domingo, 30 de septiembre de 2018

El cuento del "Guernica valenciano" y la manipulación de la historia





Como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad.

Cicerón


El otro día nos despertamos con este impactante titular:


¿Qué se puede esperar del PP, ese partido franquista?, pensaremos inmediatamente muchos de nosotros. Sin embargo, si investigamos un poco el tema, podemos comprobar que el asunto tiene más enjundia.

Hace tres años, EL PAÍS nos informaba del rodaje de un documental sobre un misterioso bombardeo nazi de cuatro pueblos de Castellón, al que comparaba nada menos que con el de Guernica:

¿Por qué Hitler bombardeó cuatro pacíficos pueblos de Castellón?

La aviación nazi experimentó en 1938 su arma más mortífera en una zona alejada del frente
Tras la guerra, el franquismo ocultó la historia que un documental saca ahora a la luz

JOSEP GRAU

Valencia 26 DIC 2015 - 12:07         

El 26 de abril de 1937 Gernika sufrió un bombardeo que sirvió para que la aviación alemana experimentara su nuevo armamento aéreo. Murieron 126 personas y el hecho es recordado como un icono de la lucha por la libertad… Sin embargo pocos conocen que el mayo de 1938, hubo otro Gernika en El Maestrat de Castellón.

Un año antes de acabar la Guerra Civil española, la Legión Cóndor de la Alemania nazi bombardeó Benassal y otros pueblos del interior de Castellón causando 38 víctimas mortales y arrasando unas poblaciones pequeñas y tranquilas del Maestrat. Sus habitantes nunca entendieron por qué. Ahora, 75 años más tarde, saben que fueron víctimas de un experimento nazi.

El problema es que esa noticia estaba plagada de mentiras, pero el documental -Experimento Stuka, se llama- siguió adelante (parece ser que con una subvención de 28.595,20 euros de la Comunidad Valenciana y de otros 20.000 de la Diputación de Castellón), se estrenó este mes de mayo y ha dado pie a que el jueves pasado Compromís reclamara en el Senado que se otorgue una indemnización de 57 millones de euros a las víctimas del bombardeo y a sus descendientes. Pero el PP se negó esgrimiendo un trabajo de investigación de los historiadores Lucas Molina Franco y Rafael Permuy López. En La Sexta contaron la noticia destacando las palabras del senador popular Guillermo Altava responsabilizando a las autoridades republicanas del desastre por no evacuar a la población civil:


Aunque a mí me llaman también la atención las palabras del senador de Compromís, Jordi Navarrete, tachando el trabajo de Molina Franco y Permuy López de "panfleto" y tildando a estos autores de "gente relacionada con el anterior régimen", o sea de fachas, lo que para él invalida cualquier cosa que escriban. Diga lo que diga Navarrete, Molina Franco y Permuy son unos reputados historiadores que han publicado un montón de obras sobre la aviación en la Guerra Civil y digo yo que, cuando menos, habría que tener en cuenta su opinión en estos temas.

El caso es que reconozco que no he visto el documental, pero sí su web y el tráiler. Y ahí pone:

En plena Guerra Civil los habitantes de cuatro diminutos pueblos de Castellón ven aparecer tres aviones en el horizonte. Algunos niños salen a saludar, los adultos los miran con inocencia y curiosidad. Pero los aviones maniobran, caen en picado y bombardean casas e iglesias. Matan a 38 vecinos. Nunca supieron quién fue el responsable. Hasta ahora.

Casi 80 años después un vecino encuentra una carpeta en el archivo militar de Friburgo, Alemania, con 66 fotografías aéreas. Los alemanes se tomaron muchas molestias en documentar aquel bombardeo. Los habitantes de Benassal, Ares, Albocàsser y Vilar de Canes sabrán por fin que fueron víctimas de un experimento nazi.

Los pilotos pertenecían a la Legión Cóndor, enviada por Hitler para ayudar a Franco. Fijaron su base en la Sènia (Tarragona). Bombardeaban por la mañana y pasaban la tarde bebiendo cerveza en la playa de Peñíscola. Era mayo del 38 y acababan de recibir los tres primeros modelos del Junkers 87A, conocido como ‘Stuka’. Los prototipos entraron en España en secreto y debían calibrar si aguantarían una nueva bomba de 500 kilos, el doble de las lanzadas hasta entonces. El mortífero éxito del experimento sobre población civil fue determinante en la decisión alemana de construir en masa el Stuka para arrasar con él Europa en la todavía insospechada II Guerra Mundial.

