un exministro de Franco -Manuel Fraga-, la historia del partido está del todo asociada a la democracia. A sus dirigentes no les habría costado nada desmarcarse sin ambages del franquismo, ratificando aquella condena que ya hicieron en 2002, cuando incluso prometieron ayudas para reabrir las fosas comunes. Pero al final de todo eso rien de rien. De manera que el PP, con su actitud, ha contribuido notablemente a que la historia continúe mezclándose en el debate político. Así, la izquierda y los nacionalistas periféricos no han dudado en calificar una y otra vez al PP de "extrema derecha" e incluso "fascista", a lo que dicho partido siempre ha respondido con una destacada torpeza dialéctica y sin rectificar (al contrario que Ciudadanos, que no ha tenido problemas en recordar que condena el franquismo cada vez que ha sido necesario). Al no ratificar la condena al franquismo ni con palabras ni con hechos, el PP lo ha legitimado y ha albergado en su seno durante mucho tiempo a auténticos franquistas que, en un momento dado, han buscado argumentos para escindirse y crear Vox.  Es lo que tiene la ambigüedad mal calculada.



Para colmo, los líderes del PP y también de Ciudadanos legitimaron a Vox haciéndose una foto junto a los cabecillas de esta formación durante una manifestación conjunta en la plaza de Colón de Madrid:



Hoy el posmodernismo y su manifestación política, el nuevo progresismo de pensamiento único -o "corrección política"-, están en auge. El posmodernismo supone un relativismo extremo en el que no hay una "verdad", porque toda verdad es relativa y por tanto cada cual tiene "su" verdad. Todo es subjetivo. La corrección política es transversal, puede ser de derechas o de izquierdas, de manera que está presente en multitud de organizaciones políticas occidentales y en casi todas las instituciones. Eso sí, tiene su origen en Estados Unidos, pero cada vez influye más en España y otros países. Persigue un igualitarismo radical que no se encuentra reflejado en la realidad, pues los seres humanos no somos iguales ni en el plano físico, ni en el intelectual, ni en el moral, y por tanto termina creando frustración y contradicciones de forma permanente, lo que lleva a los Estados a imponer medidas coercitivas para imponerlo. Este problema se aprecia claramente en la Unión Europea, donde el igualitarismo se relaciona de forma contradictoria con la economía de mercado y la globalización produciéndose más desigualdades, lo que hace que se adopten más medidas coercitivas en un círculo vicioso sin fin. Como el posmodernismo pone el énfasis en la subjetividad, la corrección política defiende un individualismo exacerbado. El concepto fundamental de esta ideología es el victimismo, que se establece en base a tres factores: raza, clase y género. Defiende que toda la historia de la humanidad es un relato de opresión y ausencia de igualdad a través de los tres factores básicos mencionados. Rechaza el historicismo, según el cual cada época ha de estudiarse e interpretarse de acuerdo a sus propias mentalidades. En su lugar, impone un "presentismo" cuyas normas han de ser consideradas universalmente y para cualquier época: toda la historia ha de verse bajo el prisma del presente. En el lado "opresor" destaca especialmente la civilización occidental, que es vista como responsable de todos los males de la humanidad ocurridos desde hace siglos y por tanto pasa a ser objeto de rechazo en favor del "multiculturalismo". Aquí se incurre en una contradicción, y es que no se aplican los mismos criterios a otras culturas que, al no ser occidentales, se presuponen aliadas. El "multiculturalismo" se convierte así en un aspecto clave para desmontar la cultura occidental, porque es la única que no se trata de imponer a otras. De esa manera, en Occidente estamos llegando a ver a mujeres para las que el velo islámico es nada menos que un símbolo feminista y liberatorio.



Esta ideología del "buenismo" y de la corrección política, tan característica de nuestros días, probablemente sea producto tanto de la secularización de la sociedad como del posmarxismo cultural. Un ejemplo muy claro del "multiculturalismo" posmoderno, antioccidental e incluso anticientífico e irracional, son estas palabras publicadas por María Elena Álvarez-Buylla, que fue puesta al frente del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (CONACYT) por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), presidente mexicano:



La situación del estudio y la interpretación de la historia es hoy anómala y paradójica. Nunca se habían publicados tantos y tan diversos trabajos de calidad para estudiar y aprender de dicha disciplina, y sin embargo en las escuelas y universidades cada vez cuenta con menos recursos.  El uso masivo de Internet alienta a recopilar datos históricos, pero sin profundizar en ellos. De nuevo vivimos dominados por el "presentismo" y apenas hay interés real por el conocimiento del pasado, ni lejano ni cercano. Esto hace que quienes reaccionan de forma extrema contra la visión posmoderna de la historia, recurran a una perspectiva un tanto anacrónica de la misma, plagada de mitos y errores.

