lunes, 29 de diciembre de 2014

Las armas químicas y la Guerra del Rif



Cadáveres esparcidos tras el Desastre de Annual (la imagen es de 1922)


En su libro “Guerra química en España, 1921-1945”, José María Manrique García y Lucas Molina Franco, dejando aparte el tema central –el del título del libro-, se plantean por qué se prohíben determinadas armas en los tratados internacionales y otras no.

En realidad la respuesta es simple: para favorecer la supremacía de los más poderosos. Esto ya quedó claro la primera vez que se estableció una prohibición internacional de un arma: la ballesta, auténtica antecesora del arma de fuego, cuyo uso fue proscrito en el Segundo Concilio de Letrán (año 1139) por el papa Inocencio II. Para el Papa las ballestas eran “mortíferas y odiosas a Dios”. La prohibición no sirvió de mucho, pero pretendía mantener la superioridad de las naciones y estamentos que podían permitirse la caballería pesada frente a los más débiles, que podían procurarse arcos y ballestas.


Al hijo que no he tenido



El pequeño MiG con su papá (maqueta de un MiG-29 Fulcrum sobre uno real; la foto la he sacado de aquí)


Ni idea de cómo te podrías llamar. Me da igual que seas niño o niña, o el color de tu pelo. Lo que sí sé es que me gustaría que existieras.

Dicen que la gente no cambia, pero ya lo creo que he cambiado. Me sorprendo a mí mismo una barbaridad escribiendo esto, de hecho. Si me hubieran dicho que yo iba a considerar seriamente tener un hijo, no sé, hace un par de años, habría pensado que me estaban tomando el poco pelo que ya por entonces me quedaba.

Pues sí, resulta que quiero tenerte, hijo mío. A mis cuarenta y dos tacos. Hombre, podrías haberte decidido antes, te aventurarías quizá a decirme. Bueno, pues no me he decidido antes, qué le vamos a hacer. No he sentido la necesidad hasta no hace mucho, así que no me podía decidir antes. Uno debe tener hijos cuando sienta muy claramente el deseo de tenerlos, pienso yo. Y por qué ahora, sería la siguiente cuestión. Pues veamos, había escrito un ladrillaco explicando detalladamente los motivos que se han conjugado en los últimos tiempos para que yo haya tomado esta trascendental decisión, pero en el fondo no importan.

Lo importante es que he cambiado.




sábado, 27 de diciembre de 2014

"When a man loves a woman"





When a man loves a woman 
Can't keep his mind on nothin' else
He'd trade the world
For a good thing he's found
If she is bad, he can't see it
She can do no wrong
Turn his back on his best friend
If he puts her down

"When a man loves a woman", de Calvin Lewis y Andrew Wright


Aquella mañana, Leo se despidió de su mujer dándole un beso con cuidado de no despertarla. Ella a veces se quejaba de estar cansada y era sumamente importante que descansara, ya que se trataba de una mujer con múltiples quehaceres diarios.

Salió duchado y afeitado. Fue al gimnasio antes de trabajar, ya que todo hombre del siglo XXI tiene que hacer deporte y cuidarse, sobre todo para su pareja, aunque sin que ella note que es por eso. A mediodía, durante la comida, le preguntó a su mujer que si estaba bien, puesto que llevaba un tiempo notándola extraña, pero ella le respondió que sí, que todo estaba bien y que no le diera vueltas. Él supo inmediatamente que en realidad no todo estaba bien para su mujer y que él no podría evitar darle vueltas, pero tendría que hacerlo sin que ella lo notara, o al menos sin que lo notara demasiado, ya que su anterior mujer le había abandonado precisamente por eso, por darle demasiadas vueltas a las cosas habiéndose dado cuenta ella (claro que entonces él aún no había evolucionado lo suficiente como para darse cuenta a su vez de estas cosas también). Así que aunque la mujer de uno tuviera un comportamiento extraño, si decía que no le pasaba nada no había que agobiarla a preguntas. A menos que ella indicara lo contrario, claro. O no. Pero todo eso ya lo tenía muy controlado Leo, que para eso era un tipo maduro y seguro de sí mismo. Lo importante era no agobiarla.