Es falso que no se supiera hasta ahora quiénes fueron los responsables de aquellos bombardeos. El informe alemán sobre dichos ataques ya fue empleado en un conocido libro acerca de la Legión Cóndor de los autores Karl Ries y Hans Ring publicado en 1980, y también fue utilizado por Antony Beevor en su obra sobre la Guerra Civil Española publicada en 2005, en la que de hecho menciona los bombardeos.

Es falso que los Junkers Ju 87A Stuka entraran en España en mayo de 1938 y en secreto: lo hicieron en enero con conocimiento de las autoridades franquistas (y de las republicanas), empezaron a operar en febrero y bombardearon objetivos con bombas de 500 kilos antes y después de los ataques a esos cuatro pueblos.

Es falso, como se ha escrito en muchos medios, que aquellos cuatro pueblos (Benasal, Albocácer, Ares del Maestre y Villar de Canes) estuvieran alejados del frente, pues de hecho estaban en el frente en mayo de 1938, ya que fueron ocupados por los franquistas justo después de los ataques aéreos. Unos ataques que tenían objetivos militares, pues el Maestrazgo era en aquel momento el escenario de una ofensiva y de hecho había hasta cinco divisiones republicanas en la zona. 






Los Stukas no se diseñaron para arrasar ciudades, sino para atacar objetivos militares con cierta precisión, pues eran bombarderos en picado. Lo que no quiere decir que en sus ataques no pudiera haber víctimas civiles, por supuesto, pero no era lo que se perseguía.

La tesis del documental, al parecer, es la de un profesor de Física de la Universidad de Valencia, Óscar Vives, aficionado a la historia y vecino de Benasal, que "descubrió" el informe sobre los bombardeos en Friburgo. A partir de ahí, elaboró su propia teoría que ha sido tomada como dogma de fe por los autores del documental y de paso por Compromís, aunque dicha hipótesis esté plagada de errores, por decirlo de algún modo.

Por favor, leed este artículo donde se explica todo la mar de bien:


Y aquí tenéis un artículo de Molina Franco y Permuy López -los fachas a los que desprecian en Compromís- contando la historia con todo lujo de detalles e incluso con mapas en los que comprobar lo alejadísimos del frente que estaban esos cuatro pueblos:


Al menos leed el apartado "conclusiones".

Mi conclusión es que estamos ante una flagrante manipulación de la historia con fines políticos (otra más), esta vez con dinero de por medio. Y es que la memoria histórica también puede ser un negocio. En la Guerra Civil Española hubo auténticos bombardeos de terror en retaguardia y no veo la necesidad de inventar otros. Y por supuesto suscribo estas palabras de Lucas y Permuy:

"La utilización falsaria de datos históricos, jugando con los sentimientos de las personas bien intencionadas y confundiendo al público con verdades a medias y planteamientos históricamente discutibles es, cuando menos, moralmente reprobable".




martes, 25 de septiembre de 2018

Espectacular




Dice Alejandra que uno de los motivos por los que le gusto es que no digo "espectacular". "Un paisaje espectacular", "la lubina era espectacular" y cosas por el estilo. Es verdad que no hablo así. Y quizá sea porque ya nada me impresiona después de haberla conocido.




sábado, 22 de septiembre de 2018

Franco y Stalin, almas gemeliers



Spitting Leaders, de Fernando Sánchez Castillo


Aunque a sus respectivos seguidores seguramente no les gustará reconocerlo, lo cierto es que las carreras políticas de Franco y Stalin tuvieron más en común de lo que a primera vista parece. Personalmente tampoco eran muy diferentes.

Ambos llegaron al poder de forma violenta, en unos acontecimientos que provocaron tanto en España como en Rusia sendas guerras civiles con unos niveles de violencia y represión inusitados. Tanto Franco como Stalin estuvieron en el bando vencedor, que en ningún caso tuvo piedad alguna con los vencidos. Franco y Stalin tampoco dudaron en eliminar a sus camaradas (militares en el primer caso, compañeros de partido en el segundo), e incluso a familiares, con el objeto de lograr el poder o mantenerse en él: Franco dio el visto bueno para que fusilaran a su primo; Stalin dio unas cuantas muestras de crueldad con su propia familia, empezando por su mujer, Nadezhda Alilúyeva, que se suicidó, y continuando por sus hijos.