El "presentismo" es lo que hace que el presidente de México, AMLO, solicite a España que pida perdón por la conquista del territorio que hoy ocupa su país, hace cinco siglos. El "presentismo" también hace que desde Podemos le den la razón a AMLO y hablen de la necesidad de "un proceso de recuperación de la memoria democrática y colonial que restaure a las víctimas". Y finalmente, el "presentismo" también está detrás de que el Parlamento de Cataluña  haya iniciado los trámites para pedir perdón a México por los crímenes de la conquista. Este tipo de comportamientos es normal en el caso del nacionalismo catalán, una ideología que ha hecho del victimismo su mayor herramienta y que defiende que el pueblo de Cataluña lleva más de tres siglos oprimido por España, pero se está extendiendo como la pólvora.

Aparte, algo se está haciendo mal en nuestros días en nombre del feminismo cuando desde alguna institución se apoya y se financia a personas que defienden barbaridades como que la heterosexualidad es violencia contra la mujer o que el sexo heterosexual se parece a una violación:



O cuando se censuran cientos de cuentos infantiles por "sexistas". O cuando se habla de "violencia obstétrica" en los partos en hospitales. Obviamente sería una barbaridad derogar la Ley de Violencia de Género, pero algo fallará, algo habrá que cambiar en ella cuando deja abierta la posibilidad de que sea juzgado por violencia machista un hombre que ayuda a suicidarse a su mujer, enferma terminal de esclerosis múltiple. Cuando, en definitiva, se victimiza a la mujer por el hecho de ser mujer en Occidente, mientras en otras lugares la situación de muchas mujeres es ciertamente dramática pero no parece que se le dé mucha importancia: así, en Irán una mujer puede ser condenada a años de cárcel y latigazos por oponerse al uso del velo, o cientos de mujeres birmanas son compradas y violadas para tener hijos en China.

Por otro lado, defendemos una igualdad radical en España y tratamos de imponer en nuestra sociedad un lenguaje inclusivo que en no pocas ocasiones raya en lo ridículo, mientras que hay setenta países donde ser gay o lesbiana aún es ilegal o incluso letal.

Finalmente, hablando de la unidad de España (tema estrella para Vox), desde la izquierda se nos dice que quien pone en peligro de verdad la unidad territorial es quien no entiende España, es decir, la derecha:



Sin embargo, lo que sí resulta complicado de entender, por ejemplo, es que Pablo Iglesias defienda la Constitución en los debates televisivos y a la vez enarbole una bandera independentista en un mitin.

El fenómeno de Vox, que se enmarca dentro del auge global del nacionalpopulismo, y cuyo principal apóstol es Steve Bannon, se trata de una reacción extrema frente al posmodernismo multiculturalista, buenista, igualitarista radical, victimista, presentista y antioccidental, que predomina hoy cada vez más en nuestra sociedad. Si Vox obtiene hoy muchos votos en España estaremos ante un hecho similar a la victoria de Trump en Estados Unidos, la de Orbán en Hungría, la de Bolsonaro en Brasil, la de Salvini en Italia, el brexit o la subida de Marine Le Pen en Francia. El fascismo estuvo en auge en el periodo de entreguerras, tras la victoria bolchevique en la Guerra Civil Rusa y en un contexto de crisis económica. Hoy el nacionalpopulismo está en auge como reacción frente a un enemigo exterior, el islamismo, que se percibe favorecido por la ideología del multiculturalismo buenista, igualitario y antioccidental, y en un contexto de crisis económica. Además, en España se retroalimenta por un nacionalpopulismo separatista y victimista. La situación no es igual a la de hace ochenta años, pero tiene puntos en común. Y en cualquier caso, Vox defiende un nacionalismo centralista radical y una vuelta a los valores tradicionales, es decir, "a lo de antes".