Por la tarde, al salir de su bien remunerado trabajo (que le llenaba de orgullo y satisfacción, y que jamás le causaba el menor estrés), Leo acudió a su coach personal. Esto lo hacía porque su mujer le había dicho que no estaría de más que tuviera un coach personal que controlara su vida y así no salirse del camino correcto, aunque a la vez él fuera un tipo maduro y seguro de sí mismo. El coach evitaría que pudiera cometer el menor fallo, que en un hombre lo de cometer fallos y errores es inadmisible de cara a una mujer.

Después Leo quedó un rato a tomar unas cervezas con los amigos (que no amigas), ya que todo hombre tiene que demostrar que es independiente aunque, eso sí, sin hacer que su mujer se sienta sola, celosa o triste por ello.

Más tarde preparó la cena (el hombre moderno tiene que saber cocinar de maravilla), y luego hizo el amor con su mujer (no follaron, hicieron el amor), como siempre que a ella le apetecía.

Tenían un par de hijos, concebidos exactamente cuando había querido su mujer, ni antes ni después. Y dos, el número deseado por ella. Leo era un padre ejemplar, huelga decirlo.

Leo no se enfadaba jamás con su mujer ni la presionaba con nada para no agobiarla -que bastante tenía ella con ocuparse de los asuntos verdaderamente importantes-, pero no por ello dejaba de tener su propia personalidad. Eso sí, le daba la razón a ella cada vez que esta percibía que él podía salirse del camino correcto y le llamaba la atención (a veces de forma enérgica, lógicamente).

Leo se llevaba fenomenal con las amigas de su mujer (recordemos que él amigas no tenía), con los amigos de su mujer y con la familia de su mujer.

Era detallista y cariñoso con su mujer, aunque sin pasarse. Y solo tenía ojos para ella, pero esto se lo tenía que hacer ver de forma moderada y en los momentos oportunos, para no agobiarla o molestarla con estupideces.

Cuando su mujer estaba preocupada por algo, él siempre sabía escucharla y ser paciente. Aunque ella se pusiera algo nerviosilla.

Hombre ingenioso, positivo y con gran sentido del humor, a menudo tenía ideas y planes para entretener o divertir a su mujer, incluyendo escapadas románticas que ella podía anular en el último momento por lo que fuera, cosa que a él nunca le sentaba mal.

Y así de perfecta y feliz transcurría la vida de Leo, entre el gimnasio, el trabajo, el coaching, las cervezas con los amigos (que no amigas), los planes con su mujer y la vida familiar.

Hasta que ella le dejó, claro.


viernes, 26 de diciembre de 2014

Los excesos



Terry Jones en El sentido de la vida (1983), dirigida por él mismo


La medida del amor es amar sin medida

San Agustín


Sentía un amor tan inmenso por su pareja que no le cabía en el cuerpo, así que explotó. Entonces su amor se desparramó por todas partes hasta que se quedó sin nada. Y claro, tuvo que romper la relación.




jueves, 18 de diciembre de 2014

lunes, 15 de diciembre de 2014

Las enseñanzas de Múnich



Chamberlain, Daladier, Hitler, Mussolini y Ciano durante los Acuerdos de Múnich, en septiembre de 1938


Mecachis en la mar. Tanto que me gustan el cine y la historia contemporánea desde pequeño y no aprendo. Y eso que ambos ofrecen grandes enseñanzas, aunque claro, hay que saber verlas.

En la primera peli de la saga de El Padrino, el personaje de Peter Clemenza dice algo fundamental: "A Hitler había que pararlo en Múnich".

Cuánta verdad en una sola frase y qué poco nos damos cuenta de ello. O al menos eso me ha pasado a mí.