Los dos acapararon un poder absoluto, fomentando el culto hacia su persona, y se mantuvieron en sus puestos de dictadores hasta que les llegó la muerte. Jamás se arrepintieron de sus múltiples crímenes.

Ambos crearon vastas redes de campos de concentración y explotaron laboralmente y de forma masiva a los presos políticos condenados a trabajos forzados en sus megalómanos proyectos para tratar de modernizar sus países y reactivar la economía. Así, los presos del Gulag, en la URSS, construyeron gigantescos canales, minas, fábricas, carreteras y ferrocarriles, mientras que en España los presos republicanos se emplearon en la creación de pantanos y canales de riego, vías férreas, fábricas y el famoso Valle de los Caídos, entre otras cosas.




Alberto Bárcena Pérez, autor del libro "Los presos del Valle de los Caídos", en un intento de exonerar a Franco, dice que los presos que construyeron aquel enorme conjunto monumental nacionalcatólico comían "bastante mejor que la media de lo que se comía en España en los años cuarenta". Curiosamente, Timothy Snyder, en su libro "Tierras de sangre. Europa entre Hitler y Stalin", afirma que en tiempos del Holodomor la alimentación de los presos del Gulag era mejor que la de la población ucraniana. Evidentemente la intención de Snyder no es disculpar a Stalin. Lo cierto es que tanto Franco como Stalin se dedicaron a matar a su pueblo de hambre, el primero con la autarquía y el segundo con las colectivizaciones. Los presos recibían más comida porque eran necesarios para trabajar, pero a la población le podían dar mucho por saco. Obviamente esto no parece que diga mucho en favor de Stalin ni de Franco, pero sí es otra similitud más entre ellos.

No es raro que Franco y Stalin coincidiera en el tiempo, en la época de los dictadores, el fanatismo político y los campos de concentración. Lo llamativo es que haya aún quienes aboguen por uno u otro, cuando cada vez está más claro que defender a un dictador es defenderlos a todos.




sábado, 28 de julio de 2018

Los pantanos de Franco (y las autopistas de Hitler)




¿Quién no ha oído hablar de los pantanos de Franco? ¿Y de las autopistas de Hitler? Las autopistas y los pantanos son positivos, pero también hay que tener en cuenta que se han empleado hasta la saciedad como propaganda por las dictaduras. Aunque lo peor es que se siguen utilizando así hoy, cuando ya no existen tales dictaduras. Y es que hay mucho mito en torno a estas cuestiones. Para empezar, la primera autopista se creó en la Italia de Mussolini, en 1923, no en la Alemania de Hitler, pero es que ya estaba planificada antes de que el Duce llegara al poder. Igual que las autopistas germanas estaban planificadas antes de la subida al poder de Hitler y los pantanos españoles se diseñaron y se empezaron a construir antes de Franco. De hecho, me parece muy injusto que siempre se hable de las autopistas de Mussolini y Hitler y de los pantanos de Franco, en lugar de mencionar a los ingenieros que idearon todo eso, sus obvios y verdaderos artífices. Así que lo voy a hacer ahora, qué cojones, para visibilizarlos. El creador de las autopistas fue Piero Puricelli. El planificador de las autobahnen en tiempos de la República de Weimar fue Robert Otzen. Y el auténtico padre de los pantanos españoles, proyectista del embalse del Ebro en 1921, fundador y primer director técnico de la Confederación Hidrográfica del Ebro en 1926 y creador del Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933, en el que se basó el Plan General de Obras Públicas de 1940, fue don Manuel Lorenzo Pardo.




Piero Puricelli, Robert Otzen y Manuel Lorenzo Pardo, bien visibilizados.


