viernes, 9 de agosto de 2013

El poeta soldado




Gabriele D'Annunzio fue un singular personaje, hoy muy olvidado fuera de Italia, pero que alcanzó mucha fama en vida, especialmente durante el episodio de la conquista de Fiume.

Poeta, dramaturgo, soldado, aviador, héroe, conquistador y dictador de una ciudad-estado de efímera existencia. Durante su corto mandato en Fiume creó un sistema en parte fascista, en parte anarquista y en parte democrático (¿sería eso el fascismo democrático?), y uno de los pocos que lo reconocieron fue el Gobierno soviético de Lenin.

Como escritor ya había alcanzado el éxito antes de la Primera Guerra Mundial (publicó su primer libro con 16 años). Cuando estalló la contienda logró alistarse a pesar de tener ya más de 50 años. Sirvió en la caballería, en las lanchas torpederas y sobre todo en la aviación. Perdió la visión de un ojo, bombardeó Viena con panfletos de propaganda redactada por él mismo (por algo era escritor) y recibió un montón de condecoraciones.



Tras la guerra, en 1919, decidido a que Fiume (hoy Rijeka) no pasara a ser de Yugoslavia (conocida en sus primeros años como Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos), lideró una tropa de más de dos mil entusiastas nacionalistas que se apoderaron de ella y la declararon ciudad-estado independiente.




En realidad, la intención inicial de D'Annunzio fue que Fiume formara parte de Italia, pero el desprecio que sentía hacia los gobernantes de su país le hizo cambiar de idea. Aquel desprecio era tal que en cierta ocasión permitió que uno de sus hombres, Guido Keller, lanzara un orinal desde un avión contra el edificio del Parlamento.

Hagamos un inciso para hablar un poco de Keller. Amigo de D'Annunzio, de origen aristocrático, durante la Primera Guerra Mundial estuvo en la escuadrilla del famoso as de caza Francesco Baracca.





Keller era anarquista, futurista, dadaísta, naturista y nudista. Y un poco payaso:



En Fiume fundó el grupo “Yoga”, la Unión de espíritus libres que tienden a la perfección. Sus símbolos eran una esvástica y una rosa de cinco pétalos.



Y aquí lo tenemos cagando en el orinal antes de lanzarlo contra el Parlamento italiano desde su avión:



Después de lo de Fiume viajó mucho y murió con 37 años. Vivió muy rápido, como buen futurista.


Keller (a la izquierda) con Marinetti (en el centro)


Otro pintoresco tipo que participó en la aventura de Fiume fue el karateka japonés Harukichi Shimoi. Voluntario de los Arditi, amigo de D'Annunzio (que lo llamaba camarada Samurai) y futuro simpatizante fascista. Un hombre con carácter, vamos.



Volviendo al hilo de nuestra historia, la población de Fiume aclamaba a D'Annunzio como su salvador. Montó un Estado corporativista uno de cuyos principios era la música. Redactó una Constitución con su amigo el sindicalista Alceste De Ambris conocida como la Carta del Carnaro, que anticipaba la idea de la imaginación al poder y que pretendía sentar las bases de un Estado aconfesional y socialmente avanzado, en el que la educación era gratuita, las mujeres podían votar y el divorcio era legal. El Comandante (así se hacía llamar D'Annunzio en Fiume) se proclamó defensor de las naciones sin estado, de todas las naciones pobres y empobrecidas contra las naciones usurpadoras y acumuladoras de toda riqueza, desde Irlanda hasta Egipto y la India pasando por los pueblos de los Balcanes. Recibió la visita de Marinetti, Marconi, Toscanini y Mussolini.


Las masas de Fiume recibiendo a D'Annunzio como su libertador
 


D'Annunzio en Fiume con sus Arditi


Hagamos otro inciso para hablar de los Arditi. Los Arditi eran unas tropas de élite italianas creadas en la Primera Guerra Mundial. Su arma característica era el cuchillo, que muchas veces llevaban en la boca, como se puede apreciar en la imagen de arriba. Durante la aventura de Fiume adquirieron gran protagonismo. Como no pocos de ellos eran unos exaltados nacionalistas, de entre sus filas saldrían muchos camisas negras fascistas. En ese sentido equivaldrían a los Freikorps alemanes que luego dieron lugar a las SA nazis.