Espero que no estemos abocados al desastre.



sábado, 13 de abril de 2019

El avión del doctor Henny (o "ya no se hacen «fake news» como las de antes")




Se puede morir por las ideas, pero nunca matar por ellas.


Melchor Rodríguez García, el ángel rojo


El 8 de diciembre de 1936 fue derribado un avión de la Embajada francesa sobre Guadalajara. Se trataba de un Potez 540, un bombardero transformado en transporte, cuyo piloto consiguió realizar un aterrizaje forzoso, no sin capotar y volcar, en un campo cerca de Pastrana.

En él viajaban el médico suizo Georges Henny -delegado de la Cruz Roja Internacional-, dos periodistas franceses -Louis Delaprée, corresponsal del diario Paris-Soir, y André Château, de la agencia Havas- y dos niñas españolas -María Carlota y María Dolores Cabello- que eran trasladadas a Francia por la Cruz Roja. La tripulación del avión estaba formada por el piloto Charles Boyer (nada que ver con el conocido actor) y el radiotelegrafista Bougrat.

lunes, 25 de marzo de 2019

El mantra del IBEX 35



El IBEX 35 según la revista El Jueves


En su magnífica obra "La izquierda feng-shui" (Ariel, 2017), Mauricio-José Schwarz escribe que "una empresa no es un ser humano. No puede ser buena ni mala, no es irresponsable o agresiva, pero sí lo son quienes toman las decisiones en ella aunque en ocasiones ni siquiera estén de acuerdo".

Desde cierta izquierda se hace gala de un tipo de pensamiento mágico, según el cual, los grandes males del mundo se deben a un determinado número de empresas -y no a otras- que actuarían al unísono. Estas empresas serían la auténtica personificación de Satán, un monstruo de varias cabezas y apetito insaciable que solo perseguiría su propio beneficio a costa de acabar con todo lo bueno que pueda existir en el planeta. A nivel mundial, entre las empresas fetiche de la izquierda están Monsanto, Bayer, McDonald´s o Coca-Cola. Ninguna de ellas, por cierto, aparece en la lista de las 15 peores empresas para el medio ambiente compilada hace diez años por Business Insider. Ni tampoco en esta otra lista de 20 grandes empresas cuyo comportamiento ético ha sido más que dudoso. En la España del siglo XXI, el símbolo del mal es el temido IBEX 35, que ostentaría el poder absoluto del Estado. He aquí el mantra, digo la trama, explicada con un croquis por Pablo Iglesias:



La simple mención de alguna de esas empresas, o del IBEX 35, en tal o cual acusación sin datos que la sustenten, ya otorga credibilidad más que suficiente. El otro día, en su discurso de regreso tras la baja de paternidad, Pablo Iglesias dijo que "hay veinte familias en este país que tienen más poder que cualquier diputado". Mencionó como ejemplos a Amancio Ortega, Ana Botín, Isidre Fainé y Florentino Pérez, todos ellos directivos de empresas del terrorífico IBEX 35. Como se explica en el vídeo de arriba, el mensaje que transmiten Pablo y quienes piensan como él es que todas las decisiones políticas y económicas que se toman desde el Gobierno español, sea este del PP o del PSOE, están siempre muy condicionadas, y hasta dirigidas, por el IBEX 35, al que lo que voten los sufridos ciudadanos se la trae al pairo. Lo mismo en lo que respecta a los tribunales y las sentencias en casos de relevancia política o económica. Y por supuesto que casi todos los medios de comunicación, en especial los privados, publican sus cosas al dictado del IBEX 35.

El IBEX 35 se ha convertido así en un símbolo que no necesita contenido. ¿Pero qué diablos es el IBEX 35? Pues no es más que un índice bursátil, es decir, una serie de acciones pertenecientes a las 35 empresas de mayor liquidez que cotizan en las bolsas españolas, que se emplean para calcular el valor de la Bolsa, así como sus subidas y caídas. El principal criterio para incluir una empresa dentro del índice es el valor total de sus acciones, y los que deciden tal cosa son unos técnicos bursátiles que se reúnen dos veces al año para añadir y quitar empresas de su lista. Hay más de sesenta empresas que alguna vez estuvieron en el IBEX 35 y ya no forman parte de él. Y, sorprendentemente, algunas de las empresas que más facturan en España, como Mercadona, El Corte Inglés, Ford España o Seat, tampoco están en el IBEX 35, aunque difícilmente se pueda decir que no sean poderosas. A la vez, hay empresas pertenecientes al famoso índice que facturan mucho menos, como Arcelor, que es la cuadragésimo segunda empresa de España, Indra, que es la septuagésimo quinta, Acciona, que es la nonagésimo octava, o Acerinox, que es la centésima.