El único "mérito" de todos esos dictadores habría sido, en cualquier caso, dejar hacer lo que ya había sido planificado antes y aprovecharlo de forma propagandística en su favor. Y además, en el caso de los pantanos de Franco, emplear a presos políticos como mano de obra esclava.




viernes, 18 de mayo de 2018

La exposición sobre Auschwitz: no tan completa, no tan buena




Vi la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejossobre el famoso campo de concentración y exterminio nazi, que lleva unos meses instalada en Madrid. Mi conclusión es que resulta interesante por lo que cuenta, pero a la vez decepcionante por lo que no cuenta. Es decir, está bien que se remonte al siglo XIX para explicar las causas inmediatas del racismo y el antisemitismo germanos, pero pasa muy de puntillas acerca de la relación entre el cristianismo y el secular odio a los judíos. Está bien que hable de la situación de judíos y gentiles en la Europa anterior a la Segunda Guerra Mundial, pero en ningún momento vi que se dijera una sola palabra acerca del antisemitismo polaco. Está muy bien que se comente el plan de enviar a los judíos europeos a Madagascar, ideado por el antisemita Paul de Lagarde (en realidad un alemán llamado Paul Anton Bötticher) en 1885, y que fue adoptado por los nazis hasta 1940. Pero está muy mal que no se mencione que las autoridades polacas, que eran bastante antisemitas, estudiaron el plan de Lagarde desde los años veinte. De hecho, llegaron a entablar conversaciones sobre la deportación de los judíos polacos a Madagascar, con Francia en 1937 (por entonces la isla era una colonia francesa) y con Alemania en 1938. Recordemos que en aquel momento vivían en Polonia más de tres millones de judíos, los cuales suponían cerca del 10% del total de la población.

Que Polonia fue una víctima del totalitarismo en la Segunda Guerra Mundial es una obviedad, que desarrolló uno de los movimientos más importantes de resistencia contra los nazis es innegable, pero a la vez resulta de lo más absurdo tratar de ocultar que antes de que los nazis invadieran el país, ya campaba a sus anchas por allí un creciente antisemitismo. O que una buena parte de su población, empezando por las autoridades, deseaban que los judíos desaparecieran del país. La responsabilidad del Holocausto es ante todo de los nazis, pero no tiene sentido hablar de la Polonia anterior a la guerra, o contar la historia de Oświęcim (nombre polaco de Auschwitz) como se hace en la exposición, eludiendo toda referencia al antisemitismo que ya existía antes de la llegada del nazismo y que de alguna manera favoreció el genocidio, sobre todo cuando era la propia población polaca la que participaba en las matanzas. La realidad no es blanca o negra, sino gris.

La única explicación que se me ocurre a estas notables omisiones es que, al fin y al cabo, la exposición está coproducida por el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, que depende del Gobierno polaco. Y resulta que, a instancias de ese mismo gobierno, hace unos meses Polonia prohibió por ley cualquier vinculación de dicho país con el Holocausto. Dicho de otra manera, que el Gobierno polaco ha decidido censurar toda información acerca del antisemitismo patrio en los oscuros tiempos del nazismo, aunque se lleve por delante la libertad de expresión y, en definitiva, la verdad histórica. Estamos ante un lavado de imagen de un país a cargo de un gobierno nacionalista y autoritario que pretende crear así una historia oficial de Polonia gloriosa e inmaculada. En ese sentido, la exposición sobre Auschwitz no deja de ser parte de este proceso de maquillaje de la historia.