Como cualquiera sabe, Clemenza se refería al momento en que las democracias (o sea, el Reino Unido y Francia) se bajaron los pantalones ante las pretensiones de Hitler de quedarse con la región de los Sudetes, por entonces perteneciente a Checoslovaquia. Es cierto que aquella región estaba poblada mayoritariamente por personas de origen germano, muchas de las cuales soñaban con que sus tierras formasen parte de Alemania, pero hombre, las cosas se hicieron fatal. En primer lugar no se invitó a la conferencia al principal gobierno interesado, esto es, el checoslovaco. En segundo lugar, no se celebró ningún plebiscito previo en la región, dando por supuesto que sus habitantes iban a estar de acuerdo con Hitler (hubo elecciones después de la anexión en las que los nazis obtuvieron más del 97% de los votos, como no podía ser menos). En tercer lugar, aunque efectivamente una mayoría aplastante hubiese estado de acuerdo con ser ciudadanos alemanes, no se tuvo en cuenta la suerte que, con toda probabilidad, correrían las minorías de la zona, como los judíos, sin ir más lejos. Y en cuarto lugar, y lo más importante, se cedió a las pretensiones de un extremista expansionista (el Anschluss ya había tenido lugar) sin ponerle objeción alguna. Las democracias se pusieron del lado de una dictadura -Alemania- en lugar de apoyar a otra democracia -Checoslovaquia-.

Hitler prometió a cambio que frenaría sus exigencias territoriales, y los dirigentes demócratas se lo creyeron y se felicitaron a sí mismos alardeando de haber salvaguardado la paz.


Chamberlain haciendo el ridículo


Creyeron unas palabras que se llevó el viento, claro.

En marzo del año siguiente Hitler se comió el resto de Checoslovaquia. Meses después se alió con Stalin e invadió Polonia. Entonces el Reino Unido y Francia declararon la guerra a Alemania dando lugar precisamente a aquello que se había pretendido evitar el año anterior, cuando la capacidad militar de los nazis era bastante más débil. Y para colmo, la guerra que comenzó entonces fue la peor de la historia.

Bien, aun a riesgo de que se me pueda acusar de violar la ley de Godwin, afirmo que la enseñanza que hay que sacar de todo esto es obvia: cuando alguien te empieza a joder la vida hay que pararlo al principio, al primer síntoma, como se hace con una enfermedad, porque si no lo haces, si crees sus palabras y cedes a sus pretensiones, te la joderá más aún. Desterremos a los Hitleres de nuestra vida antes de que nos provoquen algún tipo de holocausto.

Claro, has descubierto la pólvora, me dirá alguien. Y sin embargo, ¿cuántos de nosotros no hemos sido unos auténticos Chamberlaines en algún momento de nuestra existencia?


sábado, 13 de diciembre de 2014

El totalitarismo democrático y los crímenes del capitalismo



Censorship, de Eric Drooker


Los totalitarismos clásicos (el nazismo y el estalinismo) afortunadamente desaparecieron hace tiempo, aunque queden supervivencias residuales. Pero, como afirma Alain de Benoist en su interesantísimo libro Comunismo y nazismo“la caída de los sistemas totalitarios del siglo XX no aleja el espectro del totalitarismo. Invita más bien a interrogarnos sobre las nuevas formas que éste podría revestir en el futuro”.

Añade Benoist que “las democracias liberales no están en absoluto inmunizadas, por su propia naturaleza, contra el totalitarismo”.

Explicaré un poco esto.


lunes, 8 de diciembre de 2014

Los Protocolos de los Sabios de Sion




Dedicado a todos los conspiranoicos, que son legión.


El odio a los judíos proviene de muy antiguo, pero entre las causas del antisemitismo moderno se encuentra un famoso libelo que, aunque fue publicado por vez primera hace ya más de un siglo, aún hoy sigue ejerciendo gran influencia sobre mucha gente: Los Protocolos de los Sabios de Sion.

A finales del siglo XIX, en el muy cristiano y ortodoxo Imperio ruso, los judíos veían recortados sus derechos y sus garantías jurídicas. Al fin y al cabo se les responsabilizaba del asesinato del zar Alejandro II e incluso del de Jesucristo.

Por aquellas tierras eran habituales los pogromos, ataques de las masas contra los comercios y las casas de los judíos. Se les perseguía y asesinaba con el apoyo de las autoridades zaristas.


domingo, 30 de noviembre de 2014

Los tanques soviéticos como instrumento de represión




La costumbre de reprimir las protestas civiles sacando los tanques por las calles la iniciaron los soviéticos allá por los años cincuenta, tras la muerte de Stalin. Desde entonces, la imagen de sus tanques empleados para destrozar manifestaciones, huelgas, protestas y revueltas varias se ha repetido una y otra vez. Me refiero a los tanques diseñados y fabricados en la URSS, ya fueran utilizados por los propios soviéticos para estos menesteres o por sus regímenes aliados, a los que, o bien les vendían los cacharros, o bien la licencia para fabricarlos.