Por otro lado, y según Business Insider de nuevo, parece que entre las diez empresas líderes en sostenibilidad en todo el mundo, hay varias del IBEX 35. Al menos sobre el papel, no parecen tan malas como las pintan.

Es obvio que desde el poder económico se ejercen presiones sobre los gobernantes, igual que hacen otros agentes sociales. Es obvio que, en ocasiones, el poder económico es superior al de otros agentes sociales (lo que quizá nos tendría que llevar a reforzar a quienes representan a los trabajadores, consumidores y ciudadanos comunes). También es evidente que hay partidos más afines al poder económico y que, por tanto, cuando llegan al gobierno responden más claramente a las necesidades de este. Y nadie dice que el comportamiento de los directivos de las empresas del IBEX 35 sea intachable. Todo ello es de cajón. Pero algo muy diferente es pensar que existe un grupo de grandes empresas que actúan como un equipo, de forma concertada y sin fisuras, para controlar el país, o incluso el mundo, manejando en la sombra los resortes de la política, la justicia, la información y, en fin, de todas las instancias de decisión. Esta visión del asunto es lo que Schwarz llama simplismo-leninismo y no deja de ser una teoría de la conspiración de lo más absurda.

Está muy bien que la izquierda busque la justicia, pero tal cosa se debe hacer desde la verdad, desde los datos, desde la seriedad, desde la razón. Ah, y desde la coherencia. No desde la demagogia. 

No se puede acusar a nadie, ni siquiera a un conjunto de empresas, de tremendas atrocidades solo porque sus directivos sean enemigos de clase. Sobre todo cuando estos pueden ser criticados y denunciados por auténticas tropelías. Pero es más fácil sacar a pasear el espantajo del IBEX 35 una y otra vez, en un mensaje que quizá gane adeptos para la causa, pero que está más vacío que la nevera de Carpanta. Cito de nuevo a Schwarz:

"El fin no justifica los medios. No vale mentir en nombre de la verdad, ser injusto en nombre de la justicia, promover la desigualdad en nombre de la igualdad. Un respeto sólido a los principios básicos nos exige ser justos con todos (...).

Si uno no es moralmente superior a quienes promueven la injusticia, finalmente se iguala a ellos. Y perder la autoridad moral es un lujo que la izquierda simplemente no puede permitirse".




viernes, 1 de marzo de 2019

Oradour y Jaibaj





¿Quién no ha oído hablar de la masacre de Oradour-sur-Glane? 

En aquella localidad del interior de Francia, el 10 de junio de 1944, tras el Desembarco de Normandía, soldados de la 2ª División Panzer de las SS Das Reich perpetraron una masacre contra la población civil acusándola falsamente de colaborar con la Resistencia. Resultaron asesinadas 642 personas, hombres, mujeres y niños. Los hombres fueron fusilados, mientras que las mujeres y los niños, que eran mayoría (245 y 207, respectivamente), fueron quemados vivos en la iglesia, siendo ametrallados los que trataban de escapar.

Hoy Oradour se mantiene en ruinas como testimonio de aquel terrible crimen, aunque tras la guerra se construyó una nueva villa a cierta distancia de la original. También cuenta con un centro conmemorativo inaugurado en 1999 por el presidente de la República, Jaques Chirac, que alberga una exposición permanente y salas para muestras temporales.



¿Quién ha oído hablar de la masacre de Jaibaj? 