El visitante de la exposición sobre Auschwitz podrá contemplar un vagón de mercancías como aquellos en que los nazis hacinaban a los presos camino de los guetos, los campos de concentración o los de exterminio. Un barracón donde dormían amontonados los presos. Juegos de mesa y libros infantiles destinados a promover el odio a los judíos entre los niños. El visitante aprenderá que entre el más de un millón de personas que murieron en Auschwitz, además de judíos -que fueron la gran mayoría- también hubo presos políticos, prisioneros de guerra polacos y soviéticos, gitanos, testigos de Jehová y homosexuales. Leerá y verá imágenes y objetos sobre la vida y la muerte en el campo, sobre los kapos, sobre el trabajo esclavo a cargo de IG Farben, sobre los métodos para asesinar en masa. Descubrirá también a heroicos personajes que arriesgaron su vida por ayudar a los perseguidos.  Y a unos cuantos verdugos. Sabrá lo que fueron las marchas de la muerte y que Auschwitz fue finalmente liberado el 27 de enero de 1945 por el Ejército soviético, el cual encontró a unos 7.000 supervivientes así como numerosas pruebas de los crímenes allí cometidos. Y en este punto la exposición peca de otro importante olvido. Como ya comenté aquí en su día, la suerte de los prisioneros soviéticos que fueron "liberados" por sus compatriotas de los campos nazis no fue nada envidiable, pues solían ser acusados de "traidores a la patria" por haberse rendido al enemigo y castigados por ello. En el caso de las mujeres el asunto era aún más grave. El Ejército Rojo se distinguió entre otras cosas por el enorme número de violaciones que perpetró a medida que avanzaba hacia el interior de Alemania. Solo en este país hubo dos millones de mujeres violadas, pero en realidad no fue el único lugar donde los soviéticos cometieron tales crímenes, pues también sucedieron en Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía o Yugoslavia. Podríamos decir que el Ejército soviético "liberaba" violando. Las víctimas no eran solo "enemigas", es decir, alemanas o húngaras, sino que podían ser de cualquier nacionalidad o etnia, incluyendo a las presas "liberadas" de Auschwitz y otros campos nazis, especialmente si eran soviéticas. Estas últimas eran tachadas de putas de los alemanes, lo que las convertía en merecedoras de castigos ejemplares.

Como escribió Laurence Rees en su libro Auschwitz. Los nazis y la solución final:

“Nunca sabremos el número exacto de ataques sexuales perpetrados por los soldados soviéticos a medida que avanzaban a través de Alemania, así como el de los cometidos tras el final de la guerra, pero se trata de una cifra que con certeza ronda los centenares de miles. En años recientes, el sufrimiento de las mujeres alemanas en ciudades como Berlín ha recibido mucha publicidad. Sin embargo, la revelación de que mujeres que ya habían soportado toda clase de maltratos en Auschwitz y otros campos fueron posteriormente violadas por sus libertadores hace que toda la historia resulte aún más repugnante y asquerosa”.



La exposición sobre Auschwitz es notable, rica en información, imágenes y objetos. Es de agradecer que incluya datos sobre los republicanos españoles que cayeron en las garras de los nazis. Hay que valorar que mencione el desinterés de los Aliados por frenar de alguna forma el Holocausto, a pesar de que estaban muy al tanto del mismo. Podríamos decir que es una muestra necesaria para que no se olvide lo que jamás debemos olvidar... si sus organizadores no se hubieran olvidado de contar una parte importante de la historia.




domingo, 22 de abril de 2018

"Jonas Fink", de Giardino




Me sorprendió mucho descubrir (...) que los jóvenes a los que conocía en el ambiente universitario de París solían simpatizar con el comunismo. En pocas palabras, soñaban con instaurar un régimen similar a aquel del que yo acababa de escapar, y se lamentaban de vivir en uno que les permitía llevar su envidiable existencia. Cuando me reunía con otras personas procedentes de los países de la Europa del Este, compartía con ellos mi perplejidad por la ingenuidad de los jóvenes franceses.

Tzvetan Todorov, "La experiencia totalitaria"


"¿Por qué?", gritaba furiosa Ajmátova cuando alguien en nuestro entorno contagiado por el estilo general, hacía esa pregunta.
"¿Cómo que por qué? Ya es hora de saber que a la gente se le detiene por nada..."

Nadezhda Mandelstam, "Contra toda esperanza"


Hoy quiero recomendaros los tebeos de Jonas Fink, cuyo último volumen se ha publicado en nuestro país este año. Cuentan la vida de un tipo en Praga, Jonas, desde que era niño allá por los años cincuenta. De origen judío y "burgués", Jonas lo tiene crudo para hacerse mayor bajo el régimen comunista, empezando porque a su padre lo detienen acusado de "enemigo del pueblo", es decir, por no haber hecho nada más que pensar por sí mismo. Jonas y su madre quedan señalados, estigmatizados, así que los echan de casa y a Jonas de la escuela.