Yo diría que los tanques de origen soviético son los que más se han usado en esto, en someter a los que salen a protestar o a tratar de cambiar las cosas. Y si tenemos en cuenta que quienes los han empleado así, contra su propia gente, han sido las dictaduras comunistas y sus aliados, resulta paradójico que, a la vez, los comunistas de los países occidentales hayan sido siempre tan fervientemente pacifistas. Sé que existen excepciones a lo que digo, pero son eso, excepciones.

Veamos algunos ejemplos. Y que conste que no están todos los que son:



Tanques T-34 soviéticos, Berlín, 1953



Tanques T-34 polacos, Poznań, 1956



Tanques IS-3 y T-34 soviéticos, Budapest, 1956



Tanques T-54 soviéticos, Budapest, 1956








Tanques T-55 soviéticos, Praga, 1968



Tanques T-55 polacos, Polonia, 1981



Tanques Tipo 59, versión china del T-54 soviético, Pekín, 1989



Tanque T-55 libio, Bengasi, 2011





Tanques T-72 gadafistas, Libia, 2011





Tanques T-55, Siria, 2011



Tanques T-62, Siria, 2011



Tanques T-72, Siria, 2011


sábado, 29 de noviembre de 2014

"Nothing really matters to me"




Cierro los ojos y me veo viajando a tu isla perdida. Voy en tren, que la imaginación es libre. Menos mal que no he perdido este, pienso, como si aquel ferrocarril representase mi última oportunidad de alcanzar la felicidad. Vienes a buscarme a la estación y nos damos un largo abrazo. Tu perfume me tranquiliza, me descansa, me hace sentir que está todo bien. Y lo que no esté bien da igual. Nos imagino paseando por la playa, de la mano. De repente tú me echas arena por encima y yo te salpico cuando entramos en el mar. Nos reímos, nos abrazamos, nos besamos. Podrían resolverse de esta forma todos los conflictos, con esta complicidad, con esta confianza. La vida podría ser así: con tu risa poniendo punto final a cada problema. Que nuestra mayor preocupación fuera poder vernos, como si eso bastara para que nada más importase. Tener fe solo en la mirada del otro, y todas esas cosas que uno puede sentir cuando está enamorado. Escaparse juntos si hace falta, sin tener en cuenta adónde ni lo que piensen los demás. Sin miedo.

Continúo con los ojos cerrados y trato de dormir, a ver si con un poco de suerte sueño algo parecido a lo que estoy pensando.




Para A.

martes, 25 de noviembre de 2014

De cómo Hitler se hizo nazi (II)


Antes de nada, hay que tener en cuenta que existe una primera parte.


El 90 por ciento de los miembros de mi partido en aquella época eran izquierdistas.

Adolf Hitler, 1941, sobre los primeros tiempos del Partido Nazi


El 3 de mayo de 1919, bajo la dirección del ministro de Defensa alemán, el socialdemócrata Gustav Noske, unidades militares regulares, milicias y Freikorps derrotaron a los comunistas en Múnich y desataron una ola de violencia tras los combates que provocó la muerte de cientos de personas.

Leviné fue ejecutado por alta traición.




De cómo Hitler se hizo nazi (I)


Somos socialistas, somos enemigos del actual sistema capitalista por su explotación de quien es económicamente débil, con sus salarios injustos, con su indigna valoración del ser humano según su fortuna y propiedades en lugar de por su responsabilidad y sus logros. Y estamos decididos a destruir este sistema bajo cualquier circunstancia.

Adolf Hitler, 1927


¿Fue Hitler de izquierdas en algún momento de su vida?

La pregunta puede ser perturbadora: ¿cómo va a haber pertenecido uno de los mayores genocidas de la historia al campo del progresismo?