Es sabido que Stalin le cogió el gusto a eso de deportar en masa a la gente, y que desde los años treinta en adelante se cebó a base de bien con unos cuantos grupos étnicos. De hecho, y como ya comenté aquí, entre 1943 y 1944 los soviéticos deportaron a varios pueblos enteros de la URSS a los campos de concentración de Asia Central y Siberia. En total, las víctimas fueron cerca de dos millones de personas tras ser acusadas de forma demencial de colaborar con los alemanes. Entre los pueblos deportados en esos años estuvieron más de medio millón de chechenos e ingusetios (Operación Chechevitsa -"Lenteja"-), de los que murieron como consecuencia de ello cerca de doscientos mil. Es cierto que entre 1940 y 1944 unos 5.000 chechenos protagonizaron una insurrección armada contra el poder soviético liderada por Hasan Israilov, pero este nunca llegó a colaborar claramente con los nazis. Y en todo caso Stalin se lo hizo pagar a cientos de miles de inocentes.



Una familia ingusetia velando el cuerpo de su hija muerta en Kazajistán


La comparación con lo ocurrido en Oradour-sur-Glane viene ahora. El 27 de febrero de 1944 -se ha cumplido estos días el 75º aniversario-, en el marco de las deportaciones de chechenos e ingusetios, las tropas del NKVD llegaron a la aldea de Jaibaj, en el Cáucaso, con el propósito de llevarse a todos sus habitantes. A los que eran capaces de caminar varios kilómetros bajo la nieve se les ordenó que se dirigieran a la estación de ferrocarril más próxima, pero el problema que se le presentó al comisario del NKVD Mijail Maksimovich Gvishiani fue qué hacer con los más de 700 ancianos, enfermos, mujeres embarazadas y niños pequeños (incluidos dos recién nacidos) que no estaban en condiciones de echarse a andar a la intemperie por la montaña y en pleno invierno. Su jefe, Lavrenti Beria, había dado orden verbal de que cualquier checheno que no se pudiera trasladar debía de ser liquidado en el acto, de manera que Gvishiani decidió encerrarlos a todos en un enorme establo y quemarlos vivos. Y así se hizo. Los que trataron de escapar fueron ametrallados. Fue exactamente lo mismo que harían los nazis en Oradour solo cuatro meses más tarde.



Gracias a este éxito, Gvishiani (en la foto) sería felicitado por Beria, quien le prometió una medalla y todo.



Aunque fue la peor, hay que decir que evidentemente la de Jaibaj no fue la única masacre cometida por los soviéticos contra los civiles chechenos por aquellos días. Además, es importante señalar que casi 20.000 chechenos combatieron en el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial, varios fueron condecorados y unos 2.300 murieron en combate. Resulta que mientras los soldados chechenos luchaban y morían en el frente, en retaguardia sus familiares eran deportados o asesinados por el NKVD. Algunos quemados vivos.

El Gobierno soviético permitió a los chechenos e ingusetios volver a su tierra a partir de 1957, pero no fue hasta 1991 cuando Moscú rehabilitó oficialmente al pueblo checheno, reconociendo que las acusaciones que habían conducido a su deportación eran falsas.

En 2004 el Parlamento Europeo calificó la deportación estalinista del pueblo checheno como un acto de genocidio.

En 1992 el presidente de la autoproclamada y efímera República Chechena de Ichkeria, Dzhojar Dudáyev, inauguró un monumento conmemorativo en la capital, Grozni, en recuerdo a los chechenos deportados por Stalin. El monumento fue parcialmente destruido por los rusos en 1995 y de nuevo en 1999, durante las guerras con Chechenia. En 2014 fue definitivamente desmantelado por el Gobierno de Ramzán Kadýrov, pertenciente al partido de Putin, Rusia Unida.



También en 2014 las autoridades rusas prohibieron la distribución en su país de la única película rodada hasta la fecha sobre la masacre de Jaibaj: "Ordenado para olvidar", de Hussein Erkenov. Según el Gobierno ruso, el largometraje no era más que una "falsificación histórica" y su difusión podía incitar al "odio étnico".

Y bueno, aquí tenemos dos terribles episodios de la Segunda Guerra Mundial, dos crímenes de masas prácticamente idénticos, casi con el mismo número de víctimas, uno cometido por los nazis y otro por los soviéticos. La gran diferencia entre ellos es que el primero es harto conocido y del segundo no ha oído hablar ni el Tato. De la masacre de Jaibaj no hay casi bibliografía, ni tampoco monumentos conmemorativos. Pensemos además en qué diría la opinión pública si el Gobierno alemán no solo censurase una película, sino que además esta versara sobre los crímenes nazis y que las autoridades germanas alegaran que se tratase de una "falsificación histórica" y que promoviera el "odio étnico".