Si alguien tiene interés en saber lo estupendo que se vivía al otro lado del Telón de Acero, nada mejor que estos cómics. El autor, Vittorio Giardino, es un genio en lo suyo. A través de un guión envolvente y unos dibujos esmerados, minuciosos y perfectos, Giardino ofrece una imagen bastante real de la Praga comunista. Una ciudad que había pasado de ser el paraíso para los amantes del arte, la literatura, la arquitectura y la cultura, a un periodo de profunda decadencia gracias a la represión política que detenía, ejecutaba o enviaba a campos de trabajos forzados a muchas personas que aquel régimen totalitario consideraba incómodas: opositores políticos, "burgueses", o simples intelectuales, pues no convenía que hubiera gente con formación que pudiera cuestionar la autoridad del gobierno (recordemos que Kafka estaba censurado en la Checoslovaquia comunista). Y cuando en 1968, durante la Primavera de Praga, Alexander Dubček llevó a cabo unas tímidas reformas democráticas en Checoslovaquia y por fin parecía que se podía respirar algo de libertad, los soviéticos no fueron capaces de tolerarlo e invadieron el país. Los checos tendrían que esperar hasta 1989, tras la caída del Muro de Berlín, para que se hicieran realidad los cambios drásticos que llevaban tanto tiempo anhelando.

Pues hala, leedlos.




domingo, 8 de abril de 2018

Turismo de campo de concentración




Hoy está de moda el turismo de campo de concentración, visitar los lugares del horror humano, sobre todo si son nazis. No sé las cifras, pero supongo que serán ya bastantes millones las personas que han peregrinado a Auschwitz, Sachsenhausen, Mauthausen, Buchenwald o Dachau (la actual exposición sobre Auschwitz en Madrid ha recibido a más de 200.000 visitantes en sus cien primeros días). Sin embargo, aunque los campos nazis supusieron el clímax, el punto álgido de este tipo de instituciones, no han sido ni los primeros ni los últimos en existir. En los tiempos modernos fueron los españoles los creadores de los primeros campos de concentración, y lo hicieron en Cuba, durante la guerra de independencia de aquel país, a finales del siglo XIX. Desde entonces, muchas naciones han puesto todo su empeño en encerrar a enormes grupos de población "indeseable" en este tipo de recintos, siempre bajo nefastas e inhumanas condiciones. Así lo hicieron por ejemplo los británicos durante las Guerras de los Bóeres; los alemanes en Namibia (donde en 1904 construyeron el primer campo de exterminio de la historia); los turcos en la Primera Guerra Mundial para confinar a la población armenia; los soviéticos con el Gulag; los nazis con sus campos de concentración y de exterminio; los estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial para recluir a sus ciudadanos de origen japonés; la Yugoslavia de Tito; los británicos en Kenia antes de la independencia de este país; la Cuba castrista con las UMAP; China con el Laogai, o actualmente Corea del Norte con sus campos para presos políticos. Los objetivos de hacinar a la gente en estos lugares van desde simples castigos, a la reeducación política, la limpieza étnica, los trabajos forzados o el exterminio.

En España también tuvimos campos de concentración, claro. Empezaron a aparecer durante la Guerra Civil y continuaron existiendo en la posguerra. Los republicanos tuvieron cuatro campos de trabajo por los que pasaron miles de presos derechistas. Los franquistas llegaron a erigir casi trescientos campos (inspirados en los nazis) por los que pasaron cientos de miles de presos republicanos (otros 9.000 republicanos españoles estuvieron en los campos nazis -sobre todo en Mauthausen- y más de 300 en los soviéticos). El último campo de concentración oficial franquista fue el de Miranda de Ebro, en Burgos, que durante la Segunda Guerra Mundial llegó a estar dirigido por funcionarios nazis, por cierto, como Paul Winzer. El campo se cerró en 1947, después de una década de existencia, y tiempo después fue desmantelado.

Alguien que en España tenga interés por el turismo de campo de concentración se va a tener que ir al extranjero. A Alemania, por ejemplo. Porque de las decenas de campos que hubo en nuestro país casi no queda ni rastro. Del de Miranda de Ebro nos dice la Wikipedia que "sólo queda un viejo depósito de agua, algún muro, los restos del lavadero y una caseta de guardia y una placa en recuerdo de los prisioneros". Por aquel campo pasaron cerca de 100.000 presos, incluyendo a unos 15.000 refugiados extranjeros.

Y es que no es lo mismo que un ejército libere un campo de concentración, a que sean sus propios artífices quienes lo cierren cuando ya no les sirve y luego lo hagan desaparecer de forma conveniente.