La cuestión no es baladí, por lo que veremos a continuación. Y no me refiero a sesudos razonamientos, tan característicos de determinados círculos conservadores, del estilo: "Hitler promulgó una legislación antitabaco y ZP también, ergo Hitler era de izquierdas". No, hablo en serio.


sábado, 22 de noviembre de 2014

El arte de boicotearse




Imaginemos que, en esa memorable secuencia, hubiese sido el propio Indiana Jones quien se hubiera puesto toda esa serie de trampas a sí mismo. De locos, ¿verdad? Pues así es a veces mi vida.


lunes, 17 de noviembre de 2014

El problema de la soberbia



Ralph Fiennes en la película La lista de Schindler (1993), de Steven Spielberg


Lo siento, pero no he tenido más remedio que hacerlo debido a tu actitud. Aunque no lo creas, me ha dolido más que a ti. Y además, en el fondo te ha venido bien, dijo el asesino a su víctima después de matarla.


domingo, 16 de noviembre de 2014

Entrevista a Marseille




Lo que sigue a continuación es una entrevista completamente ficticia, dado que se supone que se le hace, digamos hoy, a una persona que lleva muerta 74 años. Pero todo lo que en ella se cuenta es completamente cierto.


-Entrevistador: Muy buenos días desde el programa “La entrevista de las estrellas”. Hoy, en la Emisora del Otro Mundo, tenemos a Hans-Joachim Marseille, famoso piloto de combate y as de caza alemán de la Segunda Guerra Mundial. Buenos días, señor Marseille.

-Marseille: Buenos días, qué tal.

-E: Ante todo tenemos que aclarar que un as de caza es todo aquel piloto de combate que derriba al menos cinco aviones enemigos confirmados. Y usted derribó 158, con un promedio de tres derribos por misión, ¿no es así?

-M: Es correcto, sí.


martes, 11 de noviembre de 2014

Sobre el amor




Nunca amamos a nadie: amamos, solo, la idea que tenemos de alguien. Lo que amamos es un concepto nuestro, es decir, a nosotros mismos.

Fernando Pessoa


Verán, yo busco a alguien que sea como yo quiero. Que sea como yo habría querido ser, mejor dicho. Que haya logrado aquello que yo no he podido y que me enseñe cómo hacerlo. Alguien a quien admire porque disfrute de una vida que me habría gustado para mí. Que sea mi yo superlativo. Que tenga lo mejor de mí multiplicado por cien. A ver si consigue que me olvide de mis fracasos, de mis complejos y de mis frustraciones, y me hace feliz.


sábado, 8 de noviembre de 2014

Negligencia




Primum non nocere ("Lo primero es no hacer daño")

Principio médico


Antes de decirle a alguien que le quieres, conviene que te asegures de que sea de verdad, no sea que no y vaya y se lo crea.




viernes, 7 de noviembre de 2014

El día del comunismo




En estos días se conmemora el 25º aniversario de la caída del Muro de Berlín (1989) pero, dejando eso aparte, el 7 de noviembre es una fecha muy señalada en la historia del comunismo.

Es el aniversario de la Revolución bolchevique (1917), es decir, del inicio de una de las más largas, sangrientas y peores dictaduras del último siglo: la soviética.

También es el aniversario del comienzo de la Matanza de Paracuellos (1936), en la que, durante casi un mes, se asesinó a más de 2.000 personas -algunas de ellas menores de edad- en la retaguardia republicana. La responsabilidad de este crimen recae en las autoridades de la República, con el papel estelar del Partido Comunista de España.

Es asimismo el aniversario del bombardeo de Cabra (1938), uno de los peores de la Guerra Civil Española, en el que la aviación republicana, empleando aeroplanos soviéticos, mató a 109 personas e hirió a más de doscientas, todas ellas civiles, en la retaguardia franquista. El hecho de que la decisión de bombardear el municipio se debiera a un error del servicio de inteligencia republicano, que informó de que había un inexistente campamento militar en el pueblo (en realidad era el mercado de abastos), no quita que se trate de uno de los ataques aéreos contra una población más sangrientos de aquel conflicto.