Y es que es por cosas así que el nazismo tiene tan mala fama -muy merecida, por supuesto-, pero el comunismo no.


Más información:

-Hernández, Jesús, "Grandes atrocidades de la Segunda Guerra Mundial", Almuzara, 2018.




domingo, 27 de enero de 2019

Seis




Ayer este blog cumplió seis añitos. Hay que ver, qué rápido crece. Parece como si fuera ayer cuando nació.




domingo, 16 de diciembre de 2018

Peiró




Seamos hoy revolucionarios conscientes, hagamos la acción eficaz y coordinémosla de modo que sea un ejemplo de entusiasmo, de inteligencia y de capacitación.

Ramón J. Sénder


Siempre me han llamado la atención esos políticos republicanos españoles que huyeron a Francia en 1939, sólo para ser capturados allí por los nazis no mucho tiempo después, devueltos a España, y finalmente encarcelados o ejecutados. Su historia me parece terrible, por la múltiple crueldad que supone tener que dejar tu casa, tu país, para tratar de ponerte a salvo y, una vez que crees que ya lo estás, ser devuelto a las garras de los que te persiguen para matarte.

Fueron unos cuantos los que corrieron esa suerte, aunque de todos, el caso más conocido, y con diferencia, es el de Lluís Companys, presidente de la Generalitat catalana durante la Guerra Civil. El nombre de Companys ha sido profusamente utilizado por el nacionalismo catalán, en ocasiones de forma harto demagógica (desde ciertos sectores políticos catalanes se ha exigido reiteradamente que el Estado español pidiese perdón por su fusilamiento). Además, se ha pedido la revocación de su consejo de guerra, y se le han realizado durante mucho tiempo múltiples homenajes desde diferentes instituciones, no sólo catalanas. Nada que objetar por mi parte a esto último, al contrario más bien. Creo que toda víctima de la barbarie merece, aparte de justicia, un recuerdo, un homenaje. Por eso precisamente me parece injusto que otros que corrieron la misma suerte que Companys hayan caído en el olvido excepto para unos pocos, como los socialistas Julián Zugazagoitia y Francisco Cruz Salido, o el anarquista Joan Peiró.

El caso de Peiró es especialmente sangrante, dado que fue un hombre honesto y trabajador que dedicó su vida tanto a luchar por los más desfavorecidos, como a enfrentarse a la violencia. No hay un solo punto oscuro en su biografía.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Lobos



Hasta el Medievo, la península ibérica estuvo cubierta de bosques que cobijaban una enorme variedad de grandes mamíferos como ciervos, corzos, jabalíes, osos, linces o lobos. Esas masas forestales se conservaban aún en los primeros tiempos de la Reconquista, pues conformaban muchas veces la ancha tierra de nadie que separaba los reinos cristianos y musulmanes. Pero después, la corona castellana fue deforestando todo el territorio a la vez que lo cristianizaba. Se roturaron millones de hectáreas de bosque para transformarlo en cultivo, y Alfonso X el Sabio (que por lo visto no lo era tanto) creó la poderosa Mesta, una agrupación gremial de pastores y ganaderos que perduró hasta el siglo XIX y cuyos ingentes rebaños necesitaban ingentes pastos. En tiempos de los Reyes Católicos, la deforestación ya comenzaba a ser masiva. Obviamente esto hizo que los grandes vertebrados empezaran a escasear, permaneciendo algunos de forma estable exclusivamente en los terrenos dedicados a la caza mayor o en las cadenas montañosas. El lobo fue una excepción, pues en vista de la progresiva desaparición de los herbívoros salvajes, se sustentaba gracias a los millones de cabezas de ganado que había por toda la geografía peninsular. Pero claro, ahí empezó el interminable conflicto entre ganaderos y lobos, en el que los últimos siempre han llevado las de perder. De hecho, el lobo ibérico estuvo a punto de extinguirse hace solo cuarenta años. Afortunadamente, a partir de entonces se convirtió en especie protegida y su población comenzó a recuperarse poco a poco. Pero bueno, viendo esta noticia está claro que el ser humano es un animal que no solo no aprende de sus errores, sino que parece que le gusta repetirlos: