viernes, 21 de junio de 2013

¿Por qué se lanzaron las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki?



Bomba atómica de plutonio Fat Man, que sería arrojada en Nagasaki el 9 de agosto de 1945. Mató de inmediato a entre 40.000 y 70.000 personas. Algunos miles más morirían después.
 

Ahora que empieza el veranito, qué mejor que hablar de las bombas atómicas.

Aunque a mediados de 1945 los jefes militares japoneses estuvieran divididos en cuanto a cómo acabar la guerra, los partidarios de la negociación, entre los que estaba el primer ministro Kantarō Suzuki, se habían impuesto a los que querían seguir combatiendo a toda costa hasta la victoria final liderados por el ministro de la Guerra, Korechika Anami. Lo cierto es que Japón estaba dispuesto a negociar la paz desde meses antes de los lanzamientos de las bombas atómicas. Los japoneses trataron de buscar la mediación de la URSS a inicios del verano de aquel año (tenían firmado un tratado de no agresión con Stalin desde 1941, que éste violaría en agosto), aunque no lo consiguieron porque el líder soviético estaba ya decidido a invadir Manchuria, como se había acordado en la Conferencia de Yalta.


 El primer ministro Kantarō Suzuki
 


El general Anami, ministro de la Guerra

lunes, 17 de junio de 2013

La modernidad




A veces, para dormir, en lugar de contar ovejas imaginarias cuento los coches que oigo pasar a lo lejos.

viernes, 14 de junio de 2013

El hombre que no sabía si quería ser padre





-Cariño, lo he estado pensando y quiero que tengamos un hijo.
-¿Y cuánto vale?
-¿Qué?
-Que cuánto cuesta. No me dirás que tener un hijo sale gratis. Y sobre todo criarlo y mantenerlo. Debe ser un pastón.
-Pues no lo sé, ya lo iremos viendo, supongo.
-¿Estás loca? ¿Quieres que tengamos un hijo sin saber lo que nos vamos a gastar?
-¡Oye, que tener un hijo no es como comprar un coche!
-Por supuesto que no: seguro que es muchísimo más caro.


lunes, 10 de junio de 2013

La ecografía


 

Voy caminando muy animado a hacerme un análisis de sangre y una ecografía de abdomen, pensando que aún soy joven para morir.

La chica que me hace la eco es muy amable y se esfuerza por tranquilizarme ante el hecho incontestable de que mi vesícula parezca una plantación de pólipos.

Entonces decido pensar en otra cosa y me pongo a meditar sobre la evolución de la representación estereotipada que hemos tenido de las ecografías a lo largo de su historia. 

La primera imagen es la de unos barcos de guerra tratando de encontrar submarinos enemigos mientras las tripulaciones de éstos esperan angustiadas bajo el agua.

La segunda es de una embarazada con un médico al lado y una pantalla que ella mira muy emocionada sin entender nada de lo que ve.

La tercera es la de la chica que me ha hecho la ecografía, que cuando termina se levanta y me da un papel para que me limpie todo eso que tengo desparramado por la tripa.

Y en ese momento, como otras veces, pienso que hay que tener fe en la humanidad.


lunes, 3 de junio de 2013

Pasión por Queen




-Mira, me tienes harta. Sé que te gusta Queen de toda la vida, pero es que estás siempre poniendo esas canciones, todos los días, a todas horas, en casa, en el coche... ¡Eres un fanático y estás mal de la cabeza! Ya no lo soporto más, te dejo.
-¿¡Que me dejas!? ¿¡Así que crees que puedes apedrearme y escupirme en el ojo!? ¿¡Así que crees que puedes amarme y dejarme morir!? Oh, nena, no puedes hacerme esto, nena ¡Tengo que salir, tengo que salir de aquí ahora mismo!


viernes, 31 de mayo de 2013

El asesino del amor




-Buenas tardes, señor. Está usted detenido.
-¿Cómo dice?
-Por lo visto, además de detenido también está usted sordo. Soy policía y tiene que venir conmigo: está detenido, señor.
-Pero bueno, ¿y por qué motivo?
-Se le acusa de haber asesinado el amor de su mujer.
-¿Cómo dice?
-¿Se lo voy a tener que repetir todo, señor? Es que no tengo toda la tarde.
-¡Pero si yo a mi mujer la quiero!
-Es posible que usted la quiera, pero ella ya no le quiere a usted.
-¿Y eso quién lo dice?
-Pues ella misma, que es quien le ha denunciado.
-¡Pero esto es absurdo, oiga! ¿Y tengo yo la culpa de que ya no me quiera?
-Eso se verá en el juicio, señor. Habrá testigos y todo.
-¿Testigos?
-Claro. Gente que a lo largo de los últimos meses ha comprobado cómo el amor que su mujer sentía por usted agonizaba lentamente, hasta que al final ni respiraba ni se rebullía, que decía doña Emilia Pardo Bazán.
-¿En serio? Pues yo me estoy enterando ahora, ya ve. E insisto: no entiendo qué culpa puedo tener de eso.
-Pues seguramente toda, señor. Veamos: ¿le daba masajes en los pies?; ¿le regalaba flores con frecuencia?; ¿mantenía limpio el cuarto de baño y lo llenaba de popurrís?; ¿procuraba que nunca le molestaran las cucarachas o las arañas?; ¿le hacía ver cada mañana lo guapa que estaba?; ¿la escuchaba y comprendía cada vez que lloraba sin motivo?; ¿estaba siempre pendiente de ella?
-Pues hombre, alguna vez sí que...
-¡Ajá! "Alguna vez" no es suficiente. Está usted reconociendo su crimen, señor.
-Oiga, sin faltar.
-Su mujer alega que no es feliz con usted.
-Hombre, a ver quién es feliz hoy en día...
-Claro, ahora me dirá que se ha vuelto un asesino por culpa de la crisis.
-¡Pero qué dice, si yo no he matado a nadie!
-Excusas.
-¿Y no podría yo hablar con mi mujer a ver si lo arreglamos?
-No, ya es tarde. Y si lo intenta se le acusará además de acoso.
-Oiga, le aseguro que yo nunca quise matar el amor de mi mujer.
-Bueno, bueno. Quizá su abogado consiga que sólo se le condene por amoricidio involuntario.
-¿Pero entonces me van a condenar seguro? ¿Y a qué me pueden condenar?
-Seguramente sea usted desterrado a perpetuidad.
-¿Desterrado? ¿Me tendré que exiliar?
-Quiero decir desterrado del corazón de su mujer. Que se romperá su relación para siempre, vamos. Bueno, venga, que ya hemos perdido mucho tiempo. Ah, no le había avisado, pero todo lo que diga, haga o sienta podrá ser utilizado en su contra.
-¿Más aún?


martes, 28 de mayo de 2013

Kenia: el Gulag británico (II)


Antes de nada, hay que tener en cuenta que existe una primera parte.




El Mau Mau (un término cuyo origen etimológico es incierto) se marcó como objetivo expulsar a los ingleses de Kenia, pero no por medios constitucionales, como habían intentado hasta entonces Kenyatta y otros políticos, sino de forma violenta.

El movimiento comenzó en las White Highlands, a finales de los años cuarenta, pero en 1950 se había extendido a Nairobi. En aquel año fue prohibido por el Gobierno colonial.

Al Mau Mau pertenecieron no sólo hombres adultos, sino también mujeres y niños. Los miembros del Mau Mau ingresaban en la organización mediante una ceremonia en la que, desnudos, a menudo entraban en trance y prestaban uno o varios juramentos (había siete juramentos en total). Durante el ritual se bebía sangre animal (a veces humana) y se comía carne cruda.

El juramento suponía un contrato moral, para los kĩkũyũ era algo sagrado, y violarlo significaba romper la lealtad al Mau Mau y sufrir la cólera del dios creador, Ngai, que los castigaría con enfermedades o incluso la muerte.

Todavía hoy, muchos antiguos miembros de Mau Mau creen en el poder del juramento y en las fatales consecuencias de divulgar sus secretos.