Que nada nos haga olvidar los males del pasado.



domingo, 2 de noviembre de 2014

Valores




Dejadme presumir de ser una persona con valores. Dejadme que os dé mis lecciones morales, aunque yo no me las aplique. Dejadme que os riña por ser como sois, dejadme que me sienta superior. No sea que un día me dé cuenta de que en realidad no valgo tanto.


lunes, 27 de octubre de 2014

Memoria del nazismo en las dos Alemanias (III)


Antes de nada, hay que tener en cuenta que existen una primera y una segunda parte.


En enero de 1979 se estrenó en Alemania Occidental la miniserie de televisión estadounidenses "Holocausto", dirigida por Marvin J. Chomsky.





sábado, 18 de octubre de 2014

Memoria del nazismo en las dos Alemanias (II)


Antes de nada, hay que tener en cuenta que existe una primera parte.


RFA



Konrad Adenauer (1876-1967), primer canciller de la República Federal Alemana, siempre fue partidario de Occidente. Tan es así que en los años veinte, mientras era alcalde de Colonia, se mostró  a favor de la creación de un Estado renano separado de Prusia. Para Adenauer, Occidente y todo lo que según él representaba (cristianismo, civilización, democracia, libertad), se detenían en el Elba. Ni los romanos ni Carlomagno habían llegado apenas más allá, y por tanto al este del Elba estaban los bárbaros, la tierra de la tiranía y la guerra: "Asia". Según decía en aquella época, cuando viajaba en el tren nocturno de Colonia a Berlín y cruzaba el Elba, ya no podía dormir. La Alemania que Adenauer consideraba como propia era, por tanto, la Occidental.


jueves, 16 de octubre de 2014

Memoria del nazismo en las dos Alemanias (I)




Cada 3 de octubre se celebra el Día de la Unidad Alemana, es decir, la fiesta nacional de Alemania, que conmemora la reunificación del país en 1990. Hasta entonces hubo dos repúblicas alemanas, separadas no sólo por una frontera sino también por el mismísimo Telón de Acero. Y además por una forma muy diferente de entender la historia reciente, de suerte que la memoria del nazismo que pervivía en una Alemania no tenía nada que ver con la que existía en la otra.


lunes, 13 de octubre de 2014

Aquellos maravillosos años




Levanto la vista de la acera y de repente lo veo. Mi primer cole. Ahí sigue, igual que la última vez que salí por esa puerta. Y durante unos instantes vuelvo a aquella época. Antes de que pasaran tantas cosas.




sábado, 4 de octubre de 2014

La luna sobre Las Tablas




Brisa de octubre. Nada sobre mis hombros salvo la oscuridad. Salgo a dar una vuelta por la noche otoñal a reflexionar sobre mi existencia, o a ver si me doy de bruces con el amor de mi vida, ya puestos, como en las películas. Sin embargo, como soy prisionero del pasado, acabo pensando en las mujeres con las que he podido dar algún paseo nocturno para contemplar la luna o algo así, que es una actividad que últimamente está muy de moda, por cierto. Pero ahora mismo no recuerdo haber hecho nada parecido con ninguna. Estoy convencido de que ha ocurrido en alguna ocasión, pero la he olvidado. Cosa rara en mí, que soy muy de recordar episodios entrañables de historias terminadas que vuelven así a mi cabeza para torturarme.

Si bien no soy supersticioso, me da por imaginar que acaso sea el influjo mágico de la luna el que me acaba de borrar unos cuantos bonitos recuerdos que podían hacerme daño. O tal vez sea una demencia prematura, aunque prefiero la primera explicación. En todo caso decido prolongar esta fase lunar de mi vida y continuar deambulando bajo nuestro luminoso satélite cada noche.

Y después, me vuelvo a casa.


Esta historia está inspirada en hechos reales y también en esta magnífica canción de Loquillo, escrita por Sabino Méndez:



sábado, 27 de septiembre de 2014

Obstinación




Ya no me llamas ni me escribes, y la verdad es que duele no verte ni saber de ti. Pero se me pasará, tranquila.

Me había acostumbrado a escucharte aunque no nos viéramos, al menos por la noche, cuando hablábamos por teléfono. Echo de menos decirte que me hables más alto, que no te oigo. Y meterme con tus expresiones. Quiero que lo sepas. Pincharte, gastarte mis bromas para que me digas eso de qué tonto. Y que nos contemos nuestras cosas, claro. Pero qué se le va a hacer. Ahora sí que no te oigo de verdad, con lo que me gustaba. Pero no importa.