Hay que decir que entre los Arditi también había anarquistas (exaltados, por supuesto), que formarían los llamados Arditi del Popolo, una organización antifascista cuyo emblema era tal que así:



De estos Arditi antifascistas todavía quedarían ecos en nuestra Guerra Civil. El Batallón de la Muerte italiano de las Brigadas Internacionales (también conocido como “Centuria Malatesta”) empleaba calaveras y camisas negras, aunque estaba formado por anarquistas:






En diciembre de 1920, después de 16 meses, la flota italiana bombardeó Fiume. Tras algunos combates y medio centenar de muertos, D'Annunzio se rindió. Así terminaba el sueño del poeta conquistador, el tipo que rechazó una carta dirigida al mejor poeta de Italia porque él era el mejor del mundo; "el único revolucionario de Italia", según Lenin. En definitiva, un revolucionario cultural, defensor de la acción y la imaginación.

Gracias a la acción de D'Annunzio, en 1920, según el Tratado de Rapallo, la ciudad dálmata de Zara pasó a ser de Italia, y Fiume quedó como ciudad libre. No obstante, en 1924 Mussolini se apoderaría de ella. Vamos, que corrió la misma suerte que otras "ciudades libres" que fueron fruto de los desatinos del final de la Gran Guerra: Memel y Danzig.


Las anexiones italianas entre 1919 y 1924
 

Los fascistas de Mussolini adoptaron toda la simbología d’annunziana: el brazo en alto, las calaveras, las camisas negras y el himno Giovinezza. El Duce lo mantendría el resto de su vida en una jaula de oro de la que D'Annunzio sólo salió para aconsejarle que no se juntara con Hitler.

D’Annunzio y Mussolini


Más información:

-Caballero Jurado, Carlos, "Gabriele D'Annunzio, el poeta soldado", en Revista Española de Historia Militar nº 64, Quirón, 2005.



La fascinante historia de D´Annunzio en Fiume: El comandante y la décima musa.

D’Annunzio: sexo, política y fascismo

El poeta cocainómano que diseñó la estética fascista


domingo, 4 de agosto de 2013

Expresionismo


 

Retrato doble de S. y L., de Karl Schmidt-Rottluff


Una pareja de críticos de arte:

-Tenemos que hablar. Lo he estado pensando y creo que nuestra relación es expresionista.
-¿Y eso por qué?
-Porque nos preocupamos más por lo formal que por lo real, somos más fachada que interior. Aparentamos lo que no somos.
-Bueno, quizá sea sólo nuestra forma de plasmar la realidad. En ese sentido yo creo que somos más bien impresionistas.
-No. Hemos transformado la relación en una sucesión de subjetividades ajenas a la realidad de las cosas.
-¿Y cuál es esa realidad?
-Que no te quiero.
-¿Que quieres romper conmigo? ¡Por favor, eso es cubismo puro!
-Pues estoy tratando de ser realista.


domingo, 28 de julio de 2013

Laika (Kudryavka)


Cuando uno es fanático a la vez de la historia y de los cómics es posible que acabe escribiendo un relato histórico basado en un cómic. Y eso es justamente lo que es esta entrada. 

Hoy vamos a hablar de la vida de un animalito que pasó a la Historia y se hizo mundialmente famoso.

Laika, la popular cosmoperra soviética, se volvió a poner de moda gracias a una novela gráfica que publicó Glénat en castellano hace cuatro años. Se trata de un cómic muy bien documentado que se ajusta fielmente a lo sucedido, limitándose su autor, Nick Abadzis, a rellenar los huecos de la historia con hechos bastante plausibles. Ganó el Premio Eisner a la mejor novela gráfica juvenil en 2008.

A mí me encantó :)




Laika, el primer ser vivo terráqueo en viajar por el espacio, fue capturada en las calles de Moscú en 1956. Era un perrita de pequeño tamaño (pesaba unos 6 kilos), y parece ser que entonces tenía dos o tres años de edad. Fue enviada al Instituto de Medicina de la Aviación para ser empleada en el programa espacial soviético. Al frente de aquel programa estaba el ingeniero Serguei Pavlovich Korolev (o Koroliov, en ucraniano, su lugar de origen). Korolev, conocido como el Ingeniero Jefe, era un tipo inteligente pero amargado, esto último debido a los seis años que había pasado en el Gulag, de donde salió con graves secuelas que le acompañarían durante el resto de su vida (murió en 1966).



Korolev


El entrenamiento de Laika corrió a cargo del doctor Oleg Georgovitch Gazenko. El nombre por el que se la conoció habitualmente fue Kudryavka, que significa “Rizadita”, debido a la forma de su cola. Sin embargo, se hizo mundialmente famosa bajo el nombre de su raza: Laika (“Ladradora”). Kudryavka era un animal muy dócil del que rápidamente se encariñó todo el equipo que trabajó con ella.

El 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética puso en órbita el Sputnik 1, el primer satélite artificial de la Historia.



Embriagado por el éxito, el premier soviético, Nikita Jrushchov, decidió que se lanzaría un segundo satélite al cabo de un mes, coincidiendo con el cuadragésimo aniversario de la Revolución bolchevique, el 7 de noviembre. Y el nuevo satélite iría tripulado por un perro. Bueno, una perra.

Inicialmente se escogieron tres animales para el programa: Mushka, Albina y Kudryavka. Al cabo de unos días, la última fue seleccionada para la misión. Laika -o Kudryavka- tripularía el Sputnik 2.

El entrenamiento tenía como fin acostumbrar a los animales a los espacios cerrados, las vibraciones y las grandes aceleraciones. Fue duro para ellos: tenían taquicardias, aumento de la tensión arterial y alteraciones digestivas. Vomitaban con frecuencia y su salud se iba deteriorando.

El 29 de octubre Kudryavka fue trasladada al cosmódromo de Baikonur, también conocido como Tyuratam, en Kazajistán. El 31 la perrilla fue introducida en el interior del Sputnik 2. Llevaba un traje especialmente diseñado para ella. Antes de colocárselo le limpiaron el pelo con una solución de alcohol.
 




El 3 de noviembre de 1957 Kudryavka despegó. El animal estaba monitorizado para que sus signos vitales se pudiesen seguir desde tierra. Después del despegue, sus frecuencias cardiaca y respiratoria aumentaron mucho. A pesar del estrés que estaba sufriendo, Kudryavka llegó a comer algo del alimento gelatinoso que llevaba consigo. Ya en el espacio, una parte del Sputnik 2 se desprendió, como estaba previsto, pero la siguiente sección no lo hizo. El fallo seguramente pudo deberse al escaso tiempo del que se había dispuesto para construir la nave. El caso es que dicho fallo impidió que se pudiera controlar la temperatura del satélite, que aumentó a 40ºC.

Al cabo de entre cinco y siete horas tras el lanzamiento, dejaron de recibirse signos vitales del animal. La perrilla había muerto.

La muerte de Laika, con toda probabilidad, se debió a las altas temperaturas.

Hasta aquel momento, tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética habían empleado animales en vuelos suborbitales, pero el de Kudryavka fue el primero en que el animal no tuvo ninguna posibilidad de sobrevivir. Es decir, que se sabía de antemano que el viaje iba a ser sólo de ida. Sin embargo, como por entonces ya existía en el mundo cierta conciencia contra el maltrato a los animales, las autoridades soviéticas mintieron afirmando que estaba previsto que Laika pudiera volver sana y salva a la Tierra pasados unos días, primero en su cápsula y luego en paracaídas. Como anécdota hay que decir que unos bromistas hicieran descender sobre Santiago de Chile a un perro en paracaídas para que la gente pensara que era Laika.

Durante mucho tiempo las autoridades rusas mantuvieron que la perra había sobrevivido durante días y que si no había podido regresar a la Tierra había sido debido a un fallo técnico. La verdad sólo pudo conocerse tras la caída del régimen soviético.

En 1998 Oleg Georgovitch Gazenko, encargado del entrenamiento de Kudryavka, dijo lo siguiente acerca de la muerte del animal:

El trabajo con animales es una fuente de sufrimiento para todos nosotros. Los tratamos como bebés que no pueden hablar. Cuanto más tiempo pasa, más siento lo sucedido. No debimos haberlo hecho. Ni siquiera aprendimos lo suficiente de la misión como para justificar la muerte del perro.


Gazenko con las cosmoperras Belka y Strelka
 

En 2002, el científico Dimitri C. Malashenkov reveló al mundo la verdad, esto es, que Laika había muerto al cabo de unas horas por el estrés y el sobrecalentamiento de la nave.

Ya en su día, el triunfo propagandístico soviético se vio empañado por la polémica acerca de la muerte de Laika, que se convirtió en un símbolo contra el maltrato animal.
Tras el lanzamiento del Sputnik 2 no hubo más misiones espaciales con perros sin que éstos tuvieran alguna oportunidad de sobrevivir. Después de Laika, la URSS envió a otros doce perros al espacio, de los cuales regresaron cinco a la Tierra.

Laika es un icono en la cultura popular, como cuenta la Wikipedia.


El 14 de abril de 1958, el Sputnik 2 entró en contacto con la atmósfera y explotó.



Monumento a Laika erigido en Moscú en 2008




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