Ya no veo tus enormes ojos con sus largas pestañas, salvo en sueños, o en las decenas de fotos que tengo tuyas. No, no es lo mismo, por supuesto. Además, en realidad me cuesta mucho mirar esas fotos, porque al hacerlo noto que de repente me falta un poco el aire y que el corazón se me pone a todo trapo. Por eso lo evito, que uno ya tiene más de cuarenta tacos y hay que cuidarse.

Tampoco toco ya tus manos, ni tu pelo, ni tu boca. Ni te beso en el cuello. Y tú ya nunca pones tus pies sobre mis piernas ni me acaricias la cabeza mientras nos besamos tumbados. Porque ya no nos besamos. Así es la vida.

Me sigo despertando contigo, pero ya no estás a mi lado sino dentro de mi cabeza. Sueño contigo cada noche sólo para comprobar que todo es mentira cuando abro los ojos y vuelvo al mundo real. Pero será cuestión de tiempo que esto deje de pasar. Eso me digo.

Sigo teniendo conmigo tu aroma... bueno, en parte. Lo cierto es que cuando te pregunté por el suavizante que ponías en la lavadora fue porque quería tener algo de ese olor tuyo siempre en casa. Porque me encantaba olerte: tu ropa, tu pelo, tu piel. Gracias por regalarme un bote, el problema es que ahora tengo tu suavizante pero no te tengo a ti. Un bote de suavizante gratis a cambio de la novia, caballero. Vaya porquería de oferta y vaya timo, que las condiciones no estaban ni en letra pequeña. Si lo llego a saber no acepto nada.

Llegué incluso a pensar que podrías ser la mujer de mi vida, ya ves qué cosas se me ocurren.

Se me hace un poco cuesta arriba todo esto, para serte sincero, pero no te preocupes, ya verás cómo lo superaré. Un poco de sensación de soledad aplastante y abrumadora sí que tengo, pero vamos, lo voy llevando. Más o menos.

A pesar de que ya no me susurras nada mientras estás encima de mí. Porque no estás. Ni encima, ni debajo, ni al lado, ni en ningún sitio en kilómetros a la redonda.

A pesar de que ya no puedo abrazarte. A pesar de que me acuerdo vivamente del primero y del último de los abrazos que nos dimos. Enero y agosto. El cálido en invierno y el frío en verano. Tiene su lógica.

A pesar de que la última vez que te vi -la última vez que te abracé- era el viento el que te levantaba la blusa y no yo, como otras veces. Lo que el viento me robó podría ser el título de nuestra peli.

A pesar de que ya no me dices que me quieres, ni me escribes esas cosas, ya sabes: que si cada día te sientes más enamorada y tal y cual. Ni me pides que te mande esos mensajes que tú y yo sabemos.

A pesar de que ya no hay ramos de flores, ni regalos, ni planes, ni ilusiones, ni proyectos, ni nada (he de confesarte algo: cuando te dije que podíamos irnos los tres -tu pequeño, tú y yo- a empezar una nueva vida al otro lado del mundo, en realidad no era una broma).

A pesar de que ya ni me acerco a la larga y tortuosa carretera que lleva a tu puerta, que cantaban los Beatles.

A pesar de que aún te recuerdo en mi casa. Abriendo la puerta tan sonriente, entrando para estar conmigo. Y te imagino en el sofá, tapada con la manta. Tu lugar preferido. Y yo a tu lado, sin cansarme de mirarte.

A pesar de que ya no hay un niño -de esos que dan ganas de comérselos- jugando conmigo, devolviéndome a la infancia, y a la vez haciéndome sentir un poquito padre por primera vez en mi vida.

A pesar de que ya no nos podemos pelear por las tonterías de siempre.

A pesar de tantas y tantas cosas que me faltan.

A pesar de que me has hecho llorar mucho más que en toda mi vida.

A pesar de que has demostrado que mis monstruos tenían su razón de ser.

A pesar de que me siento como si hubiera perdido un tesoro... y más perdido que nunca.

A pesar de todo... no me arrepiento de nada.